La biotecnológica Biomedal compra el laboratorio sevillano Labsur
El laboratorio, fundado en 1982 por el químico Félix López Elorza y el médico Joaquín Mateo, es referente en detección de intolerancias alimentarias
La compañía ha desarrollado una técnica que identifica la hipersensibilidad que pueden provocar hasta cien alimentos en algunas personas
La sevillana Biomedal entra en EE.UU. con sus test rápidos de seguimiento de dieta sin gluten

La biotecnológica sevillana Biomedal, presidida por Ángel Cebolla, acaba de comprar Labsur, un laboratorio referente en la detección de intolerancias alimentarias que fue fundado en 1982 por el bioquímico Félix López Elorza y el médico Joaquín Mateo. Biomedal ha trasladado al Parque Científico ... y Tecnológico Cartuja el laboratorio Labsur, que ya genera sinergias con Biomedal, compañía que tiene un laboratorio de análisis de alimentos que da soporte a la industria alimentaria.
Biomedal está participada en un 84% por el farmacéutico y emprendedor Angel Cebolla y en un 9% por el inmunólogo y business angel Francisco León, quien desarrolla su actividad profesional en Estados Unidos. Además, Biomedal tiene actualmente el 15% de Olavide Neuron STX, una spin off de la Universidad Olavide, dedicada a desarrollar fármacos contra el Parkinson y el Alzheimer.
Labsur es la primera empresa en la que toma el control Biomedal, especializada en investigación médica, sobre todo en el mundo de la celiaquía. De hecho, ha desarrollado test rápidos de seguimiento de dieta sin gluten a través de la orina y las heces, que también comercializa en Estados Unidos a través de la compañía Glutenostics, que creó con dos socios estadounidenses. En breve sacará un método para determinar la permeabilidad intestinal que será una innovación internacional, adelanta Cebolla.
«Biomedal ya es un referente internacional en celiaquía y ahora Labsur quiere ser un referente nacional e internacional en la detección de intolerancias alimentarias. Queremos darle sustento científico a su técnica para detectar intolerancias alimentarias con estudios clínicos reglados que puedas ser reconocidos por sociedades científicas», señala Cebolla, quien explica que Biomedal, con 23 trabajadores en en el municipio de Camas (Sevilla) y Labsur, con una plantilla de 15 empleados en la Cartuja, son muy complementarias. Mientras que la primera está especializada en el control de alérgenos, como gluten, beta lactoglobulina y caseína, en la industria alimentaria, la segunda está enfocada en pacientes con hipersensibilidad no alérgica a los alimentos.
El médico analista Francisco Rebollo, que ha desarrollado gran parte de su carrera en este laboratorio y es actualmente vicepresidente de la Sociedad Andaluza para el Estudio de Intolerancias Alimentarias, continuará como director de Labsur. «Las alergias provocan reacciones inflamatorias inmediatas mientras que en las intolerancias alimentarias nuestro sistema inmune desarrolla una respuesta inflamatoria por liberación de histamina pero no lo hace de manera brusca porque no hay anticuerpos. La intolerancia alimentaria tiene un efecto acumulativo. Si consumes ese alimento un día no percibes la intolerancia pero se produce un pico entre 24 y 72 horas después de la ingesta alimentaria y tarda una semana en desaparecer el efecto bioquímico del contacto con ese alimento», indica Rebollo.
«La hipersensibilidad no alérgica no se conocía hace 40 años pero el bioquímico Félix Elorza empezó a sospechar por la clínica que había una relación entre el estado de salud de un paciente y el alimento que había dado positivo en las pruebas. En ese sentido fue pionero al advertir que había algo diferente a la alergia, que también era reacción inmunológica, que no provocaba patología aguda pero sí dermatitis crónicas, alopecias, cefaleas, trastornos digestivos, problemas de fertilidad, dolores de espalda...», señala este médico.
«Labsur es la única empresa que -dice- ha desarrollado una técnica capaz de identificar cuál es la causa de la hipersensibilidad alimentaria no alérgica. Ahora realizamos análisis de intolerancias de hasta cien alimentos, aunque tenemos en fase de desarrollo otros, como los arándonos, el altramuz, el cabrito... No hay una máquina en el mercado o multinacional haciendo los reactivos para estos diagnósticos. Los hacemos nosotros».
En la mayoría de los casos suele ser suficiente hacer un test de 12 alimentos, que incluyen la leche, la clara, yema de huevo, ternera, cerdo, pollo, pescado blanco, pescado azul, arroz, maíz, soja o trigo. La analítica inicial que realiza Labsur cuesta aproximadamente 144 euros para 12 alimentos. Posteriormente se hacen analíticas de tres o cuatro alimentos por unos 30 o 40 euros para hacer seguimiento.

Labsur trabaja con 170 profesionales repartidos por toda España, entre ellos médicos o nutricionistas, a los que forma en su técnica. «Queremos que nuestros pacientes lleguen de la mano de un profesional porque es fundamental que el diagnóstico previo sea el adecuado, descartando otras patologías. Es muy probable que los pacientes que se auto prescriben las pruebas y la dieta correctora fracasen», señala Daniel Motilva, gerente de Labsur.
«Esto no es tan simple como decir me ha salido intolerancia a la leche, la dejo y ya está. Hay que reforzar la resiliencia al tubo digestivo, que ha sido deteriorado durante mucho tiempo con una reacción inflamatoria, mejorar la flora intestinal, mejorar la permeabilidad... », aclara Rebollo.
«Podemos multiplicar las ventas permitiendo que todo el que quiera se haga la analítica pero nuestro objetivo ha sido siempre que esta patología se conozca y hagamos las cosas bien para ayudar a que los pacientes mejoren. La intolerancia alimentaria se ha convertido en la gallina de los huevos de oro y muchas empresas venden humo, están engañando, cuando detrás no hay base científica, pero la gente entra porque está dispuesta a gastarse lo que sea cuando está mal. Somos muy críticos con eso», indica Motilva.
Es importante tratar las intolerancias para mejorar el malestar del paciente y porque si no se tratan pueden evolucionar hacia una enfermedad más grave, señalan las mismas fuentes. «El síndrome de intestino irritable es un cajón desastre donde han terminado por meterse la mayoría de los síntomas cuyas causas son desconocidas. Es decir, sabes que no es una infección vírica o bacteriana, no es celiaquía, enfermedad de Crohn... pero esas personas viven con muchos trastornos y llegan a ir hasta cinco médicos de especialidades diferentes para intentar conocer la razón. Labsur ha dado con la clave de muchos problemas recurrentes de personas que habían sido diagnosticadas con esos síntomas», indica Ángel Cebolla.
Por otra parte, el fundador de Biomedal subraya que «hay una cuarta parte de celíacos que si le quitas el gluten siguen teniendo síntomas parecidos a la celiquía y muchas veces es por hipersensibilidad no alérgica a determinados alimentos. Las intolerancias alimentarias pueden afectar a un 20% de la población y según los estudios de Félix Elorza apuntan a que el 98% de las personas es sensible a más de un alimento».
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