Portugal está de moda

La cultura lusa toma el puso internacional con autores de gran calidad como José Luis Peixoto con su novela «Galveias»

Acaba de clausurarse la Feria del Libro de Madrid 2017 con Portugal como país invitado. Desde el 26 de mayo al 11 de junio se han sucedido una serie de actividades dedicadas a dar a conocer la realidad cultural portuguesa y protagonizadas por personalidades lusas relevantes en la literatura, el cine y el arte: el poeta Nuno Júdice, premio Reina Sofía de Literatura Iberoamericana, que dio una conferencia sobre el artista Almada Negreiros; el ensayista y filósofo Eduardo Lourenço, la cantante lírica Ana Luísa Amaral, Lula Pena (una de las grandes voces del fado), los escritores Antonio Lobo Antunes, Gonçalo M. Tavares y José Luis Peixoto, entre otros. Por supuesto, siempre teniendo presentes a Fernando Pessoa y José Saramago, grandes de la literatura universal.

La conclusión es que Portugal está de moda. No es porque mi hijo esté viviendo el Lisboa, ni porque mi marido esté ya contando los días para volver a Culatra, ni porque todavía me acuerde del maravilloso pargo que me tomé en Rabo D`Pexe y resuene en mis oídos alguno de los fados que Kátia Guerreiro cantó en el Consulado de Portugal de Sevilla el día 8 de junio. El caso es que últimamente siento la necesidad de conocer algo más de la cultura de nuestros vecinos. Por eso hoy quiero hablaros del libro que tengo entre manos: «Galveias», y de su autor José Luís Peixoto.

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Nace en 1974 en Galveias, un pequeño pueblo del Alentejo, donde vive hasta que, a los dieciocho años, parte a Lisboa para licenciarse en Lengua y Literatura Modernas en la Universidade Nova de Lisboa. Ha sido profesor en varias escuelas portuguesas y en Cabo Verde, dedicándose ya por completo a la literatura en 2001. Con tan solo 27 años fue el ganador más joven del Premio Literario José Saramago. A partir de ahí, su obra obtiene un amplio reconocimiento nacional e internacional y sus libros se traducen a más de veinte idiomas.

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En «Galveias», publicado en España por Literatura Random House, recrea la vida cotidiana de su pueblo a través de diversos personajes, -un capítulo, un microcosmos- que se van entrelazando entre sí a medida que los vamos conociendo para componer el universo cerrado en sí mismo que es el pueblo. La narración arranca en 1984 con un extraño suceso, una serie de explosiones que detienen el tiempo en mitad de una noche fría, una cosa sin nombre que impacta en las propiedades del doctor Matta Figueira. Todos los vecinos salen a las puertas de sus casas, en camisones, calzoncillos o vestidos apresuradamente, y Peixoto aprovecha para mostrarnos en un cuadro costumbrista el elenco de personajes a los que luego iremos conociendo. Un intenso olor a azufre se extiende por todos sitios, impregnando los pulmones y los pensamientos de los habitantes del pueblo. Seguirán días de lluvia torrencial y, desde esa noche, esa presencia inquietante trastocará la vida de todos ellos.

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Los hermanos Cordato, con sus rencillas, que comienzan cuando los padres les dan estudios a uno sí y otro no, y acaban en odio; la familia Cabeça cargada de niños sucios y mal vestidos; la brasileña Isabella, panadera que también regenta del burdel; el padre Daniel, más aficionado al alcohol que a sus feligreses; el doctor Matta Figueira, terrateniente por castigo; y los perros, importantes en los pueblos, que son los únicos que parecen saber qué es eso que cayó del cielo. Historias con distintos sabores: unos más amargos, otros más dulces, más escatológicos, más tiernos, más crueles.

Peixoto domina el lenguaje poético, sus descripciones son plásticas, pintando con palabras una atmósfera aparentemente tranquila: «Era entrada la noche y no había luna, solo unas estrellas gélidas rompían la opacidad del cielo, como clavadas desde el interior. Galveias se adentraba lentamente en el sueño, los pensamientos se evaporaban. La oscuridad era muy fría. A lo largo de las calles desiertas, las farolas derramaban conos de luz amarillenta, luz turbia, gruesa». Pero en el mismo párrafo va cambiando el tono y se va acercando a un realismo cada vez más descarnado. «Los minutos pasaban y casi podría haber silencio, pero los perros no lo permitían. Ladraban a la vez de una punta del pueblo a otra. Perros jóvenes, solos en corrales, emitiendo ladridos que terminaban en aullidos; o callejeros moribundos de sarna, apoyados en la parte exterior de un muro, que levantaban la cabeza simplemente para lamentar la noche, inquietos y débiles». Y así, a veces sórdido, áspero, otras evocador e incluso tierno, convierte en literatura la vida de su pueblo.

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Ambientado en 1984, época de inocencia y de esperanza en Portugal, diez años después de la revolución de los claveles y a punto de entrar en la CEE, también podríamos trasladar la escena a algún pueblo extremeño, acercándonos al realismo poético de los Cielos de Barro de Dulce Chacón; pero también de Castilla, emparentándose con la Intemperie sórdida y rural de Jesús Carrasco (Olivenza, 1972), de la misma generación de Peixoto.

Perfecto para una tarde calurosa de estío, para leerlo lentamente disfrutando de su percepción emotiva de las cosas y del acertado uso del lenguaje. ¡Gracias, Angie, por descubrírmelo!

Las fotos son de Lucila Vidal-Aragón

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