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Entrevista

Blanca Manchón: «Era un reto ir a los Juegos siendo madre y lo he conseguido»

La windsurfista sevillana regresará a una cita olímpica en Tokio 2020, dieciséis años después de representar a España en los Juegos de Atenas

Sergio A. Ávila

Blanca Manchón (1987) es un ejemplo de perseverancia. Está feliz y se le nota. Lo transmite. La pérdida de los patrocinadores tras su embarazo la colocaron al borde de la retirada, pero no tiró la toalla. Siguió entrenando, compitiendo y acaba de tocar de nuevo el cielo con las manos clasificándose para sus segundos Juegos. A Atenas fue con 17 años y a Tokio lo hará con casi el doble de edad, más madura y con mayor ilusión si cabe.

El sueño de los Juegos Olímpicos se convierte al fin en realidad.

Es la razón por la que he seguido navegando en los últimos cuatro años. Es más que un sueño porque me había puesto como reto ir a los Juegos siendo madre y he logrado ambas cosas.

¿Qué significa volver a unos Juegos dieciséis años después?

Una sorpresa muy grande. Si me lo llegan a decir entonces, no lo hubiera pensado. Es totalmente diferente. En Atenas fui como una niña, a pasármelo bien y disfrutarlo. Era un premio estar allí y, ahora, el premio sería conseguir una medalla. Es lo último que le falta a mi carrera deportiva y me hace mucha ilusión intentar lograrlo.

Seguro que la Blanca de 2004 dijo también que aspiraba a la medalla.

Sí, seguro. Con 17 años vas a por todas. No le temes a nada, no ves el miedo. No tenía nada que perder y sí todo que ganar. Hubo poco viento durante toda la semana y se notó. Iba más lenta que las demás. Aun así, me llevé un diploma y estaba supercontenta.

Parece que tuviera la espinita clavada desde entonces…

Sí, porque no se valora lo que es estar en unos Juegos hasta que sabes lo que cuesta conseguirlos. Siempre lo he tenido muy difícil porque he tenido que competir con Marina Alabáu. Éramos las mejores del mundo y sólo podía ir una. Seguramente habríamos logrado más medallas de poder ir las dos, pero bueno, son las reglas del juego y hay que aceptarlas.

El diploma estará bien guardado.

Todos los premios se los doy a mi padre. Nadie se lo cree, pero me da un poco de vergüenza tenerlos en casa. Él tiene los de toda la familia en un despacho que parece un mausoleo.

¿Qué recuerda de Atenas, al margen de la competición?

La convivencia en la villa olímpica. Todos los deportistas dormíamos en la villa y te cruzabas a gente que veías por la televisión ganar mundiales. Era espectacular estar por allí paseando y verlos entrenándose. También la convivencia con el equipo español, que fue increíble. Me lo pasé muy bien.

Aquello era la clase Mistral aún.

Era la clase Mistral, sí, que antecedió a la RS:X. La mentalidad era otra. La vela no estaba tan profesionalizada como otros deportes. No había patrocinios privados potentes y el entrenamiento era totalmente diferente. No se entrenaba en gimnasios y ahora todos son atletas, todos hacen bici, todos se entrenan en la nieve y todos tienen una alimentación perfecta. Somos deportistas profesionales y eso se ha notado en el rendimiento. Te descuidas y acabas la vigésima quinta. O estás a tope o no llegas al podio.

Su metodología también habrá cambiado, y no sólo por la maternidad.

Ha evolucionado conforme a lo que he necesitado. Después de tener al niño, tenía mucha carencia de fuerza y hemos enfocado la preparación a mis puntos débiles. Hemos hecho mucho trabajo de entrenamiento físico en el agua para mejorar la técnica y la potencia. Verme en vídeos me está ayudando a corregirme en las salidas y el entrenamiento en el gimnasio ha sido fundamental para prevenir lesiones.

¿Conoce el campo de regatas de los Juegos?

Tuvimos la suerte de disputar un mundial en 2017 en el mismo sitio que los Juegos, en Enoshima, y se me dio muy bien. Le vi mucho parecido a la bahía de Cádiz por el tipo de ola cuando hay poco viento y me sentía como en casa, pero las asiáticas lo tienen muy trillado y tienen algo de ventaja al estar acostumbradas al clima de allí. Volvemos en agosto al mismo sitio para disputar la preolímpica, un test en la misma fecha que los Juegos.

El color de la medalla le dará igual…

Sí, sí. El oro tira más, pero la plata es más elegante y el bronce tiene su gracia. Cualquiera de las tres me serviría. Voy con mucha ilusión y muchas ganas. Si no se puede conseguir la medalla, habrá que aceptarlo y ya está. Lo importante es luchar, darlo todo. Hay que estar preparados mentalmente para ganar y para perder.

¿Regresar a unos Juegos es una manera de redondear su carrera?

Es una oportunidad para ponerle el broche. La voy a vivir como si tuviera quince años. Más que una recompensa, es sentir que se puede tener una vida, que se puede ser madre y tener una familia compaginándola con la carrera deportiva sin renunciar a nada. Tengo un negocio, un marido que me quiere, un niño, una familia… No pediría nada más. Sería una manera de demostrarme que lo he logrado todo en mi vida y que soy plenamente feliz.

Tendrá mucho tiempo para preparar los Juegos.

Sí, eso me da la vida porque, desde que fui madre, todo ha sido a contrarreloj. Que tenga un año y dos meses hasta los Juegos me permite organizarme. Es un lujo para cualquier deportista contar con el apoyo de la Federación, de mi entrenador y de los patrocinadores, aunque necesite más patrocinios privados. Nunca he tenido tantas cosas a mi favor. Me siento muy respaldada y estoy supertranquila. Era algo que ya me tocaba.

Con el billete para Tokio deberían llegar más patrocinios.

Eso sería fantástico, lo ideal, para saber con qué cuentas y con qué no. Este deporte es bastante caro y, si quieres prepararte al cien por cien, hay que invertir mucho dinero. A ver si hay suerte y llegan más. Confío en que sí.

¿Cuántos patrocinadores la dejaron al conocer su embarazo?

Los más importantes eran dos. Llevaba seis años con ellos y con ese apoyo podía tener un plus respecto a las rivales. Me encontré siendo madre, sin haber competido en un año, sin ingresos ni patrocinadores. Pensé que para qué iba a seguir. Si me iba a costar el dinero, era absurdo, pero me puse en forma como un reto personal, comencé a competir y he llegado hasta aquí.

Parece que con la nueva Ley del Deporte cambiarán las cosas.

Sí, a ver si es verdad, pero no lo creo. No, porque lo he vivido en mis carnes y parece que sí, que hay mucho apoyo y ayudas, pero luego la realidad no es así. Hace falta un cambio radical para que las deportistas de élite podamos cotizar y tener bajas maternales.

Y también el tema de las becas, ¿no?

Sí, sí, porque no son becas, son premios que te dan cuando estás entre las ocho mejores del mundo. No te las dan para alcanzar ese nivel, sino cuando lo has conseguido, pero dicho esto, aunque no sean becas como tales, sin ellas no podríamos vivir.

¿Piensa que darle visibilidad a su problema ha ayudado a otras compañeras deportistas en su situación?

Más que ayudar, he hablado por muchas de ellas y dado a conocer algo que no se sabía. Les he dado voz abriendo una veda que no estaba abierta.

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