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Danza

El Maestranza estrena una «Giselle» española inspirada en Bécquer

La Compañía Nacional de Danza pone en escena el título del ballet blanco con coreografía de Joaquín de Luz

Javier Menéndez y Joaquín de Luz este martes en el Teatro de la Maestranza J. M. Serrano

Marta Carrasco

Desde este miércoles hasta el sábado el Teatro de la Maestranza reinicia su programación anual con la puesta en escena de uno de los títulos más representativos del ballet romántico, «Giselle» , la última producción de la Compañía Nacional de Danza con coreografía de su director, Joaquín de Luz y la música en directo de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla bajo la dirección de Oliver Díaz.

La función, por las nuevas restricciones horarias con motivo del Covid-19, tendrán lugar a las 17.30. «El Maestranza está haciendo un ejercicio heroico de resistencia con la Cultura», dijo el director del teatro de la Maestranza, Javier Menéndez en la presentación del ballet, «y como el teatro debe estar cerrado a las ocho de la tarde de ahí el horario».

«Después de tantas circunstancias adversas es un milagro que tanto la compañía como la escenografía hayan podido llegar a Sevilla y, por ello, no queremos renunciar a las cuatro funciones del ballet institucional que está tan ligado al Maestranza, pues son nada menos que trece, las veces que ha actuado aquí». La última presencia de la CND en Sevilla fue el pasado año con la obra el «Cascanueces» , con coreografía del anterior director de la compañía, José Carlos Martínez.

Menéndez informó que el teatro puede permitirse un aforo del 75 por ciento, «pero después de haberlo reducido al 50 por ciento, es decir, unas mil personas , hemos decidido dejarlo así. La obra, además, dura alrededor de dos horas y media, dado que el cambio de escenografía del primero al segundo acto, precisa unos veinte minutos».

Javier Menéndez dijo que la reacción del público a estos cambios ha sido positiva, y recordó que hay unos descuentos del 80 por ciento para esta función, para menores de 30 años , «por lo que pueden asistir a este ballet por doce euros en el patio de butacas».

Una «Giselle» española

Joaquín de Luz, director de la Compañía Nacional de Danza desde septiembre de 2019 se incorporó a este cargo después de más de veinte años en Estados Unidos, como bailarín solista del American Ballet y bailarín principal del New York City Ballet. «Giselle» es su primer gran montaje al frente de la compañía institucional.

De Luz dijo que ante esta situación, «hay que estar preparado para lo que venga» , recordando cómo el estreno el pasado diciembre en el Teatro de la Zarzuela fue suspendido antes de concluir la temporada ante el positivo en Covid de varios bailarines.

El director y coreógrafo, confesó que era su ballet favorito y dijo haber bailado al menos cinco «giselles» a lo largo de su carrera . «Siempre había pensado que quería españolizar esta historia. Cuando estuve en Sevilla el pasado año me alojé en el Hotel Bécquer y vi los dibujos de los hermanos del poeta y ello me llevó a pensar en la época del romanticismo español y de ahí al aniversario del poeta».

Para la dramaturgia de esta «Giselle» De Luz contó para la realización del libreto con la colaboración de Borja Ortiz de Gondra. «La clásica está ambientada en la época medieval en algún lugar de Europa y la mía al pie del Moncayo. Giselle es una muchacha de frágil salud y en lugar del príncipe, hemos puesto un aristócrata europeo». Para De Luz, este ballet «a veces tiene versiones que empalagan y por eso pensé hacerlo más nuestro ».

Los actos de «Giselle»

En la versión de la CND los cambios más palpables están en el primer acto , donde los campesinos se ha convertido en viajeros, «como los que relataban las costumbres españolas en la época romántica».

Según De Luz, el primer acto es siempre de mero trámite y en esta versión hay más contenido , aunque ha conservado parte de la mímica tradicional del ballet, «a pesar de que a Ortiz de Gondra, que era la primera vez que trabajaba con un ballet, no le gustaba nada, pero sí, algo ha quedado, lo menos pomposo».

Sin embargo la pieza angular del ballet que es el segundo acto, casi no ha sido tocada en su argumento original. «Ahí hay poco que cambiar estilísticamente y hay mucho reconocible de la versión tradicional».

En este ballet se «escucha» por primera vez la voz de «Giselle» y también varias rimas de Bécquer interpretadas por Pedro Alonso y Ángela Cremonte, tanto al principio como en el intermedio de la obra. En la parte musical se han introducido las castañuelas en la orquesta, «porque hay una pareja de Escuela Bolera. Pensé ponerle los palillos a los bailarines, pero no podía ser».

El coreógrafo se ha sentido más influido por la versión de «Giselle» de la Scala, «porque la del Bolshoi es más tradicional; y la cubana, que me perdone Alicia Alonso, tiene mucho polvo».

En cuanto a la compañía confesó que lo que más había costado era el montaje del segundo acto, «donde mover la pestaña en una dirección tiene importancia. La compañía no tiene aún el estilo pero lo estamos intentando conseguir. Ha sido muchísimo trabajo, pero la implicación de los bailarines con el proyecto ha sido total».

Para el coreógrafo, hasta ahora la reacción del público con la obra, «ha sido muy buena. Llega a romper la cuarta pared », e hizo un llamamiento para quitar ese calificativo de «elitista» del ballet clásico. «La danza es para todo el mundo, hay que dejar de estigmatizarla y que llegue al mayor número de gente posible», sentenció Joaquín de Luz.

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