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Crítica de Flamenco

Manuel Liñán: Lenguajes compartidos

El granadino Manuel Liñan presenta «Baile de autor» en el ciclo Flamenco viene del Sur del Teatro Central

Manuel Liñán presentó el espectáculo «Baile de autor» ABC

Marta Carrasco

«Baile de Autor» es un viaje al interior de un creador, en este caso de Manuel Liñán (Granada, 1980). Formado en su tierra con maestros como Manolete y Mario Maya, tras trabajar en varias compañías de renombrados coreógrafos, creó su propia compañía y por ese recorrido recibió en 2017 el Premio Nacional de Danza.

Este «Baile de Autor» es su epifanía, una especie de recorrido por lo que es el momento de soledad del creador cuanto se enfrenta a un nuevo montaje y va gestando una a una cada escenas.

El teatro está desnudo, las calles abiertas y las varas de los focos abajo. Delante el cantaor y el guitarrista de pie, el bailaor, sentado en escena fija. El bailaor comienza a ordenar el escenario con su zapatos que, sonorizados, hacen música.

David Carpio y Manuel Valencia (inmenso por seguiriyas), no son un atrás, porque componen la misma coreografía con el bailaor que hace un recorrido tras la introducción y a través de mariana, zapateado, toná, soleá, seguiriya y cantiñas, un camino en el que incluso introduce el cuplé «Tres puñales» de Gaspar de Utrera, que baila por bulerías.

Liñán está en un momento dulce y creativo. Desde hace tiempo se apropió de gestos y elementos femeninos para introducirlos en su propia estética dancística y crear un nuevo lenguaje. El movimiento de caderas, de manos, los remates con la cara, pero también otros como la bata de cola, el abanico y el mantón que luce por cantiñas y romeras gran espectacularidad.

Y se le nota que está a gusto con su baile , porque este espectáculo es como una especie de marathon, Liñán no abandona apenas el escenario y su zapateado no cesa, es limpio, musical y trepidante, pero eso sí, sin olvidar los brazos. Esa mezcla de lo femenino masculinizado es lo que hace que el baile del granadino sea tan particular y tan delicado y fuerte al mismo tiempo.

Esta triada se mueve con soltura por el escenario, y el espectáculo tras un efectista baile sobre agua, va finalizando como empezó: el teatro vuelve a quedar desnudo, las calles se abren, desaparecen los modernos faroles que señalaban las distintas escenas, y los tres inmóviles finalizan. Gran propuesta.

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