Verano de 1963. Una estancia en un hotel va a cambiar para siempre la vida de la adolescente Baby. Una historia de amor y baile que cautivó a generaciones con la película «Dirty Dancing», protagonizada por Patrick Swayze y Jennifer Grey, y que ahora hace que se vuelvan a emocionar aquellas mismas y otras nuevas con el musical que ha llegado a Sevilla (hasta el próximo 3 de diciembre).
Bulevar Sur se cuela entre bambalinas para encontrar el estilo de Baby, Johnny y sus amigos en esta producción musical que no ha dejado de cosechar éxitos desde que se estrenara y durante su gira por toda España. Un viaje a la moda de los sesenta en EEUU y, sobre todo, a los looks que se han quedado por siempre en el recuerdo de los fans de «Dirty Dancing».
«Todo el mundo recuerda sus pantalones vaqueros, su camisa blanca anudada, la sandía, su chaqueta caída, sus rizos… Baby es un personaje tan icónico que está muy marcado en la retina de cada persona que vio la película», responde Eva Conde (la actriz que da vida a Baby en el musical). Cristian Sánchez, que da vida a Johnny, nos cuenta que su personaje viste siempre de negro o de smoking aunque en la película vemos algo más de color en sus camisetas. «Todo eso tiene un porqué, es la mejor manera de hacer entender al público su coraza. O está trabajando y viste elegante o está en su hábitat natural pero no se quiere mostrar como es y viste sexy pero con ropa negra. Vemos que no siempre es cierto lo que pretende ser, sino que es un tipo sensible, con miedos y que solo se muestra cuando entra en su habitación y se quita esa ropa, esa coraza», nos explica.
Un personaje comienza por su vestuario…
«Creo que todo personaje empieza a ‘ser’ desde el momento en el que nos vestimos. Es lo que nos define cara al público, a primera vista. Desde ese primer instante permitimos al espectador hacerse una idea del pasado, el presente, qué nos va a contar y de qué manera nos lo va a contar ese personaje. Como actor, el vestuario también te permite entrar de lleno en el personaje, sentir como él e incluso caminar como él», apunta Cristian.
Eva Conde cree que en el caso del musical «Dirty Dancing» el vestuario de su personaje, Baby, es muy importante por tener un precedente tan conocido como el marcado por la actriz Jennifer Grey. «Cuanto más nos acerquemos a esa imagen, más fácil será para el espectador que me identifiquen con ella. Tengo alrededor de 13 cambios de vestuario y algunos son en cuestión de 5 a 8 segundos, todo para recrear lo más fiel posible la película», nos responde.
La peluquería y el maquillaje son también elementos claves en la creación de los personajes. «Los rizos de Baby son algo imborrable de la memoria. En el espectáculo utilizo dos pelucas, en muchísimas ocasiones me dicen que me parezco mucho a ella y a eso ayuda la gran caracterización que me hacen con vestuario, peluquería y maquillaje. Cuando me miro al espejo antes de salir realmente me olvido de Eva y entro en Baby», cuenta Eva Conde.
Todas las mujeres del elenco llevan pelucas con peinados de los sesenta
Reyes Carrasco, jefa de sastrería del musical, nos cuenta los detalles técnicos de este montaje. El vestuario de «Dirty Dancing» venía diseñado por la franquicia y marcando sobre todo esa época de comienzos de los sesenta. «Adaptamos lo que nos mandaron a los actores y bailarines de aquí y compramos algunas nuevas tallas o números de zapatos, trajes, camisas, vaqueros, etc pero siendo siempre fiel a lo marcado por la Biblia de vestuario de la marca», responden.
El vestuario de un musical tiene necesidades especiales que obligan a un mantenimiento diario. «Es un espectáculo en directo con funciones todos los días y a veces dos, el vestuario se castiga mucho, porque hay mucho baile y se rompen se descosen cosas, hay que arreglar… Lavandería y plancha son diarias, mucho tinte y costura en el día a día», explica la jefa de sastrería. También nos cuenta algunos de los secretos y trucos que usan para hacer posibles las decenas de cambios que tienen que hacer los actores y bailarines durante la función: cremalleras grandes, belcros y una organización que parece una coreografía más y que permite mantener el ritmo frenético entre cajas.
Baby es reconocible por ese vestido rosa final, pero también necesita sus rizos para ser ella al 100%. De eso se encarga Almudena Castillo, jefa de peluquería y maquillaje. Nos cuenta que dos horas antes de la función comienzan a peinar todas las pelucas que se lucirán en el musical. 45 minutos antes llegan los actores, que se maquillan ellos mismos. «Durante el montaje y los ensayos, antes del estreno, les dimos las pautas del maquillaje. Teníamos una orientación, un maquillaje inspirado en principios de los sesenta igual que en los peinados. Esa es la estética que manda en todo el musical», explica Almudena. Las pelucas requieren un mantenimiento de lavados, peinados, montaje… «Normalmente duran unos cuantos días y solo hay que repasarlas, hacer de nuevo los peinados, etc porque se despeinan con tantos cambios», apunta la jefa de peluquería y maquillaje.