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TRIATLÓN

Javier Gómez Noya: «Me veo capacitado para ganar en Hawái y confío en que lo puedo conseguir»

El quíntuple campeón del mundo de triatlón nunca ha dejado de ganar ni de buscar nuevos retos, y el ironman es el gran desafío que ahora lo ocupa

Javier Gómez Noya , este lunes en Sevilla J.M. SERRANO

Sergio A. Ávila

El nombre de Javier Gómez Noya está asociado al éxito. Su palmarés, envidiable, es también interminable. Cinco Mundiales de Triatlón, una medalla de plata en los Juegos de Londres y el premio Princesa de Asturias de los Deportes, entre otros muchos logros, lo jalonan. En 2018 ha evolucionado hacia el ironman, la prueba de supervivencia que ahora lo tiene motivado. Quedó undécimo en la Meca de la distancia, Hawái, y nadie duda de que regresará para quitarse esa espina. Este hijo de emigrantes gallegos (Basilea, 1983), uno de los mejores deportistas españoles de todos los tiempos, sigue siendo un campeón insaciable.

¿Ha cambiado algo su percepción de la carrera de Hawái respecto a la que tenía cuando acabó?

Le he dado muchas vueltas y tengo una idea mejor, pero en líneas generales mi valoración es la misma que un segundo después de acabarla. No hice la mejor carrera que podía. Cometí algunos errores. La primera vez es difícil rendir bien y lo puedo hacer mejor en el futuro, sin duda.

¿La bici lo penalizó?

Sí, fui un poco más fuerte de lo que debía, sobre todo en un maratón tan duro como es ése. Sabía que estaba en el grupo que iba a disputar la victoria y no quería perder esa oportunidad. Era un riesgo que luego pagué, pero de los errores se aprende.

¿Le da muchas vueltas a la cabeza o es capaz de hacer borrón y cuenta nueva en cuanto acaba la carrera?

Es importante reflexionar, sacar conclusiones y hacer crítica constructiva. Tienes que ser capaz de mejorar de una prueba a otra y eso sólo lo puedes hacer identificando los fallos que has cometido.

A nivel físico, ¿qué cambios más relevantes ha encontrado respecto al triatlón? ¿Quizá la intensidad?

Es totalmente diferente. La distancia olímpica es más intensa, se corre más deprisa y hay factores como la alimentación y la hidratación que son mucho menos importantes y que, aquí, son claves. Los ritmos son diferentes porque el ironman es mucho más lento y en una carrera como Hawái, las condiciones de extremo calor y humedad la hacen más complicada. Cualquier error lo pagas muchísimo.

Tiene 35 años pero llegó a Kona siendo un novato en el ironman. Era su debut allí. ¿Cómo se sintió?

Me gusta la situación. Llevaba muchos años en la distancia olímpica siendo favorito o uno de ellos. Me sentía un poco veterano y, aunque tenga la misma edad, ahora me siento como un chaval aprendiendo cosas nuevas. La distancia es diferente, no sé hasta dónde puedo llegar, es una incógnita. Y ése es el reto. Vivimos de retos, de cosas que nos mantengan ilusionados y motivados. Salir de la zona de confort me gusta e intentar algo que no domino, el proceso, me atrae.

¿Le preocupaba algo en especial?

Tenía respeto por muchas cosas. Sabía que era una carrera con muchas complicaciones a nivel estratégico, físico y mental al ser una prueba tan larga y con un clima tan extremo.

¿Volverá a Hawái?

No sé si será el año que viene, pero acabaré volviendo para tratar de hacer una buena carrera, sí.

¿Se ve capacitado para ganar allí?

Sí, me veo con capacidad y tengo confianza en que lo puedo conseguir. Soy muy realista y sé que es muy difícil. Muy poca gente gana allí, pero creo que, si la preparo bien y me sale bien ese día, puedo estar peleando por la victoria. Es algo que me motiva.

¿Cuál es la receta para llevar tantos años al pie del cañón y seguir buscando nuevos retos habiendo ganado tanto como usted ha ganado?

Precisamente eso. Cuando logras buenos resultados, te alimentas y quieres seguir porque ves que el trabajo da sus frutos. Si trabajara igual y no los lograra, quizá estaría más desilusionado para seguir adelante. Estoy haciendo lo que me gusta y tengo la suerte de que se ha convertido en mi profesión. Poder hacerlo con buenos resultados es un lujo. Disfruto, me lo paso bien dentro de lo duro que es.

Hay deportistas obsesionados con el oro en los Juegos. ¿Le concede usted una importancia relativa?

El oro olímpico es un éxito impresionante. Tengo la plata en Londres y claro que me gustaría lograr un oro, como a todo el mundo, pero para mí lo más importante es disfrutar del camino. Esto exige mucho entrenamiento y tienes que plantearte objetivos que te llenen no sólo el día de la competición sino durante todo el proceso de preparación. El ironman me tiene muy motivado. Veré si sigo por ahí o si me planteo volver a los Juegos para tratar de ganar el oro.

¿La rivalidad con referentes de su generación, como los hermanos Brownlee, le hace mejor o el sólo hecho de superarse es ya suficiente?

La propia motivación de superarte te lleva, pero cuando tienes esa rivalidad tan buena es un aliciente extra que hace que saques lo mejor de ti mismo y des tu mejor versión. Quizá habría ganado más carreras si no me cruzo con ellos, pero la rivalidad ha sido muy bonita y esperemos que siga siéndola aunque ahora mismo estemos por caminos diferentes. Creo que ha ayudado a potenciar nuestro deporte.

Un triatleta sevillano, Ígor Bellido, ha quedado sexto con quince años en los Juegos Olímpicos de la Juventud. Compagina los estudios con el entrenamiento. ¿Qué consejo le daría?

Que siga haciendo eso, estudiando. Que lo siga compaginando con los estudios porque es posible a esas edades. Yo hice mi primer triatlón con quince años y es importante no cegarse con los resultados en categorías inferiores si tus aspiraciones son llegar a lo más alto. Éste es un momento de aprendizaje, absorber, entender, trabajar mucho la técnica y de no obsesionarse con entrenar durísimo porque para eso va a tener mucho tiempo. Es importante que encuentre el equilibrio con los estudios, que la gente de su entorno le mantenga los pies en el suelo y lo lleve de forma adecuada. Conozco que hizo ese resultado, que está entre los mejores del mundo de su edad, pero eso puede decir mucho o nada. Hay que mantener la cabeza fría porque ha habido casos de grandes talentos a su edad que no llegaron o de gente que no era tan buena y luego sí llegaron. Es positivo que tenga esas cualidades y que siga progresando de forma continua.

¿Cuántos controles antidopaje ha realizado en estos años?

Imposible recordarlo. Llevo diez años en el programa Adams de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y tengo que estar localizable al menos una hora al día todos los días del año. La AMA sabe que estoy en este hotel ahora mismo. Puedo pasar unos veinte controles al año, pero es parte del juego, los hago encantado y, cuantos más, mejor. Ojalá se siga evolucionando en la lucha contra el dopaje.

¿Ha logrado con sus triunfos que la mayor parte de su financiación provenga de lo privado?

Se ha reducido bastante lo público. sí. Me siento afortunado de tener apoyos privados como Movistar, que confíen en mí como imagen de la marca. Es algo muy bonito. Tengo la suerte de dedicarme a esto de forma profesional. No se hace triatlón para hacerte millonario. No es tu objetivo y no lo vas a conseguir. Lo haces porque te gusta y, cuando logras que te apoyen las marcas, es una maravilla.

Pero cuando estás ahí arriba, se puede vivir bien del triatlón.

Sí, vivo bien del triatlón, pero ha costado. En este deporte, el mejor del mundo puede lograr muchos sponsors, pero igual eres el sexto y, aunque trabajes igual de duro que el primero, malvives para que te cedan una bicicleta para poder competir y tienes que comprarla tú. El mensaje que hay que transmitir a la gente joven es que esto no te va a sacar de trabajar en el futuro, salvo a dos o tres. Tienes que tener la cabeza encima de los hombros.

¿Qué le diría el Gómez Noya actual al de hace veinte años?

Le diría que «ni te imaginas lo que va a ocurrir».

¿Y algún consejo?

Que hiciera lo que hice, que luchara por competir. He tenido las cosas claras desde el inicio. Tomé las decisiones adecuadas sin tener ni idea de por qué lo hacía en su momento. Ahora lo veo mejor y pienso que acerté. Hacía cosas de manera más instintiva, e igual que salieron bien, pudieron salir mal.

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