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El trono de nieve y gloria del esquiador sevillano Pablo Tovar

El deportista, que sufre una paraplejia desde el año 2008 que le tiene en una silla de ruedas, se proclamó en marzo campeón de España de esquí alpino adaptado

Tovar posa como campeón de esquí alpino 2019 ABC

Nacho Liaño

Levantar todos los límites de la vida no está al alcance de todo el mundo. Pablo Tovar (Sevilla, 1986) vuelve a ser noticia en la ciudad que le vio renacer tras conseguir el campeonato de España de esquí alpino adaptado en Baqueira Beret , unas pistas del Pirineo Catalán que le han visto encumbrarse en varias ocasiones forjando un trono que él mismo se ha labrado a base de esfuerzo y trabajo tras años de entrenamiento en Sierra Nevada .

«Me levanto día tras día para competir porque disfruto como un enano», cuenta Tovar a ABC de Sevilla. «Esquiar por libre y que me suelten por una estación de esquí me gusta, pero lo que me gusta de verdad es que me pongan los palos y pueda entrenar. Porque al final es una forma de superarte a ti mismo . Cuando voy viendo mi evolución, eso me llena de verdad», afirma el campeón nacional, contento por revalidar el título.

El joven l esionado medular se muestra satisfecho por su evolución como deportista. «Voy mejorando esquiando. Aunque no me pongo objetivos a largo plazo. Esto es una bola que ha ido creciendo. Nunca pensé que competiría en esquí alpino y fue saliendo. Fui entrenando, entré en el equipo de competición de la Fundación También, que costea mis viajes... Voy haciendo el camino a ver dónde me lleva todo esto», señala el esquiador, esperanzado de que lo mejor aún está por venir.

«La vida me ha pegado un vapuleo de la leche», reconoce Tovar, cuando recuerda el accidente de tráfico que cambió su día a día . Tenía sólo 21 años, y estudiaba el segundo año de Administración y Dirección de Empresas. Hoy tiene 32 y observa cómo ha crecido personal y profesionalmente. «El Pablo de ahora es una persona mucho más fuerte mentalmente. Al final, cuando le ves las orejas al lobo y la vida te pega un guantazo de realidad de este calibre te baja de la nube y te dice: ¡Eh, esto no es un juego!», valora el esquiador sobre su pasado.

Tovar ABC

El sevillano quiere concienciar de que esa «exposición traumática» puede pasarnos «a cualquiera de nosotros», pero confía en que ahora sabe «disfrutar de la vida de forma distinta. Veo los pequeños detalles. Disfruto de un atardecer, de un paseo en la montaña, de un buen rato con la familia y los amigos. Gracias al accidente sé ver la vida de esta forma», indica el flamante campeón.

Quizá por el accidente, o por esa forma de ver la vida después de «nacer de nuevo», sin coacciones ni restricciones, fuera la que llevara a Pablo a graduarse también en Psicología: « Muchos límites que tenemos en la vida te los pone la mente , no el cuerpo. Hay otros que no, ¿eh? Pero hay veces que nos autolimitamos mentalmente diciendo que no podemos hacer algo antes de intentarlo siquiera. Ya sea por miedo, por la comodidad la vida que llevamos... lo que sea».

Tovar confía en que esa historia de superación le permite continuar día tras día en un camino en el que busca esponsors con los que poder financiar las costosas oportunidades que se presentan en los torneos internacionales y analiza su situación desde el punto psicológico: «Voy superándome a mí mismo y corroborando que es posible seguir avanzando. No quiero estancarme. A ver qué puertas se van abriendo».

El esquiador sevillano compatibiliza sus entrenamientos con la enseñanza de dicha materia a través de charlas en colegios y empresas . «A mí la psicología me ayuda a controlarme a mí mismo. Si les pasara algo algún día a los chavales, ¿qué mejor que contarles lo que sé para que puedan gestionarlo mejor? Les enseño cómo controlarse a sí mismo, para qué sirven las emociones, saber reaccionar a las frustraciones. En el deporte se aprenden cosas que después se aplican en la vida diaria», apostilla el también psicólogo.

Tovar, un campeón cauto que no se marca objetivos a largo plazo, disfruta de sus ratos libres con su pastor belga, Luca , con el que se va de viaje tanto a la costa como a la montaña: «Lo he adiestrado y me pongo una ruedecita en la silla para que tire de mí. Me encanta perderme con él por Asturias o Cádiz». Con su inseparable aliado, Tovar enseña en su cuenta de Instagram @PabloTovarNL todos los rincones elegidos para levantar los límites que un día le hicieron sentarse en una silla que a base de campeonatos ha forjado como un trono de nieve al que sólo le falta alcanzar la competición en unos Juegos Paralímpicos . Los juegos de Pablo Tovar: «Ojalá pueda competir allí algún día. Pero voy pasito a pasito marcándome mi propio camino».

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