Cuarto de maravillas

Una propuesta diferente para San Valentín

Una cena especial en la azotea mientras cae la noche y con el skyline de Sevilla como escenario

Por regla general, no me gustan las costumbres importadas de la cultura anglosajona o nórdica, tales como Papa Noel, Halloween o San Valentín. De este último me molesta especialmente la estética empalagosa, tan del gusto de los estadounidenses, de corazones y angelotes almibarados con sus flechas atravesando corazones. Porque la festividad, en sí misma, tiene un origen bonito: un santo martirizado por casar cristianamente en secreto a soldados en una época en que el matrimonio de soldados profesionales fue prohibido por el emperador Claudio II. Alguien que da su vida por amor, pero por el amor de los otros, lo que tiene todavía más mérito.

Teniendo en cuenta que el papa Francisco participa en la celebración de San Valentín desde 2014 (aunque el calendario litúrgico el 14 de febrero celebra San Metodio – ¡qué poco romántico eso del método!), y siendo consciente de que a todos nos gusta recibir pruebas de amor, este año me voy a dejar llevar del espíritu de Cupido y voy a proponeros una celebración distinta, sin tarjetones ni pastelitos con forma de corazón. Eso sí, las rosas rojas las salvamos, porque no hay nada más bonito que recibir flores.

Así que me voy a mi floristería de barrio, en la calle Niebla 54, y le pido a Concha un ramo para enseñaros en el post. Es tan, tan impresionante, que cuando vuelvo con él a casa tengo que dar varias vueltas por el barrio antes de entrar en el portal, a ver si los vecinos, que siempre me ven con el chándal (ahora se llaman mallas, o leggins, o algo así), se dan cuenta de que en el fondo tengo mucho glamour.

san-valentin-sevilla san-valentin-sevilla2

Y como no hay nada tan romántico como una puesta de sol, le pido las llaves de la azotea de mi bloque a Manolo, el portero, que no sólo me las deja, sino que me ayuda a subir algunas macetas para decorar una esquina desde donde pueda ver ponerse el sol bien acompañada.

san-valentin-sevilla3 san-valentin-sevilla4

Entre antenas de televisión, cables colgando y aparatos de aire acondicionado voy acomodando algunas cosas para hacer agradable la espera de mi puesta de sol. Un pequeño kilim traído de Turquía, unos cojines de seda, unos velones comprados hace años en una de las tiendas de decoración que la crisis se llevó por delante en Sevilla, un cuadro de flores hecho por mí con restos de libros y las maravillosas flores de Concha Candela conforman el decorado. Lo demás lo pone gratis Sevilla.

san-valentin-sevilla5

La luz se va haciendo dorada por momentos y los tejados de Triana en primer plano, la Maestranza y otros edificios del Paseo Colón en segundo lugar y, al fondo, los puentes de la Barqueta y el Alamillo, dan paso a un cielo ligeramente cubierto de nubes indefinidas, que me hacen intuir que la puesta de sol no va a ser de las que incendian la ciudad. Sigo expectante mientras juego a identificar cada uno de los edificios a los que alcanza mi vista.

san-valentin-sevilla6

Asomada al otro lado, me encuentro la Torre del Oro con su pequeña cúpula de color albero intentando abrirse paso entre azoteas rojas de elastómero, queriendo estar al nivel del rosetón de la Catedral. ¡Qué cerca están hoy la una de la otra!

san-valentin-sevilla7 san-valentin-sevilla8

Cae la tarde y antes de que anochezca preparo unas fuentes con maravillas de bellota y unas lascas de foie. Y siguiendo el consejo de Rafael Ramírez, del mercado de Feria, opto en esta ocasión por un Ribera de Duero: Viejo Mundo, de uva tempranillo y 6 meses en barrica. Enciendo las velas y espero.

san-valentin-sevilla9 san-valentin-sevilla10 san-valentin-sevilla11 san-valentin-sevilla12 san-valentin-sevilla13

Finalmente, el sol se pone entre nubes doradas, hoy no se tiñen de sangre los tejados de Triana, porque el dramatismo vale para otros días, pero no para San Valentín. Y como mi marido trabaja en otra ciudad y no está bien comprometer a Manolo, disfruto con mi hija y con Thor de esta noche primaveral de febrero, del aroma de las rosas, de los matices semiafrutados del vino, del maravilloso jamón de Ramírez, de las luces de la ciudad que se van encendiendo, con su antorcha al frente que es la torre Pelli (Lo siento, Antonio Burgos, ya casi me gusta).

san-valentin-sevilla14 san-valentin-sevilla15

Porque amor verdadero se puede sentir por una pareja, unos hijos, unos amigos, un perro, una ciudad…

san-valentin-sevilla16

Las fotos son de Lucila Vidal-Aragón

Más en Estilo de vida