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ENTREVISTA

Miguel Ángel Perera: «El sitio en el toreo no solo se gana con la espada y la muleta»

El torero extremeño habla de la temporada y de su iniciativa para celebrar el 90 aniversario de la Generación del 27 del próximo 13 de diciembre

El diestro en la presentación de los actos conmemorativos de la Edad de Plata JUAN FLORES

LORENA MUÑOZ

Miguel Ángel Perera (Puebla del Prior, Badajoz, 1983) ha firmado un gran año con la rúbrica de la puerta grande de Las Ventas. En lo taurino, su temporada de 2017 terminará el 30 de diciembre en Cali pero antes, el día 13 de este mes, tiene una cita con la historia como impulsor de los actos que conmemoran, en el Ateneo de Sevilla y en el Cortijo de Pino Montano, los 90 años del nacimiento de la Generación del 27 de la mano de Ignacio Sánchez Mejías.

—¿Cómo surge la idea?

—Hace poco más de un año buscando actividades para hacer, nos fijamos en cómo se habían desligado de la tauromaquia los intelectuales y profesionales. Incluso siendo aficionados no quieren manifestar que sienten respeto y cariño por este mundo. Pensamos en rememorar y actualizar aquella famosa foto de Ignacio Sánchez Mejías en 1927 con personalidades de nuestro tiempo, gente de la música, del teatro del cine o del deporte.

—Va a ser el Ignacio del siglo XXI.

—Me ruboriza muchísimo la comparación, quiero ser más modesto. Me alegra que todo lo que habíamos pensado ha cogido forma. Solo quiero aportar mi granito de arena, pensando en la imagen y en el beneficio de la tauromaquia, no en el mío propio.

—Es un torero que se dedica mucho a la promoción de la Fiesta.

—Siempre he estado muy abierto a todo lo que sea acercar el toreo a los jóvenes y a los niños. Prefiero dedicar el mucho o el poco tiempo que tengo a ello que a charlas u homenajes, que agradezco y respeto, pero creo que hay toreros que lo merecen más que yo.

—¿Será el 13 de diciembre el broche a una gran temporada?

—Este acto forma parte de esos días especiales. No va a ser en el ruedo pero casi va a tener la misma trascendencia e importancia que una tarde de toros por todo lo que simboliza. Ha sido una temporada muy especial y estoy orgulloso de haberla refrendado en Madrid el 30 de septiembre en la que ha sido la tarde más importante del año.

—También dice que ha sido la temporada más dura de su vida, ¿por qué?

—Sí, así la recuerdo. La de 2012 tampoco fue nada fácil ya que me cogieron como cabeza de turco de aquel grupo llamado G10 y tuve que pagar mis platos y los de los demás. Toreé menos festejos de lo habitual y me quedé fuera de muchas ferias. Al final, en el ruedo demostré que seguía siendo el mismo. Este año ha sido más duro aún. En junio llevaba 7 corridas de toros y tenía muy poco firmado. Quitando Pamplona, no estaba anunciado en las ferias. La calma, la confianza y la paciencia han sido las bases de lo que luego ha sido la temporada. Cambiaron las circunstancias con compañeros heridos y que dejaron de torear. Si estás en el sitio y en el momento adecuados y siendo quien eres, te llega.

—¿Cree que es fruto de ese camino de independencia que ha elegido?

—Lo creo al cien por cien. El sitio en el toreo no solo se gana con la espada y la muleta. Eso te da la fuerza y la posibilidad de elegir muchos caminos, pero fuera del ruedo también tienes que elegir el camino correcto. Un torero tiene que ser capaz de mantener su categoría, su prestigio, su reconocimiento y respeto fuera de la plaza. Si no fuera por lo que he hecho y por cómo he llevado mi carrera fuera de los ruedos, a lo mejor este año en estas circunstancias no me hubieran llamado a mí.

Un torero tiene que ser capaz de mantener su categoría su prestigio y su reconocimiento fuera de la plaza

—Ese camino lo empezó con Fernando Cepeda y ahora es época de cambios, ¿seguirán juntos?

—Afortunadamente sí, no es el camino más fácil o el más cómodo pero es el que más satisfacción me da. Hay quien piensa que no es el correcto aunque para mí es el estado ideal para un torero: estar apoderado por un apoderado independiente o por otro torero que es como más puede desarrollar uno y como más gana el espectáculo. Cada uno es libre de elegir y yo intento mantenerme en la posición que estoy. Está claro y soy consciente de que hay que pagar un precio, pero cuando llegan tardes como la del 30 de septiembre y sales a hombros de la plaza más importante del mundo... echas la vista atrás y no te cambias por nadie.

—¿Han sido Madrid y Huelva las dos plazas clave de este año?

—Sin duda. Madrid por la lectura que tuvo, no solo por lo hecho en el ruedo sino porque era ratificar lo que había sido la temporada, una remontada sin ningún paso atrás. La rotundidad y la redondez de la tarde, la claridad de ideas y la frescura. Huelva es una plaza especial y fue un día especial aunque la resumo en pocas palabras: fui muy feliz toreando. Hay muchos días que triunfo y no soy tan feliz o incluso no lo he sido. Si tuviera que idealizar mi estado perfecto en la plaza sería el de las Colombinas, el problema es que uno nunca sabe cómo mantener esa regularidad cuantas más tardes mejor.

—¿Le falta ese momento de felicidad en Sevilla?

—Sí, fíjate que tengo cinco puertas grandes de matador y una de novillero en Madrid y sin embargo en Sevilla recuerdo tardes bonitas: la despedida de Eduardo Dávila con una oreja a cada toro, el toro de las dos orejas del Ventorrillo y cuando estuve a punto de abrir la Puerta del Príncipe en San Miguel con una corrida de García Jiménez. Me falta esa tarde de estar suelto en el ruedo, no salir atenazado y mostrar el mejor Perera que Sevilla no ha visto. Ha visto alguna tarde buena pero tengo todavía la deuda y mi deuda interior con la Maestranza de no haberme podido mostrar como en otras plazas.

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