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Diez cosas que hacer un fin de semana en el Alentejo … pero elegir solo dos

El Alentejo es una enorme región que ocupa más de un tercio de Portugal y que ofrece opciones muy interesantes para todo tipo de turismo

El título –siento engañaros- es tan pretencioso como decir «Qué hacer un fin de semana en Cataluña». Porque el Alentejo es una enorme región que ocupa más de un tercio de Portugal, con 31.551 km cuadrados de superficie, lo que da para acantilados y playas de arena blanquísima frente al Atlántico, montañas en la sierra de San Mamede, suaves colinas en el interior, pantanos y ríos, etc.

Como me fastidia bastante eso de «si hoy es martes, esto es Bruselas», me voy a limitar a contaros las opciones que se me ocurren en una pequeña zona del Alentejo central, al norte del pantano de Alqueva, entrando por Badajoz si vas desde España. Inmensas planicies ondulantes pintadas de color paja en los campos de cereales y de verde rabioso de junio en los viñedos, tomando como base Redondo y no alejándonos más de 40 km. Porque más vale poco y bien que mucho y mal.

Qué hacer un fin de semana en el Alentejo

1.Visitar alguna de los más de 150 vestigios arqueológicos que demuestran que esta zona de la península estuvo habitada desde la prehistoria, hace más de 6.000 años. Estructuras megalíticas en forma de crómlech, de menhires o dólmenes. El crómlech de los Almendres, cerca de Évora, es el más importante monumento megalítico de la Península Ibérica: 95 monolitos con forma almendrada en un recinto de 70 por 40 m. El dolmen de Candeeira, en Redondo, es uno de los mejor conservados y destaca por tener una pequeña ventana en una de las piedras.

2.Aprender el proceso de fabricación de las piezas de cerámica en las olearias (alfarerías) de Sào Pedro do Corval, considerada la capital ibérica del barro. Allí te preguntarás cómo has podido pasar sin esa jarra de colores ni sin ese lebrillo a juego.

Qué hacer un fin de semana en el Alentejo
Qué hacer un fin de semana en el Alentejo

3.Visitar la ciudad amurallada de Évora, patrimonio de la humanidad desde 1986. Puedes intentar ver la Sé del siglo XII (la catedral más grande de Portugal), el templo de Diana del siglo I dC, las termas romanas de la misma época, la universidad del siglo XVI fundada por el Infante D. Henrique y legada a los jesuitas, el Palacio de D. Manuel (único resquicio del Palacio Real de Évora destruido en el siglo XIX)… o sencillamente perderte por las calles empedradas que discurren entre blanquísimas casas con zócalos y ventanas de colores añil u ocre.

4.Hacer una ruta de senderismo o de bicicleta por la Serra de Ossa, el pulmón verde más importante del Alentejo central. Disfrutar paseando entre alcornoques, encinas, madroños (vale, también eucaliptos) y averiguar cuál es la drosera, una planta insectívora en peligro de extinción. Puedes consultar las rutas en la página: https://www.portuguesetrails.com/es/regions/alentejo.

5.Conocer el último de los talleres donde se fabrican en telares tradicionales las mantas alentejanas, Fabrica Alentejana de Lanifìcios, que perpetúan motivos árabes y romanos con los colores de la primavera del campo tan presente en la vida de Regengos de Monsaraz. Usadas inicialmente por los pastores para protegerse del frío, con el tiempo se han convertido en símbolo de la región y objeto de colecciones. En este vídeo podéis ver cómo se fabrican y cómo son ¡No quiero responsabilidad alguna por incrementar vuestros objetos de deseo!

6.Subir a la colina de Monsaraz y asomarse al castillo para entender por qué le llaman el nido de águila a esta pequeña población amurallada. Las vistas del embalse de Alqueva, el más grande de Europa, te dejarán sin respiración. Pasear por las calles empedradas de pizarra -apenas dos- y visitar con tranquilidad los monumentos que encierra harán que necesites al menos una mañana.

Qué hacer un fin de semana en el Alentejo

7.Disfrutar de la gastronomía alentejana, una de las más ricas e imaginativas de Portugal, pues basa su identidad en la pobreza y aislamiento de esta vasta región, obligando a un uso creativo de los antaño pocos recursos naturales disponibles: espárragos y otras hierbas espontáneas, cereales, quesos, tomate, aceite, etc.

8.Pasear por Vila Viçosa y asombrarte de que un pequeño pueblo como este, de menos de 10 mil habitantes, albergue un palacio tan impresionante: el Paço Ducal, mandado erigir en 1501 por Jaime I, cuarto duque de Bragança. Además de un castillo del siglo XIII, la Iglesia jesuita de Sâo Joâo Evangelista de 1601, el Convento e Iglesia dos Agostinhos o la Iglesia y Convento das Chagas de Cristo, actualmente reconvertido en una preciosa Pousada muy aconsejable para alojarse.

Llegado este punto me diréis que no da tiempo de hacer tantas cosas en solo dos días, y tendréis razón. Porque ir corriendo de un sitio a otro como pollo sin cabeza es justo lo contrario de lo mejor que tiene el Alentejo: la tranquilidad de un pueblo que es el ejemplo perfecto de «slow life». Así que voy a terminar esta enumeración con las dos únicas cosas que nosotros hemos elegido este fin de semana de junio.

Qué hacer un fin de semana en el Alentejo
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9.Descubrir que existen montones de nombres de uvas que desconocíamos: Alfrocheiro, Alicante Bouschet, Trincadeira, Antâo Vaz, Arinto, Roupeiro, Fernâo Pires, etc. De las más de 4000 variedades de uva que existen en el mundo, Portugal es el segundo país con mayor número de variedades indígenas exclusivas, es decir, que no existen en ninguna otra parte.

En el Alentejo, el enoturismo está bien representado con 66 bodegas que ofrecen todo un abanico de servicios: visitas explicadas, degustaciones, restaurantes y tranquilos alojamientos rurales rodeados de vides. En la Herdade de Esporao, en Regengos de Monsaraz, tienen un restaurante bien decorado, con preciosas vistas y la posibilidad de un menú degustación por 50 euros -15 más si lo maridas con tres vinos-.

Os aseguro que os sorprenderán platos como la coliflor caramelizada con queso de serpa y almendras o el choco con morcilla y acelgas (los que elegimos nosotros) junto a entrantes sofisticados y unos panes caseros impresionantes. Y qué decir del vino blanco que tomamos, fermentado como se hacía tradicionalmente en vasijas de barro y posteriormente embotellado (sin pasar por barrica de madera).

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10.Quedarte todo el fin de semana en el Convento de São Paulo, leyendo, como antaño hacían los monjes, el Antiguo y el Nuevo testamento en los más de cincuenta mil metros cuadrados de azulejos del siglo XVIII, la más grande colección privada de Portugal. Y, cuando crees que ya sólo vas a poder ver la vida en blanco y azul, tumbarte en una hamaca junto una piscina con forma de alberca a comprobar cuánta sombra pueden dar tres viejos nísperos juntos. Esta vez, eso sí, con un libro en papel, a ser posible «Viaje a Portugal», de Saramago.

Qué hacer un fin de semana en el Alentejo

Fotos: Cuarto de Maravillas

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