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ENTREVISTA

Antonio Ferrera: La madurez y el sentimiento de un torero libre

Como triunfador absoluto de la Feria de Abril 2017, se anuncia por primera vez el Domingo de Resurrección

El extremeño en el Museo Taurino de la Real Maestranza RAÚL DOBLADO

LORENA MUÑOZ

Queda una semana para que la Puerta del Príncipe se abra de nuevo y deje ver esa joya del siglo XVIII que es la arquería de cerámica y columnas de mármol de la Real Maestranza. Antonio Ferrera casi no quiere acercarse al lugar sagrado que le infunde tanto respeto. Mucho menos fotografiarse. Esa puerta es la que da acceso a la Gloria. Estuvo cerca de alcanzarla el año pasado. Por ese motivo, en este 2018 está anunciado en el cartel que abre la temporada en Sevilla. En ocho días es Domingo de Resurrección.

« Es un honor y un privilegio estar en el cartel de uno de los días más especiales», asegura. Será la primera vez. Un premio al gran triunfo que obtuvo en el ruedo. «El camino que he ido andando a fuego lento en la Maestranza ha sido muy importante y sentido. Vivir una de las tardes más señaladas se convierte en una gran ilusión ».

Entrar en la plaza de toros donde ha vivido tantas emociones tiene un significado especial. Prefiere no ver ni pisar el albero donde la temporada pasada protagonizó dos tardes para el recuerdo. « Sevilla ha marcado mucho lo que es mi vida como torero después de estar sin torear prácticamente dos años por la lesión que tuve. Reencontrarme otra vez con Sevilla y de la manera que fue, con un toro de Victorino muy fiero y muy exigente. Y después la otra tarde que fue tan mágica y tan bonita, hace que esas dos corridas hayan sido muy especiales para mí».

El torero expone sus sentimientos y su corazón de una manera sencilla y natural. Al mismo tiempo tiene que emocionarse y emocionar a las personas

Recuerda uno de los momentos más emotivos cuando ofreció los palos a su banderillero Manuel Montoliú en el 25 aniversario de la muerte de su padre en el ruedo de la Maestranza. «Había muchas connotaciones y sentimientos. Era un pequeño homenaje a un torero grandioso como fue el maestro Montoliú y más viniendo su hijo conmigo en la cuadrilla. Conviví con él un tiempo cuando iba con el maestro Manzanares».

Se detiene a mirar las vitrinas de la colección que la Real Maestranza tiene en su Museo Taurino. Piensa en su reencuentro con Sevilla, de nuevo con un toro de Victorino, tras las faenas de «Disparate» y «Mecanizado», en 2014 y 2015. «Todo se ha ido macerando, con poso. Esas dos tardes marcaron mucho el camino y el desarrollo de lo que quiero transmitir como torero. En 2017 «Platino» añadió mucha importancia a todo lo que he ido andando».

Su toreo tiene poso, madurez y clasicismo. Ha ido evolucionado. ¿Por qué gusta tanto al aficionado? «Creo que a todos los artistas, la maduración en el tiempo les da consistencia y sobre todo transmitir tu tauromaquia de manera libre. Como torero y como artista es importante que yo pueda tener la capacidad de expresarme en esos momentos en los que uno expone más que su vida . El torero expone sus sentimientos y su corazón de una manera sencilla y natural, pero al mismo tiempo tiene que emocionarse y emocionar a las personas. Si consigues hacerlas felices y que quieran ir a verte, ese es el mejor regalo y el mayor legado que puede tener un torero ».

Se para en otra de las vitrinas donde se expone un capote que perteneció a Manolete. Es pura seda, casi sin apresto. Así se expone ante el toro. « El toreo tiene su base en la verdad. Aquí todo pasa siendo real y verdadero dentro de cuestiones imprevisibles que son enfrentarte a un toro y a un escenario lleno de personas», asegura.

El torero realiza una obra de arte que no está vinculada de forma necesaria a lo numérico. De hecho fue el triunfador absoluto de la Feria de Abril de 2017 sin atender a los trofeos cortados. «El toreo es un desarrollo espiritual que nada tiene que ver con un resultado final, aunque es bonito si es rotundo. Si no ha sido así es mejor que haya habido rotundidad en los sentimientos, en los sentidos y en las emociones. Para mí vale mucho más que todo lo material».

Rotunda fue su temporada de 2017 y Sevilla fue el comienzo de un gran año. «Sí, lo fue sobre todo en la manera de ser. Y también tuve suerte, que es un factor que hay que tener en cuenta. Sentí a la afición de Sevilla, de Madrid, de Pamplona, de Bilbao, de El Puerto y gracias a Dios en bastantes plazas he podido sentir y transmitir lo que es el espíritu sano como torero. Y también pude percibir la emoción en las personas que han vivido esas tardes».

El tiempo que estuvo parado le sirvió para pensar en cuál era el camino a seguir. « Uno va andando los caminos en la profesión y después la vida habla . Tuve un accidente y una lesión complicada. Fue como la mayoría de las personas que han pasado trances difíciles que le impiden desarrollar un sentimiento en su vida, en mi caso, con el arte del toreo. De alguna manera eso te conecta también con las pequeñas cosas y e n los momentos duros tu espíritu te ayuda a crecer ».

Un parón que también tuvo a final de temporada que le hizo perder varias fechas que le ilusionaban. «Me pellizcó porque era el final y tenía citas importantes, las dos tardes de Madrid, Sevilla, Logroño, Nimes, Pozoblanco. Pensé en que el año también me había regalado cosas especiales . Dios quiso que fuera así y lo acepté».

Tras veinte años de alternativa, ¿se siente menos presión? «Me siento con otras inercias. En los principios hay unos ritmos y ahora son otros. Intento marcarme el ritmo que me haga sentir bien, el que me abrace para poderlo transmitir. A veces salen las cosas bien y a veces no hay suert e », asevera.

Antonio Ferrera mira detenidamente unas banderillas antiguas que se exponen en una de las vitrinas. Esta temporada no le hemos visto banderillear. ¿Dejará de realizar la suerte? «No dejaré de hacer algo que llevo en mi corazón y que le tengo cariño pero he tomado una decisión personal que trasciende como torero. Quiero buscar otros ritmos dentro de mi tauromaquia . Es un reto como torero y como artista. Como decía antes, quiero sentirme libre en una plaza de toros y en este momento las circunstancias son esas».

Es una evolución natural de un diestro que sigue buscando en su interior. «Uno siempre intenta tener la sensación de que está profundizando en el camino que está andando pero no de una manera obsesiva o rutinaria. Que los sentidos te aporten desde las cosas más sencillas. Ahí también me gusta ser libre, tener el sentimiento artista y profundizar de una manera sana y generosa ». Está desempolvando suertes que están llegando al aficionado. «Intento hacer lo que siento y si no, no lo hago», sentencia.

Llega el Domingo de Resurrección a Sevilla después de torear en Olivenza, donde hizo doblete por primera vez en su carrera y en Valencia, donde ha tenido «el privilegio de haber sentido el toreo y cuajar una faena con la sensibilidad de la afición a flor de piel». ¿Qué hay después de Sevilla? «No lo sé, no quiero pensar más allá y en cierta manera no quiero ser egoísta. Tengo que centrarme en dar la mayor capacidad de mí a lo que tengo que enfrentarme ahora».

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