Crítica de teatro
Imitadores de voces
Con 'Los que hablan' pudimos regresar a la obra pensante, al pequeño formato como resistencia

El deseo de 'tabula rasa' , la vocación de parir una escena primigenia y hacerla habitar por un Adán y una Eva prelingüísticos, esconde mucha ambición bajo la superficie lúdica y algo irresponsable que establecen dos cuerpos dignos del 'clown ', como los ... de Malena Alterio y Luis Bermejo . O sea, 'Los que hablan' , que deconstruye nuestros tópicos del 'decir' mediante un 'mostrar' los balbuceos —el parto difícil y ridículo de la palabra no monologante, sino compartida entre dos— con intención humorística , se añade a una ilustre tradición que modernamente podríamos contextualizar en la Viena del 'Finis Austriae', la de Wittgenstein o la de aquel ficticio Lord Chandos , para quien los objetos eran 'cuencos de una revelación', la de la pérdida de contacto entre signo y real.
Así, bajo la comedia, incluso antes de que ella irrumpa y en cierta medida —quizás la obra busque en exceso salir de la incomodidad de partida mediante los guiños risueños al espectador— selle ese abismo vislumbrado, se siente el silencio, el tiempo, la duración, que en la vida y en el teatro, como su trasunto estrangulado, hay que llenar de palabras, de drama. En esta intemperie, que fue la de Ionesco o Beckett , desde un parecido naufragio y una similar poética de los restos, Pablo Rosal ha convocado a estos dos ensayistas del diálogo, practicantes de una gimnasia olvidada, condenados al masticado de lugares comunes y a la interrupción, al corte, cuando parezca que el sentido le comienza a ganar la partida al intercambio inane, a la pesarosa comprobación —función fática la llamó Jakobson — de que el canal existe, de que hay alguien al otro lado, y recomience la tarea de Sísifo, la presión por la comunicación.
'Los que hablan' implosiona a la mitad, deparando varias obritas entremezcladas, encabalgadas, que persiguen la risa en el lugar común, dentro de un fastidio cotidiano . Puede que el ritmo falle en ocasiones, e incluso dudamos de la química entre el humor perplejo de Alterio y ese payaso psicótico que anida en el gran Luis Bermejo, pero por fin pudimos regresar a la obra pensante , al pequeño formato como resistencia.
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