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Los retos de la «heredera» de Zapatero en Andalucía

Nombrar gobierno, mantener la alianza con IU, renovar el partido y hacer frente a la corrupción y el paro, primeros objetivos

Los retos de la «heredera» de Zapatero en Andalucía abc

f. delgado-iribarren

Después de la toma de posesión de este sábado en el Palacio de las Cinco Llagas, a Susana Díaz no le quedan más trámites por delante para ponerse manos a la obra como presidenta de la Junta de Andalucía. La socialista, que reivindicó en su primer discurso como presidenta las políticas de igualdad de Zapatero, toma las riendas de la política autonómica en un momento especialmente complicado y delicado para su partido y su comunidad. Estos son algunos de los primeros retos que tendrá que afrontar:

Nombrar un gobierno a su medida. La decisión de Griñán de apostar por una candidata joven (nacida en 1974), criada en el seno del socialismo andaluz, anticipa un probable rejuvenecimiento en el plantel político. Los dos anteriores presidentes autonómicos, Chaves y Griñán, han nacido en 1945 y 1946, respectivamente. Susana Díaz, que en política nunca ha tenido problemas en cortar con su pasado, querrá demostrar la renovación generacional en el partido.

Mantener la alianza con IU. Los comunistas ya han avisado de que son «fuerza de gobierno» y tratan de tú a tú con los socialistas, sabiendo que su apoyo es imprescindible para que Díaz pueda gobernar. Susana Díaz ya ha manifestado que no tiene problemas en ir de la mano de la coalición que lidera Antonio Maíllo. De hecho, su posición política es más próxima a la de IU (izquierda radical) que a la del PP.

Culminar la renovación interna. La existencia de candidatos en las primarias del pasado mes de julio, aunque ninguno obtuviera el mínimo de avales necesarios para competir contra Díaz, revela que hay cierta crítica interna en el PSOE andaluz. En el curso de dichas primarias abundaron las quejas por las malas artes utilizadas para minimizar las posibilidades de los rivales de Díaz, que contaba con la ayuda del aparato oficial del presidente dimisionario. Es probable que Díaz quiera liberarse de adversarios e incluso enemigos internos y rodearse de fieles.

Lucha contra la corrupción. Los ERE han intoxicado el socialismo andaluz. En la Junta abundan los elementos contaminados por un escándalo por el que ya han sido imputadas 116 personas. Hay voces que apuntan a que Susana Díaz depurará la Junta de colaboradores implicados en las tramas de corrupción. Habrá que ver si su promesa de gobernar con las «ventanas abiertas» no queda en papel mojado. Lo podrá demostrar colaborando con la Justicia en lo que resta del proceso de los ERE, y apoyando a la juez Mercedes Alaya más de lo que su partido le ha apoyado hasta ahora.

Compromiso con el empresariado andaluz. Díaz ha prometido en su discurso de toma de posesión: «Me voy a dejar la piel para ayudar al tejido empresarial para crear empleo». Esta promesa cobra una especial relevancia en una comunidad con una tasa de paro que supera el 36%, la más alta de España. Hasta ahora la política de sus antecesores en el cargo no ha revertido la tendencia que aboca a una situación dramática a millones de andaluces de todas las edades. Todos ellos, más que bonitas declaraciones de intenciones, esperan resultados.

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