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AGRICULTURA

«Fabricamos los microorganismos que han perdido los cultivos»

La empresa sevillana Bioprocesos de Trichodex elabora productos biológicos para más de 30 países

Khalid Akdi, director de I+D+i y de Bioprocesos de Trichodex ABC

Inma Lopera

Trichodex nace a principios de los años 90 en el seno de la empresa sevillana AMC Chemical, dedicada a la fabricación y comercialización de productos biotecnológicos innovadores libres de residuos para uso agrícola. Actualmente es donde está el valor añadido del negocio, ya que mientras que AMC se dedica a fabricar productos ya consagrados en el mercado de marcas blancas para clientes, Trichodex fabrica marcas propias, siendo pionera en la comercialización de productos biobasados (biofertilizantes, bioestimulantes, bioprotectores y nutricionales).

No obstante, si hay algo que diferencia a la empresa, con sede en Dos Hermanas , donde desarrolla la obtención, procesado y formulación de las diferentes materias activas que forman parte de sus productos, es la investigación en base a microorganismos. Se trata de ciertas bacterias y hongos presentes de manera natural en el suelo y en las plantas y que son capaces de estimular las defensas de los cultivos haciéndolos más resistentes. Trichodex exporta sus productos de alta tecnología desde Sevilla a una treintena de países.

—¿Cuándo empieza la empresa a desarrollar I+D+i a base de microorganismos?

—Hace 26 años, pues hemos sido pioneros en este sentido. El germen de Trichodex fue una patente para poder elaborar formulados a base de trichodermas, hongos beneficiosos que permiten prevenir la aparición de enfermedades fúngicas en los cultivos, y del que la empresa recibe el hombre. Las plantas como los humanos, tanto en su interior como en su entorno, conviven con millones de microorganismos. De hecho, sólo en una cucharada de tierra hay más microorganismos que habitantes en el planeta Tierra, pero debido a una agricultura cada vez más intensiva y al abuso de productos químicos están desapareciendo. Nuestra empresa pretende reintroducir esos microorganismos que son beneficiosos para los cultivos, ayudando así al agricultor a resolver problemas en sus cosechas.

—La política agraria aboga por una agricultura más sostenible. ¿Da eso ventajas a los productos bio?

—Trabajamos para racionalizar los productos químicos, pero no pensando en eliminarlos, ni en aportar alternativas a los agroquímicos. Según la FAO, la producción agrícola mundial debe aumentar un 70% de aquí al año 2050 para alimentar a la población del planeta y hacerlo sólo con productos bio será imposible. Hay que utilizar agroquímicos, pero evitar sobredosis que generan resistencias que después son muy difíciles de controlar. En una agricultura moderna pueden convivir insumos de origen natural y químico, pero de forma equilibrada y racional. No obstante, nuestros productos son de residuos cero, por lo que tienen aplicación tanto en la agricultura ecológica como en la convencional.

—¿Las nuevas tecnologías pueden hacer a la agricultura ecológica tan productiva como la convencional?

—Antes se trabajaba sin tener en cuenta las técnicas de la formulación pero el 50% del éxito de un producto para uso agrícola está en el formulado, no sólo en la sustancia activa. Gracias a este conocimiento y al desarrollo de tecnologías propias (como el proceso de fermentación multifásica de microorganismos FPB y el de patrones moleculares asociados a microbios, Mamps) Trichodex ha desarrollado productos para la agricultura ecológica que en combinación con determinadas prácticas agronómicas superan entre un 10 y un 20% la productividad media que se alcanza en la agricultura convencional.

—¿La legislación europea es tan estricta a la hora de registrar productos bio como lo es con los agroquímicos?

—Hemos avanzado a nivel europeo, nacional y regional respecto a diez años atrás, cuando había un vacío legal en lo que se refiere a productos tanto botánicos como microbianos. No obstante, el coste para poder registrar un producto biológico es igual de inasumible hoy día que para registrar uno químico. Así, para elaborar una sustancia activa química se necesitan casi diez años y una inversión de hasta 200 millones de dólares, frente a una media de tres años y un coste de cinco millones de dólares que supone el desarrollo de un producto biológico. Pero en cuanto al registro, el plazo dura unos cinco años y es necesario un desembolso de hasta un millón en ambos casos. Eso dificulta acceder al mercado al mismo nivel que las multinacionales, porque quienes están trabajando en el sector biológico son pequeñas y medianas empresas.

—La empresa tiene el 80% de su negocio en el mercado internacional. ¿Qué proyectos tiene a corto plazo?

—Tenemos una fuerte presencia en Latinoamérica, con una sede en Bogotá (Colombia) desde 2003. Este año, como novedad, vamos a empezar a trabajar en el mercado chileno.

—¿Para qué cultivos desarrollan más productos?

—Destacamos en hortícolas y en frutales, aunque estamos ganando peso en berries y en cultivos tropicales.

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