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ENTREVISTA

Zenet: «Antes subía al escenario con dos litros de whisky en el cuerpo, ahora soy una persona nueva»

El polifacético artista malagueño estará el próximo jueves 25 de abril en el Cartuja Center, donde presentará su disco «La Guapería»

Zenet presenta nuevo disco en el Cartuja Center F.R.M.

Fernando Rodríguez Murube

Toni Zenet, el artista malagueño que salto a la fama hace más de una década con su tema «Soñar contigo» , presentará el próximo jueves en el Cartuja Center su nuevo disco « La Guapería », un trabajo con el que se sumerge en el folclore hispanoamericano de antaño.

En sus anteriores discos componía nuevas canciones y les daba un barniz antiguo con los arreglos y a la hora de interpretarlas, ahora ha elegido un puñado de clásicos del folclore hispanoamericano y les ha imprimido su sello. Curioso cambio.

Es interesante la reflexión que haces. Mucha gente me preguntaba si canciones mías como «Soñar contigo» eran clásicos que yo había versionado. Hay un tronco común que es la sonoridad antigua, y eso en realidad es lo que se busca. Me he encontrado con los géneros musicales persiguiendo la plástica que tienen. Por ejemplo, la plástica que tiene el swing de Nueva Orleans, buscando su textura, esa porosidad de la madera, me encuentro con canciones, con formas de componer. Una cosa lleva a la otra. Y en el proceso de este disco es cierto que hay varias cosas que se hacen al revés. Siempre he partido de la base de una guitarra y una voz y luego hemos ido arreglando, mientras que en este disco hemos partido del arreglo y hemos ido desnudando hasta llegar a una guitarra y una voz.

Cómo surge la idea de abrir y cerrar el disco con dos décimas recitadas por el cubano Alexis Díaz Pimienta.

El encuentro con Alexis es una de las confluencias mágicas de este disco, es el rey del repentismo. Usa décimas espinela, de Vicente Espinel, malagueño. Llega un cubano y nos da en la boca con ella, y luego llega un malagueño con «La Guapería», hace un disco y le damos en la boca a los cubanos, y así estamos todo el día dándonos en la boca [risas].

Tengo entendido que ya no trasnocha, que no bebe. Ahora se levanta temprano, sale a correr, etc. A tenor de este disco, estos cambios en los hábitos de vida no han afectado a su forma de entender la música. Mi duda es si ha afectado a la hora de componer, si falta inspiración.

Cuando dejé de beber, hace exactamente cinco años, pensé que me había quedado gilipollas. Era un proceso totalmente necesario, porque llegó un momento en el que ya estaba tirando mi vida a la basura. Estaba cronificando un proceso peligroso, y fui lo suficientemente inteligente para saber verlo y saber cortarlo. Las personas como yo no estamos en el punto del equilibrio de decir «con una basta y me voy a mi casa». La madera de la que estoy hecho dice que o todo o nada. Y ante esa tesitura opté por el nada. Llegados a este punto hay unos procesos interiores muy salvajes donde uno redescubre la vida y se redescubre a uno mismo, y es cierto que dentro de ese cambio tan bestia llegué a plantearme si llegaría a faltarme la inspiración, puesto que hay que crear sinapsis nuevas, caminos nuevos cerebrales que hasta ese momento no había transitado. Y uno de ellos fue el camino de la creatividad.

Se puso en manos de profesionales.

Sí. Estuve tres meses en la montaña, en un centro, y luego casi un año prácticamente encerrado en mi casa. La claridad con que uno llega a ver la vida alcanza a dar pavor, miedo. Antes la veía a través de un cristal pixelado, empezaba a beber por la mañana y no terminaba en semanas. Tuve que rehacerme para afrontar no solo los procesos creativos, también los nervios típicos de subir al escenario, la relación de pareja, todo. Esto no lo había contado antes, pero «Si sucede conviene», fue un trabajo pactado durante mi tratamiento, como algo terapéutico, reglado de tal forma que para no pasar estrés en la composición del disco, componía dos veces en semana durante dos horas (lunes y miércoles de 12 a 2).

Esa disciplina va un poco en contra de lo artístico, ¿verdad?

Puede ser. Tuve que aprender a abordar todos los procesos de ansiedad interior con una serie de herramientas. Antes, cuando tenía concierto 7 días seguidos yo terminaba desgastadísimo, recurría constantemente a la cortisona y en muchos casos terminaba en urgencias para que me la pincharan. Ahora hago meditación, caliento el diafragma antes de salir al escenario, etc. El resultado es que puedo hacer 8, 9 o 10 shows, los que sea, y cantando me llevo por delante al que quiera. Otro ejemplo es que antes estaba acostumbrado a escribir un disco de un tirón sin parar de beber y a grabar un disco en una noche también sin parar de beber. Tuve que aprender a parar y decir «es hora de ir a comer».

El artista malagueño Zenet F.R.M.

Miles Davis afirmaba que después de dejar la heroína y el alcohol, ganó una barbaridad respecto a la claridad la que él veía una nota y la claridad con la que hacía sus solos, de hecho sus mejores discos vinieron después.

¡Claro! Es que no te imaginas la diferencia que hay. El diafragma, la respiración, etc. Yo ahora tengo toda la capacidad expresiva que tenía antes, pero además ahora añado un abanico más amplio técnicamente. Yo subía al escenario con dos litros de whisky en el cuerpo y eso hacía que llegase muy justito a los lugares que yo quiero llegar, de dos octavas. Repito, ahora técnicamente hago lo que me da la gana.

Después de todo lo vivido, ¿en qué momento personal se encuentra ahora?

Estoy feliz, sano y con mil proyectos. Estoy muy ilusionado con esta gira, también voy a participar como actor en una serie de Netflix, sigo pintando, y además estoy terminando un master de drogodependencias en la Universidad de Barcelona. Quiero ayudar a los demás, estoy como veterano en el centro que me ayudó a mí. Mientras que en países anglosajones hay, incluso, orgullo de superar un proceso personal que te ha salvado del infierno, en España hay un poco de complejo en este sentido, especialmente en mi profesión. Yo me siento orgulloso de haberlo superado, porque he demostrado asertividad y una fuerza de voluntad importante, pero también hay otras personas que padecen una vergüenza alcohólica, que se llama, algo que es entendible dado que la sociedad castiga todavía con un cierto prejuicio a quienes han bebido.

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