Hazte premium Hazte premium

copa américa

La orquesta argentina de Messi destroza a Paraguay y se mete en la final

Goleada de una gran Argentina que por fin vio llegar el gol. Marcaron Rojo, Pastore, Di María (2), Agüero e Higuaín

La orquesta argentina de Messi destroza a Paraguay y se mete en la final AFP

hughes

Rompió el gol argentino y todo lo que tenían sus delanteros lo pagó Paraguay.

Argentina comenzó con Messi intentando levantar la defensa contraria. Eso era como levantar la gran falda del traje típico paraguayo. En una jugada llegó a recibir con siete compañeros por delante . Así, con él en el centro, llevando la jugada como un base de baloncesto, se acercaron Pastore y Zabaleta.

El primer gol llegó de una falta del diez que quedó para el afortunado remate de Rojo.

Los jugadores argentinos llevan tatuado El Aleph y en Otamendi se ve una perfecta continuidad estética de Ramos, el metrosexual patibulario. El rudo barbilindo .

En Paraguay lo intentaba el empuje zurdo de Benítez, que vaya competición lleva de subirse él solo la banda cuesta arriba...

El 2-0 llegó en el 26. Messi ve rápido a Pastore , que esta vez no falla ante el portero.

En el esfuerzo de los paraguayos había algo de construcción republicana. Un esfuerzo solidario, patriótico, un poquito cabezón. Pero se rompieron las fibras de Derlis González y de Santa Cruz .

Messi se movía alrededor del área como un bombardero sobre una ciudad nocturna esperando alguna luz. En cuanto alguien le hacía intuir la pared, se lanzaba vertical abajo. Se entendía mucho con Pastore, Martino encontró la famosa «asociación» . Había inteligencia entre los dos. Menos con Di María: con él repentinos fogonazos de reconocimiento, como cuando le devolvió el Fideo una pared con una espuela de dos toques sin que cayera el balón.

Argentina empezó a bordarlo antes del descanso, a tocarla mucho, a buscar su ritmo de milonga, pero Ramón Díaz aún miraba el partido con unos ojos divertidos, como si estuviese mirando a un animal o a un niño. Había Paraguay todavía.

En el 43', Otamendi sacó un balón por la vía expeditiva, pero Pastore, su receptor se vino abajo, el pecho tan frío, ante el empuje de Valdez , que en cuanto vio la intención de golpeo de Otamendi se fue corriendo a lucharla. Esa carrera vertical hacia el balón aéreo es una carrera que pertenece a muchos deportes, al tenis, al béisbol, al rugby... Ganado el balón, Lucas Barrios, que había salido por Santa Cruz, remató con fuerza el 2-1 .

Los paraguayos aún tuvieron una ocasión más con Valdez y Bobadilla. E hicieron una piña para irse al vestuario, cómo no estarían de motivados.

Pero tras el descanso sucedió algo que decidió el partido. El 3-1 fue una obra de muchos que mató a Paraguay . Biglia robó con una ganzúa una pelota en la zona de los peristas, la del contrabando; Zabaleta se la pasó a Mascherano, que en un toque superó la linea. El mérito era de Messi, que se desmarcó hacia dentro llevándose prendidos dos paraguayos. Hizo el giro de doblar la esquina y equivocarlos de calle. La pelota ya estaba solitaria para Pastore, que corrió el tres-cuartos como un mediofondista inglés que llevara un testigo. Miró con el perfil aguileño y suave y se la puso en el sitio a Di María con un toque de algo que debe de estar entre el interior y el empeine, una parte nueva del pie que compuso el longilíneo y que parece una de esas zonas recónditas y selectas de la ternera que nos enseñan los pósteres de las carnicerías.

Di María le dio a la pelota la fácil inclinación contraria para salvar al portero y hacer el 3-1.

Pero a los pocos minutos hubo algo aún mejor. Messi, que andaba de centrocampista paternal, cabeceó un balón en la posición de Zabaleta; inmediatamente, como quedara suelta, la volvió a ganar dividida. Aguantó una primera carga poniéndose en su diagonal, como diciendo échate al hombro, que te llevo; con el defensa colgado como una gaita le salió otro apuntando a los tobillos, lo que pedía Chilavert, pero entonces tocó la pelota lo justo para hacerle un caño y que el «encañado» arrollase al compañero. Cayeron como Boatengs, los dejó uno encima del otro, como dos cucarachas abrazadas. Cómo consiguió Messi salir indemne, no lo sabe nadie. Era uno más de esos carruseles eliminatorios suyos, esos slaloms en los que va sumando rivales como en una conga antes de descarrilarlos haciendo el limbo bajo una cuerda a medio metro de altura. Ya solo, se giró hacia la portería y pudo oler el miedo del central que le quedaba; entonces, se la dejó a Pastore como el león le dejaría el ciervo a su cachorro. Pastore chutó mal y el remate lo aprovechó Di María.

A partir de ahí, balón y dominio argentino, esperando a los cambios del Tata Martino. El Kun, el que faltaba, hizo el quinto de cabeza tras un pase fabuloso de Di María. Agüero, que sostiene las defensas y roba los espacios metiendo el culo, que sería capaz de cruzarse una discoteca entera de perreo con los dos cubatas indemnes, se adelantó a los dos centrales y remató de un modo perfecto con la cabeza.

Era su último toque, luego salió Higuaín, que aprovechó su primer balón para hacer el 6-1. Era una pelota suelta tras otra acción de Messi.

Se le secaron a Argentina los fuegos artificiales y le explotaron a la aguerrida y meritoria Argentina de Martino. Pasa a la final con todos sus hombres dispuestos. El que enciende la mecha y dispara los cartuchos a distancia, el pirotécnico, es Messi .

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación