Bienal de Flamenco de Sevilla 2018
María Pagés, pura poesía
La bailaora sevillana puso en pie al teatro de la Maestranza en el estreno de la obra «Una oda al tiempo», una coreografía sobre la contemporaneidad
María Pagés es de esas artistas de quien se siempre se espera un poco «más allá». El público nunca se siente decepcionado de esta bailaora sevillana que vuelve a su tierra con «Una oda al tiempo» , su última creación estrenada el pasado mes de mayo.
En el año 1994 en este mismo teatro, María Pagés estrenaba «De la luna al viento», la que sería la primera de su larga carrera de grandes obras. En 1996 creó para la Compañía Andaluza de Danza, «El perro andaluz, burlerías» , que fue Premio Nacional de Coreografía.
En esta «Oda al tiempo» es como si María Pagés cerrara un ciclo iniciado en aquel entonces. Incluso se pueden ver muchas influencias de aquella maravillosa coreografía «El perro andaluz, burlerías», sobre todo en el inicio por soleá.
«Una oda al tiempo» es una reflexión extraordinaria sobre la contemporaneidad, sobre lo efímero, y sobre lo que está pasando en el mundo actual, las guerras, el terrorismo, la felicidad, las utopías, y todo ello bajo la inmensa luz de las ideas de Platón, Yourcenar, Borges, Neruda, y los versos del poeta marroquí El Arbi El Harti, que ha realizado la dramaturgia ,los textos y las letras de los cantes.
La obra posee una deliciosa estética , está cuidadísima al detalle, es un trabajo teatral en el que el movimiento se circunscribe al lenguaje que María Pagés mejor conoce: el flamenco.
La escenografía es sencilla, pero simbólica: una especie de péndulo , a modo también de metrónomo, que se convierte en sol o en luna y pende sobre las cabezas de los intérpretes. El diseño del vestuario, obra por cierto de la propia bailaora, busca la plasticidad y la sorpresa de los colores, escondidos en los bajos de los trajes, mientras que los hombres lucen colores neutros, grises o blancos rotos, para sacar mayor rendimiento a una iluminación magistral obra de Dominique You y Pau Fullana .
_xoptimizadax.jpg)
Es sin duda una obra de madurez creativa. Como se diría en los libros, está en estado de gracia.
Dividida en las estaciones, recorre los palos flamencos . Lla primavera, con trillas, tonás seguiriyas y soleá. El verano con las bulerías al golpe, alboreá y alegrías. El otoño con vidalita y milonga, y finalmente el invierno, por peteneras, cantes de levante y trillas y tonás. Ypor supuesto, un guiño a lo más clásico: el aria de Haendel, «Lascia la spina», adaptada a violín, violonchelo y guitarra que fue uno de los momentos emocionantes del espectáculo.
Hay bellísimos cuadros. María Pagés por seguiriyas con palillos, (por cierto, bien tocados, sin muñequear); el movimiento de los mantones abiertos al aire;las bulerías al golpe, un,dos,tres,cuatro,cinco,seis..., «el mundo rodeado de números», canta la bailaora;las alegrías con el zapateado de los hombres y las batas de cola de las mujeres;el baile con los bastones..
Pero además de alegría, también aparece la tragedia: el cuadro del Guernica, Los Fusilamientos del 2 de mayo , y finalmente la Piedad y la Primavera redentora porque hay esperanza.
El cuerpo de baile está a la altura de la bailaora, al igual que la música y los cantaores. Todo está cuidado con mimo , se nota. María Pagés bailó con ganas, casi con rabia, alguien importante faltaba en ese patio de butacas por primera vez, su padre. Su baile es siempre una escultura en escena, con ese hermosísimo braceo, metiendo los pies en los lugares debidos y creando figuras de una expresividad vanguardista a la que nunca ha tenido miedo, sabe que el flamenco está en sus entrañas.
«Una oda al tiempo» es la genial obra de madurez de María Pagés junto a El Arbi El Harti . Ambos han conseguido transformar en versos una coreografía que va mucho más allá del flamenco. Pura poesía.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete