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CEO de GRI Renewable Industries

Javier Imaz: «La fábrica de Sevilla ya ha arrancado con contratos de Vestas y Navantia»

La filial de Corporación Gestamp estará a pleno rendimiento a fines de 2018, con un ritmo de producción de 115 torres eólicas marinas al año

Javier Imaz, CEO de GRI Renewable Industries J.M. SERRANO

LUIS MONTOTO / ELENA MARTOS

En 2011 echó el cierre Astilleros de Sevilla, dejando atrás más de medio siglo de tradición en la industria naval. Seis años después, la antigua atarazana vuelve a estar en producción, aunque orientada al negocio de las estructuras marinas.

Si en 2013 fue Tecade quien ocupó una de sus gradas cubiertas, ahora ha sido GRI Renewable Industries —filial de Gonvarri Steel Industries— quien está culminando la puesta a punto de su fábrica en la capital hispalense, una iniciativa que ha reaprovechado una superficie de 160.000 metros cuadrados.

«Hace apenas seis meses comenzaron las obras de la planta y, casi en paralelo a la culminación del proyecto, hemos empezado a ejecutar el primer contrato para la multinacional Vestas», afirma Javier Imaz, consejero delegado de esta compañía.

La antigua nave de Ros Casares se ha adaptado para que el grupo reciba las grandes planchas de metal, donde comienzan a ser curvadas. La parte principal del proceso continúa en las gradas, donde se fabrican las grandes secciones de unas torres eólicas que pueden alcanzar un diámetro superior a los diez metros. Y en una nave de nueva construcción finaliza el tratamiento de la superficie y la pintura de estos inmensos postes, que salen desde allí a través del Guadalquivir rumbo a su destino final.

«Ha sido un proceso que ha combinado la reconstrucción de las instalaciones, la creación de nuevas edificaciones y el desarrollo tecnológico para conseguir uno de los primeros centros del mundo que construye en serie torres eólicas marinas», remarca.

—¿Cómo se ha conseguido un primer contrato antes incluso de terminar la fábrica?

—La fábrica es para torres eólicas marinas, aunque el primer contrato será para un parque que está en tierra firme pero que, por sus características especiales, necesitaba torres de gran diámetro. El cliente final es la multinacional Vestas. La adjudicación ha sido importantísima por la confianza que ha demostrado en nosotros y porque nos ha permitido arrancar la fábrica con productos que irán directamente al mercado. Para este primer contrato hemos traído equipos de nuestras plantas en Brasil o Turquía que están formando a la plantilla de Sevilla. Con un contrato así arrancar está siendo más fácil.

—¿Qué carga de trabajo ha garantizado este primer contrato?

—Son 78 secciones (cada torre se compone de varias de ellas) que han generado carga de trabajo hasta el primer trimestre de 2018, y se ha sumado a otra adjudicación de Navantia, que está fabricando una nueva subestación para el parque East Anglia de Iberdrola en Reino Unido. En Sevilla haremos los «piles» (los postes que anclan la subestación al fondo marino). En este momento ya hay una plantilla de cien trabajadores.

—¿Cuándo estará la planta a pleno rendimiento?

—Los contratos de Vestas y Navantia han sido un espaldarazo, pero seguimos trabajando muy intensamente en la parte comercial para obtener nuevos contratos. Hemos mostrado las capacidades de Sevilla a otros posibles clientes como Mitsubishi, Siemens-Gamesa, Alston o Dong Energy. Vamos con cautela, porque estamos arrancando, pero a fines del próximo año deberíamos estar a pleno rendimiento, lo que implicará hacer 115 torres al año con una plantilla de 400 trabajadores.

—¿Qué ingresos aportará la planta de Sevilla?

—Dependerá de distintos factores, como el tipo de torres que fabriquemos o el precio del acero, pero debe oscilar entre 80 y 110 millones de euros anuales.

—¿En torno a GRI se puede crear un parque de proveedores locales?

—Hoy estamos concentrados en terminar la obra de la fábrica y culminar con éxito los primeros contratos. Cuando estemos a pleno rendimiento quizá sea necesario encontrar otras empresas del entorno que nos ayuden a consolidar esta industria. Actualmente sería imposible derivar parte de la carga, pero en el futuro no descartamos establecer lazos de colaboración con nuestros vecinos que ayuden a forjar un «hub eólico off shore» en Sevilla.

—¿Qué ventajas e inconvenientes ha encontrado en Sevilla?

—Hemos encontrado unas instalaciones que estaban parcialmente construidas, lo que ha aliviado la inversión. El componente logístico es vital, y las torres pueden salir al mar a través del Guadalquivir. Hay una cadena de suministro muy próxima, una mano de obra cualificada, una gran tradición naval y metal-mecánica... En definitiva, el ambiente industrial es atractivo.

—¿Y en la parte negativa?

—No somos sevillanos, somos de Burgos. Hemos tenido que aprender todo el proceso de permisos y licencias.

—¿Se refiere a que la burocracia es muy complicada?

—Digamos que no es de las más sencillas, pero tampoco hay que dramatizar. Como en cualquier otro sitio de España, hay una seguridad jurídica muy aceptable si nos comparamos con otros países. El respaldo del Ayuntamiento, además, ha sido total.

—GRI Renewable Industries tiene doce fábricas repartidas en países como Brasil, India, China o EE.UU. ¿Qué aporta la de Sevilla?

—GRI Renewable Industries nació en 2008 con la adquisición de una factoría en Galicia y en este periodo ha puesto en marcha doce plantas. Hasta ahora hacíamos torres con un máximo de cinco metros de diámetro y, gracias a Sevilla, ahora podemos hacer aquí hasta de 10 metros de diámetro. Esta planta nos aporta especialización.

—GRI hace grandes torres en Sevilla de forma automatizada. ¿Hay mucha competencia en este segmento?

—De momento hay otras fábricas en el mundo que están automatizando sus procesos, pero estamos en un negocio nuevo que aún no ha alcanzado su máximo punto de madurez. A medida que crezca habrá más competencia, por eso estamos obligados a competir en un contexto en el que los precios se irán abaratando. En está fábrica hay que automatizar, robotizar y buscar eficiencias en todas las áreas de la cadena para convertirnos en una referencia global. A partir de ahí, somos un proveedor muy solvente, lo cual está muy valorado por los clientes porque disminuye el riesgo de las inversiones.

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