El dueño de Magtel compra el pabellón de Hungría en la Expo 92 de Sevilla para restaurarlo
El empresario cordobés Mario López Magdaleno afirma que lo rehabilitará sin saber aún a qué lo destinará
El edificio, construido para la Expo 92, se encontraba abandonado desde la quiebra del grupo de Luis Portillo
La piqueta se llevó 67 pabellones de la Muestra Universal de Sevilla

El que fuera pabellón de Hungría en la Expo 92, ubicado actualmente dentro del Parque Científico y Tecnológico Cartuja , ya tiene quien lo salve de la ruina. El empresario de Posadas (Córdoba) Mario López Magdaleno, presidente de Magtel, lo ha adquirido a título ... personal con el fin de rehabilitarlo tras nueve años de abandono. El directivo de Magtel, un grupo cordobés con actividades en los sectores de la energía, infraestructuras, telecomunicaciones, medio ambiente, ferrocarriles y minería, asegura que su intención es restaurar este pabellón, aunque aún no sabe muy bien a qué lo destinará.
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Hungría construyó en la calle Marie Curie de la isla de la Cartuja este pabellón efímero de la Expo 92, que tiene la firma del arquitecto húngaro Imre Makoveczh, fallecido en 2011. Se trata de una de las joyas arquitectónicas de la Muestra Universal de Sevilla, construido en madera y con una peculiar cubierta revestida de pizarra que asemeja al casco invertido de una embarcación primitiva. Cuenta con siete torres que perforan esa cubierta en forma de casco, dando lugar a siete campanarios que se rematan con elementos decorativos que se inspiran en las iglesias tradicionales húngaras. En su interior aún permanece un roble de las riberas del Danubio cuyas raíces pueden verse a través de un suelo de cristal, según ha podido constatar ABC.
La Junta lo vendió en 1996
Tras finalizar la Exposición Universal, el pabellón estuvo sin uso hasta que la Empresa Pública del Suelo de Andalucía (Epsa), hoy Avra, lo vendió por 385.993 euros en 1996 a Atymsa Nuevas Tecnologías, del grupo Zent, del empresario Luis Portillo. El nuevo propietario lo restauró bajo la supervisión del arquitecto Enrique Morales para adecuarlo como Museo de la Energía Viva, cuyo objetivo era mostrar la compatibilidad entre el desarrollo y la preservación de la naturaleza con el uso de energías renovables.
Tras la polémica que surgió por la demolición de varios pabellones de la Expo 92, l a Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía decidió proteger el inmueble incluyéndolo en 2009 en el Catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz, evitando así que fuera víctima de la piqueta, lo que en la práctica supone que cualquier modificación tiene que tener el visto bueno de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico. Además, al estar catalogado tampoco puede desmontarse y trasladarse a otro lugar.
En Museo de la Energía Viva cerró en 2007 y a partir de 2013 quedó abandonado tras la quiebra del grupo Zent. Desde entonces ha sufrido el ataque de vándalos, lo que obligó incluso a poner incluso rejas en sus ventanas para evitar okupas. La rotura de los cerramientos de metacrilato de los huecos de los campanarios facilitó la entrada de aves, que dejaron las dependencias más altas llenas de excrementos, pero sin afectar a a parte noble del edificio. Además, la pérdida de piezas de pizarra de su cubierta ha dejado a la intemperie la madera.

El edificio, levantado sobre una parcela de 1.682 metros cuadrados y con 2.041 metros cuadrados construidos, tiene autorizado un uso como «centro para las innovación y difusión de las nuevas tecnologías hasta el 31 de diciembre de 2031», según Mario López Magdaleno. Fuentes de Urbanismo indican que en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), el pabellón tiene usos de 'servicios avanzados', lo que en teoría le permitiría acoger actividades basadas fundamentalmente «en nuevas tecnologías, cuyo objeto de producción es el manejo de información, el desarrollo y producción de sistemas informáticos, audiovisuales y otros similares, cálculo y proceso de datos y, en general, actividades de investigación, desarrollo e innovación, así como servicios empresariales cualificados, en un entorno adecuado».
Marío López Magdaleno: «Quiero que el pabellón vuelva a su estado originall»
Dentro del proceso de liquidación de los bienes del grupo Zent, el pabellón de Hungría salió a subasta en 2017 por tres millones de euros, aunque entonces estaba gravado con dos hipotecas de casi 8 millones de euros. Hasta ahora nadie ha querido quedarse con él, dadas las limitaciones de uso que tiene, su pésimo estado y su elevado coste de mantenimiento. Ni la Junta de Andalucía, que tenía opción de compra del pabellón, ha ejercido ese derecho. Finalmente, el pabellón fue adquirido por una empresa que a su vez lo ha vendido a Mario López Magdaleno, según ha podido saber ABC.

«He adquirido a título personal el pabellón para arreglarlo y que vuelva a su estado original. Para ello, he encargado ya la redacción de un proyecto para solicitar a Urbanismo la licencia de obras. Además, la Comisión de Patrimonio de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía tiene que autorizar las obras, ya que es un edificio protegido al ser un Bien de Interés Cultural (BIC)», ha declarado López Magdaleno, quien aún desconoce a qué lo destinará, dadas las restricciones que tiene para su uso.
Según este empresario cordobés presidente de un grupo que facturó el pasado año casi 125 millones de euros y que tiene 800 trabajadores, el pabellón está deteriorado en su parte exterior, pero se mantiene en buena condiciones en su interior. «Habrá que restaurar la estructura exterior, para lo cual estamos contactando con expertos en madera. Además, tendremos que reponer las piezas de pizarra de la cubierta, que llegan hasta el suelo. Sin embargo, las vigas y estructuras de madera interior están en perfecto estado», añade el empresario.
López Magdaleno ha pedido al servicio de Parques y Jardines que le informe cómo abordar la restauración de la zona verde que rodea al pabellón con el fin de cumplir la legalidad. La parcela donde está el pabellón es propiedad de la Junta de Andalucía y como la Junta no ha ejercido su derecho de compra del pabellón, el dueño de Magtel no tendrá que pagar el canon anual de 40.000 euros por el derecho de superficie.
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