Ramón Vargas: «Esta pandemia puede acabar con una generación de cantantes»
El tenor mexicano interpreta el rol de «Riccardo» de «Un ballo in maschera» en el teatro de la Maestranza

Ha sido Tito, Alfredo, el Duque de Mantua, el Conde Almaviva o Werther, todos héroes de las grandes óperas de la historia. Ramón Vargas , pese a ser una figura de la lírica, aún recuerda sus comienzos en el coro de niños de la ... Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, y dice que era «un coro muy serio». Estos días el tenor es Riccardo, el papel estelar de «Un ballo in maschera» , ópera que abre el año en el Teatro de la Maestranza a unos horarios que pasarán a la historia: las doce de la mañana y las tres de la tarde.
En su profesión trabaja con la voz y con la respiración, ¿tiene miedo en estos tiempos de pandemia?
Sí, claro que sí. Estamos muy expuestos. Mire, yo he pasado el Covid. Fue a final de año. Mi hijo vino de Estados Unidos; nosotros vivimos en Viena. Dio un falso negativo y luego se puso enfermo y nos lo contagió a todos. No lo pasé bien y me quedé con una tos que duró un mes y medio y pensé: «Ojalá no me afecte a la respiración». Porque para un cantante tener los pulmones afectados es el final de su carrera. Por fortuna no pasó a mayores y estoy agradecido a la vida por seguir adelante. Estoy en plena forma y cantar aquí es una liberación. Por desgracia no ocurrió así en mi familia. He perdido cinco tíos por el Covid en México.
¿Qué ha ocurrido con los contratos en esta pandemia?
Pues que perdí los pocos contratos que se podían hacer, y por eso estar aquí en Sevilla es una bendición. Necesitamos trabajo y también necesitamos cantar porque somos atletas, somos los atletas de la voz. Un atleta no se puede entrenar en su casa, y nosotros igual. Dígale a alguien que tras dos años de no entrenar corra cien metros en diez segundos, no puede. Pues igual nos pasa a nosotros, necesitamos el escenario para continuar. Yo tengo un estudio en mi casa, pero no es lo mismo.
Los cantantes de ópera suelen tener cerrados los contratos a dos años vista, ¿eso se ha acabado?
Muchos de los contratos que teníamos dicen que están pospuestos, pero suenan a cancelaciones. No hay ninguna certeza de lo que va a pasar.
¿Tiene compañeros de profesión que hoy no cantan por miedo?
Sí, hay gente que se siente muy vulnerable y no quieren exponerse. Yo les digo que hagan lo que su instinto les diga. Aquí no hay consejo que valga, porque cada persona es un mundo.
¿Aprenderemos algo de toda esta pandemia?
Esto ya había pasado antes y por una generación tendremos mucho cuidado y luego volveremos a lo mismo. Pero sí, cambiarán cosas. El trabajo en casa va a más, los grandes edificios con gigantescas oficinas también van a desaparecer y todo esto supondrá un cambio económico radical de modo de pensar que podría ser positivo. Otra de las cosas que aprendimos en esta pandemia es a vivir con menos. Lo que sí nos hizo falta a todos es la Cultura y el contacto con la gente.
¿Se hace raro para el cantante ver un público enmascarado?
La verdad es que sí, pero es más raro no ver al público. Yo hice varios recitales en streaming y es rarísimo, paras de cantar y no hay nada. Tenía ganas de sentir un receptor directo, aunque sea un privilegio entrar en casa de la gente, pero esa retroalimentación con el público es fundamental. Uno siente cuando el público está receptivo, contento o no. El público te motiva igual que los colegas con los que compartes escenario.
¿Con el Covid ha cambiado la forma de ensayar y actuar en la ópera?
Sí, sí ha cambiado, es algo complicado. Nos hacemos una prueba Covid cada cinco días y no nos acercamos mucho, no nos cantamos enfrente ni muy cerca, sino a distancia.
¿Cómo está el sector de la ópera?
Muy mal. Recibí una llamada de un colega que me dijo: «Mira, Ramón. Yo hablo varios idiomas. A ver si hay un hotel o de manager...». Hay desesperación porque no hay ayudas ni nada. Hay casos trágicos. Aunque hay cantantes que sí cantan, nadie hace un proyecto para esa generación de cantantes que están a la mitad de su carrera, pues esta situación les ha paralizado. Ahora buscan a los más jovencitos o a las estrellas consagradas. Y los demás, ¿qué? Puede que perdamos una generación de cantantes de ópera y eso es algo trágico. Es difícil regresar después de dos años sin cantar.
Usted vive en Viena, pero es mexicano, ¿le duele México?
Sí, me duelen las circunstancias políticas que están pasando en México. Me duelen las ilusiones de los populistas y que gente bien intencionada no tenga posibilidades de mejora.
¿Le duele el muro?
El muro con Estados Unidos siempre ha existido. Es un muro hipócrita porque buena parte de la economía de Estados Unidos se basa en los braceros mexicanos. Si pueden comprar la libra de tomate a ese precio es por el trabajo de los mexicanos, y lo saben. El verdadero Estados Unidos salió con Trump, y es un país dividido. Vivimos en un mundo dividido donde los gobernantes populistas buscan polarizar a la sociedad para volver a los buenos contra los malos, y los pobres contra los ricos y contra los inmigrantes, y eso nos empobrece. Estados Unidos era un país de oportunidades y eso ya no existe.
¿Alguien compondrá en un futuro una ópera sobre la pandemia?
Eso espero. Porque yo veo que los compositores modernos deberían hacer temas actuales como lo hicieron los veristas. Cada persona tiene una historia en esta pandemia. Hay historias trágicas y heroicas que se pueden contar. Lo que pasa es que a los compositores modernos se los lleva el cine porque ahí está el dinero. A veces escriben óperas y nadie se las pide.
¿Cree que la ópera ha dejado de tener el complejo de convertirse en cine?
Creo que uno de los grandes errores de la ópera es habernos puesto en los cines, como pasó en el Metropolitan, y, claro, los cines llenos y el teatro vacío. Así se pierde la realidad del teatro. Vas al teatro y encuentras voces desequilibradas, pero en el cine esa voz la han arreglado subiendo el micro. Así no nació la ópera. Esto no es Hollywood o Broadway, donde ponen al más guapo en el escenario. Además, los dramas humanos no están hechos de gente bonita, son de todos, eso es un modo de racismo. Hay poquísimos roles con gente hermosa, Musseta, Romeo y Julieta, que eran jóvenes, todos los demás son personas, más bonitas o no, más bajas más altas... Se están haciendo estereotipos y hay que tener cuidado. La ópera es teatro. Toda esta situación sí va a hacer que el cantante de ópera tenga que ser mejor actor, pero, claro, debes cantar bien. Esto es ópera.
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