¿Qué pasó con... José María de Marco?
Dedicó al remo de alto nivel casi veinte años de su vida jalonados con dos participaciones olímpicas, un diploma en Atlanta'96, dos medallas de oro en campeonatos del mundo (seis en total) y un sinfín de triunfos junto a otros insignes miembros de una generación inolvidable de remeros sevillanos
Su padre practicaba el tiro olímpico, pero él prefirió el mundo del remo, al que llegó casi por casualidad, con la idea de ponerse fuerte para defender a su hermano en el colegio. Con el paso del tiempo la boga se convirtió en la vida ... de José María de Marco. Le dedicó 18 años y construyó un palmarés extraordinario, con dos campeonatos del mundo o el diploma olímpico de 1996, entre otros méritos. Hoy es profesor y una de sus tres hijas apunta a recoger su testigo.
Se dedica a la educación.
Sí, soy profesor desde que acabé la carrera de Educación Física. He estado unos veinte años en Enseñanza Secundaria, después pasé a la Universidad, la dejé y estoy en un ciclo de grado formativo superior (TSEAS). Llevo ya once años ahí y estoy muy a gusto, he encontrado mi sitio.
Ha pasado entonces por todos los ámbitos.
Sí. Si tuviera que elegir de nuevo, volvería a elegir el ciclo formativo antes que la Universidad. Salí muy decepcionado de la UPO. Es una vergüenza que sea una facultad del deporte y le dé la espalda al deporte de alto rendimiento
Estuvo 18 años en la élite del remo, mucho tiempo.
Mi gran valor es haber sido capaz de estar tantos años en un deporte tan duro sin bajar un solo año. Cuando dejé de competir, la Casa Real me concedió la medalla al mérito olímpico. Es uno de los premios que más valoro, incluso más que la propia medalla de campeón del mundo.
¿En el remo se sufre más a nivel físico o mental?
Se sufre mucho durante el año a nivel físico, pero en la semana previa a un gran campeonato, el desgaste emocional es muy fuerte porque sabes que todo lo tienes que resumir en seis minutos. No puede haber ningún fallo, todo el mundo que está ahí quiere lo mismo que tú, y esa presión es muy fuerte. La primera cana que tuve me salió en una semana previa un campeonato del mundo.
En Atlanta se quedó su bote a dos segundos de la medalla.
A 1,6. Fíjese, después de seis minutos remando, por 1,6 segundos... pero bueno, eso es el deporte. Cuando acabas con la conciencia tranquila de que has hecho todo lo que has podido y de que ése era tu sitio ese día, duermes como un rey.
Logró dos oros mundiales en el cuatro sin timonel.
En 2019 pudo perder la vida en el río. ¿Qué pasó?
Pensé que de ahí no salía. Iba remando en el skiff, la proa de un catamarán de paseo me partió por la mitad y me hundió como un par de metros. Una parte salió flotando y la otra parte se me quedó en los pies porque los llevamos en pedalinas. Como sabía que las hélices me iban a dar en la cara, me agaché, me quité los velcros de la pedalina con la mano, pude soltar el bote, me impulsé para atrás y ya pudo pasar por delante de mí el barco. Todo esto en unos cuarenta segundos o así. Se me hizo eterno.
¿Tiene el remo en Sevilla el reconocimiento que merece?
No, no lo tiene. Es una guerra perdida. Empezando por los medios de comunicación, los políticos... No se le dedica el tiempo que merece. Uno de los pilares del deporte es el reflejo que pueden tener en los niños los deportistas de élite como Rafa Nadal, Carolina Marín, Miguel Indurain... ¿Por qué no cuidamos eso más para que haya más puntos de referencia?
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