Seis: la culminación de la «deco-revolution» en los locales sevillanos

La clave del impactante resultado de su decoración es una acertada distribución de espacios y la utilización de elementos que se repiten y dan homogeneidad

La Plaza Nueva es el corazón de mi ciudad. No es la plaza más bonita, ni mucho menos. Tampoco los edificios que la circundan son los más antiguos, ni los más bellos, ni los más famosos. Hasta la fachada del Ayuntamiento es menos importante que la que da a la plaza de San Francisco. Pero allí, cuando Sevilla entera se creía rica, tenían tienda Victorio & Lucchino, Max Mara y Loewe (ésta única superviviente). Allí tiene lugar la Feria del Libro Antiguo, las protestas al alcalde y los paseos al atardecer de los pocos niños del barrio. Y allí, a veces viejo, a veces rancio, a veces rejuvenecido, como la misma ciudad, está el Hotel Inglaterra. Por eso, cuando empezaron las obras en la planta baja y se anunció que el grupo Tu Hogar Fuera de Casa abría un nuevo establecimiento, me acerqué varias veces a intentar entrever qué se cocía ahí dentro. Y, por fin, hace poco más de un mes, abre sus puertas Seis.

Es un local enorme, ocupando dos plantas en el número 7 de la Plaza Nueva. Todo un reto decorativo que han afrontado conjuntamente el equipo de Tu Hogar Fuera De Casa y Persevera Producciones. La clave del impactante resultado es una acertada distribución de espacios y la utilización de elementos que se repiten y dan homogeneidad, evitando que sea un caos decorativo. Os describo las diferentes zonas.

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Nada más entrar dejamos a nuestra derecha un pequeño mostrador en el que ya se anticipan alguno de los materiales que se repetirán en el local: suelo de madera en espiga, zócalo de mármol, cerámica vidriada en forma de piezas cóncavas recubriendo el mostrador, listones de madera también cóncavos en las paredes, friso de cristal negro y plantas.

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Foto de Fernando Alda

Pasamos a una zona de barra dando a la plaza –ver y dejarse ver, tan sevillano- rodeada de mesas y sillas altas. La barra es una elipse alrededor de un árbol artificial muy espectacular, cuyas frondosas ramas caen formando un toldo verde que oculta las copas de cristal listas para ser cogidas de unos soportes colgantes de hierro. Continua el suelo de espigas y el diseño de listones cóncavos se replica en cerámica blanca para recubrir la barra. Los taburetes tienen el respaldo elíptico –idéntico al resto de sillas diseñadas expresamente para Seis- de terciopelo en color verde esmeralda.

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El salón a lo largo de la calle Madrid crea dos ambientes diferenciados longitudinalmente por un cambio de pavimento: uno que continua el de la zona anterior de suelo de madera en espigas, con un sofá corrido, mesas cuadradas y sillas en terciopelo rosa.

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Otra zona más elevada junto a los ventanales, con suelo de piezas de cerámica vidriada artesanal en verde con franjas en blanco, mesas semielípticas y sofás de terciopelo verde pistacho arropando las mesas y formando pequeños saloncitos. También el techo sirve para diferenciar cada zona: entelado en una y de lamas de madera en otra.

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Al fondo, enfrentado a unos baños que se ocultan tras los listones de madera, el espacio se abre a la esquina acogiendo la única mesa redonda (con una solitaria lámpara verde en cerámica vidriada) y otro sofá corrido con sillas amarillo mostaza. Aquí el techo de lamas de madera está repleto de plantas colgantes, como si estuviéramos envueltos por un jardín.

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La planta superior es más luminosa y goza de unas excelentes vistas de la plaza. Tiene un bonito reservado para 14 a 16 personas en una esquina del local, único espacio donde la sillería cambia. Las lámparas amarillas son idénticas a la verde del piso inferior.

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En general esta planta es más colorista: amarillos, azules, calderas, verdes, creando un ambiente más desenfadado.

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En definitiva, la unidad se consigue utilizando idénticos materiales en ambas plantas: los listones cóncavos de madera (¡qué buen carpintero!) que recubren los pilares de la planta inferior se repiten en distinto material en la primera de las barras y vuelven a cubrir paredes en la planta de arriba pero pintados en verde, los lavabos de los baños están hechos del mismo mármol de la barra inferior, las sillas son el mismo modelo cambiando de color la tapicería, las plantas inundan todos los espacios, etc.

El público de mediodía parece local: unas señoras de mediana edad que terminan su mañana de compras, varios ejecutivos con traje de chaqueta de los despachos de los alrededores, apenas algún turista. Es un sitio perfecto para reuniones de trabajo, porque la configuración de los sofás se presta a conversaciones discretas y la acústica se ha cuidado (cosa rara en esta ciudad).

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Me gusta tanto la decoración, que por la noche vuelvo a cenar con tres de mis hermanas. Sentadas en uno de los sofás verde pistacho, no oímos las conversaciones de los de alrededor (¡maravillosa sensación!), y eso que la mayoría están ocupados por grupos de mujeres; se ve que las féminas buscamos más un entorno íntimo y agradable. Por el contrario, en la barra-escaparate abundan los caballeros (¿será que les gusta más ver y dejarse ver?).

Probamos varios platos que, como es normal en mí, me olvido de fotografiar. Nos ponemos al día en nuestras cosas mientras disfrutamos de una copa de vino (o dos) y llegamos a la conclusión de que lo único que no nos encaja de Seis es el nombre de la empresa. Porque no nos parece «nuestro hogar fuera de casa»… ni esperamos que lo sea. Tampoco queremos tomar croquetas –mi hermana Maripaz las borda- ni comidas caseras. Al contrario, lo que nos cautiva de Seis es que dejamos nuestra casa atrás, nuestros problemas y nuestro día a día. Nos vamos a una ciudad más moderna, más cosmopolita. A un lugar sofisticado, íntimo, oscuro, donde probar algo de comida nuevo, con una decoración exuberante y de tendencia -¿quién se atreve con el negro absoluto en el baño?-. Por eso nos encanta Seis. Y los turistas necesitados de comida casera que vayan al Bar Antojo.

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Fotos: Cuarto de Maravillas

Para los que quieran leer una crítica gastronómica sobre Seis os dejo el enlace de la que tenemos en Gurmé.

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