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motociclismo

La niña que le robaba la moto a su hermano

El cuarto título mundial de enduro de Laia Sanz redondea su brillante carrera

La niña que le robaba la moto a su hermano efe

tomás gonzález-martín

Alta como un roble, fuerte como una montaña, su ancha barbilla es superada por la amplitud de sus hombros. Te saca cabeza y media cuando te pones a su lado. Disciplinada en la preparación física perenne, si te enfrentas a ella puedes recibir una buena paliza de toda una mujer. Se llama Laia Sanz , tiene 29 años, ha puesto a Corbera de Llobregat en el mapa internacional de la moto y posee un carácter ganador, valiente, positivo, tenaz, duro, frente al que no existen límites. El sábado se adjudicó en Requista (Francia) su cuarto mundial consecutivo de enduro, títulos que se añaden a sus «doce más uno», que diría Ángel Nieto, coronas universales de trial.

La rocosa Laia, capaz de machacarte con un codazo a la vez que puede exhibir un escote de ensueño, practica el enduro con el fin de adquirir preparación constante frente a su gran reto anual: el rally Dakar .

Debutó en el raid en 2010 y desde entonces ha establecido todos los récords de una mujer en la prueba de resistencia más famosa del mundo. Campeona femenina desde 2012 , el pasado mes de enero obtuvo el noveno puesto absoluto en motos, la mejor clasificación de una mujer en toda la historia de la prueba «dakariana», que ahora se disputa en América del Sur.

¿Y qué hace un mujer como ésta en un mundo como éste? Sencillamente, Laia posee la ambición inacabable de los campeones. Había nacido para montar sobre dos ruedas. De niña era un trasto peligroso. A los dos años ya sabía montar en bici. Pocos meses después, su padre colocó el sillín de su bicicleta sobre su tanque de gasolina de la moto. La niña disfrutaba montando a la vera de su padre. Y a los cuatro años empezó a subirse en secreto en la Cota Montesa de su hermano Joan. Lo tenía claro: su futuro serían las motos. Un universo difícil, dominado por hombres. Si virtud es que tenía el don de moto, la genética, la potencia, la voluntad y la constancia que hacen falta para triunfar en este mundo.

Una carrera estelar

A los siete años compitió por primera vez. Y a los doce consiguió su primera victoria en un campeonato de chicos, con una moto de 80 c.c. Su proyección estaba marcada. En el 2000 se adjudicó su primer mundial de trial. Inició una carrera estelar. El enduro la ha hecho más completa. Tras obtener su cuarto entorchado el sábado, ayer viajó a Marruecos para disputar el rally del país, como preparación del Dakar. Ya solo piensa en el gran raid.

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