Uno de los dos protagonistas de los primeros Premios Bulevar Sur es el diseñador de moda Fernando Claro al que se le reconoce por su trayectoria. Para conocerle de verdad nos dicen que tenemos que irnos a su taller, en Dos Hermanas, porque se pasa la vida entre esas paredes creando moda. Es el lugar donde puede convertir en realidad todo lo que sueña o imagina. Donde la moda cobra vida gracias a su visión y a la incansable labor del equipo que forma junto a sus trabajadores y su hija Beatriz.
Entre patrones, retales, muestras de tejidos y trajes de novia en confección comenzamos una conversación distentida, los premios, asegura, siempre se reciben con alegría. El que le otorga Bulevar Sur no es el primero, pero tampoco será el último de una carrera con más de 30 años de historia y que no deja de sorprender y llamar la atención fuera y dentro de Sevilla y Andalucía.
¿Cómo fue su infancia?
Nací en Dos Hermanas y fue una infancia como la de cualquier niño de la época. Nací en 1954 en una familia de seis hermanos en la que todos luchábamos por salir adelante.
¿Cuándo y cómo se dio cuenta de que lo que le gustaba era la moda?
En casa de mi abuela paterna una de mis primas tenía un taller de costura y cuando iba lo veía. Es algo que siempre me gustó, pero no me lo planteaba como algo que yo pudiera hacer. Recuerdo una vez con unos 12 o 13 años planteé la posibilidad de ir a aprender a un taller de un sastre en Dos Hermanas, aquel día llevaba un dedal en la maleta y se me cayó al suelo en el colegio y me avergoncé. En aquella época un niño no debía hacer eso. Es una anécdota, porque al final no hice nada y me casé, formé mi familia y trabajaba de administrativo. Pero cuando descansaba de 13 a 15 horas tenia la necesidad de expresar mi creatividad y me ponía a pintar.
¿Algo que le llamaba y le motivaba más?
Necesitaba sacarlo y llegó un momento en el que dije que no podía seguir. Hice un curso de diseño, patronaje y costura durante 3 años en Goymar. A la mitad del curso mi mujer y yo decidimos montar una tienda multimarca en Dos Hermanas, se llamaba Charo Guerrero. También teníamos ropa hecha por mí y ofrecía la costura a medida. Un día dejamos las otras marcas para quedarnos solo con lo que hacía yo.
¿Sigue pintando?
Aunque hace mucho que no lo hago, me gusta.
¿Y cómo es su pintura?
Pienso que tiene que ser rompedora. A un amigo que pinta realista yo le digo que a mi no me gusta tanto pintar la realidad, prefiero crear otra…
¿Sintió que no estaba «bien visto» ser un hombre modisto o diseñador?
En ese momento es verdad que no estaba bien visto, hablando de prejuicios, pero cuando yo lo decidí entiendo que se vio como un hombre casado y con dos hijos que montaba un negocio con su mujer. No he sentido nunca eso porque no lo he vivido de esa manera.
¿Cuándo nació la firma Fernando Claro?
Hubo una clienta nuestra, que ya falleció, que siempre me decía que nos fuéramos a Sevilla porque muchas amigas suyas le decían que les gustaba la ropa que yo le hacía. Era por los ochenta y cuando ella les decía que era en Dos Hermanas les parecía muy lejos venir hasta aquí por un vestido. Era la misma sensación que tenemos ahora de ir a Madrid, pero viniendo a Sevilla desde un sitio más pequeño. Y si lo hicimos fue en parte gracias a ella, porque nos daba un poco de reparo… Primero pusimos la tienda en la calle General Polavieja, estuvimos unos 10 o 12 años, después fuimos al otro lado de la plaza en la calle Joaquin Guichot y después al estudio donde estamos ahora en la calle Adriano.
¿Y la decisión del primer desfile?
La verdad es que nunca me había planteado eso. Pensábamos en trabajar, en que los niños crecieran y tuviera de todo… Pero entonces Pedro González empezaba a montar desfiles y, aunque yo no me muevo ni movía entonces en el mundillo, se me conocía. Vino y me pidió que participara y en ese momento comenzamos. Recuerdo el primero en una feria de bodas en Fibes, aquel día Tony Benítez se acercó a mi stand para decirme que lo que yo hacía era alta costura y yo le dije, «Si tú lo dices…».
¿Nunca le ha tentado la flamenca?
No lo he hecho nunca. A mis hijas o a alguna clienta sí, pero no es algo que a mí me llame la atención, no me sale. No soy flamenco, me gusta hacer trajes para cualquier parte del mundo. Cuando me hablan de flamenca pienso que no tengo por qué hacerlo solo por venir de Sevilla.
¿Y la moda masculina?
(Se ríe) No, porque los hombres somos muy básicos. Cualquier mujer cambia por completo de una boda a otra, nosotros con un traje ya vamos servidos. Me gusta el cambio, exigirme, hacer cosas nuevas e innovar.
La moda… ¿Y cómo sigue uno innovando después de 30 años?
Me sorprendo yo mismo. Cuando hacemos un desfile, lo echamos todo y quedamos contentos. Y entonces me paro y pienso «¿y ahora qué? ¿cómo lo vamos a volver a hacer?». Pero lo hacemos otra vez y somos capaces de volver a poner cosas nuevas y bonitas. No me lo explico…
¿Dónde puede encontrar la inspiración?
Depende, hay momentos. Recuerdo una colección que desfiló en Marbella que hice inspirado por la combinación de tres colores de un anuncio de la tele que me encantó. A veces te inspira una tela, algo de arquitectura… Cualquier cosa que en ese momento te diga o te sugiera algo, no tengo una regla a seguir… Lo que vaya viniendo.
¿Ha habido algún punto de inflexión en su carrera?
Yo quizá sea atípico y es algo en lo que no me fijo. Mi trayectoria ha sido ascendente y cuando entró a trabajar con nosotros mi hija Beatriz, hace unos seis años, es cuando empezaron más los reconocimientos… las celebrities quieren vestir trajes nuestros… Además de ayudarme con el diseño, su labor de comunicación ha sido muy importante. Me han llegado a decir gente del sector que se me reconocía más en Madrid que aquí, pero es algo que no noto y menos ahora con el premio.
¿Les cuesta ponerse de acuerdo?
Ten en cuenta que somos padre e hija. Hay respeto, cariño y también confianza para decir lo que no nos gusta o lo que sí, al final llegamos a consenso siempre. A la hora de ir a ver tejidos, por ejemplo ya estamos preparando ir a París, vas con una idea, pero vas cambiando si de repente encuentras un tejido maravilloso y te puedes volcar en él, siempre que nos guste a los dos. Intentamos coordinarnos y que salga lo que queremos
Con llegada de mi hija a la firma hemos evolucionado y ha aportado frescura
¿Ha sido difícil perder algo de la libertad creativa total que tenía antes?
(Se ríe) No me gusta tanto, pero entiendo que ella es mucho más joven y tiene otro punto de vista. Creo que hay que reconocerlo, aunque yo intente estar a la ultima, el ojo joven y simplemente el hecho de ser otro ojo, hace que perciba otras cosas y esa frescura nos la aporta ella. Estoy contento con cada colección y si hay o no cambio de estilo es algo que deben ver las clientas. Para mí, ha habido evolución seguro.
Ahora que viste a grandes actrices, modelos, presentadoras… ¿Quién es de las que cree que viste mejor en nuestro país?
Nieves Álvarez va siempre perfecta y es muy elegante. De las actrices actuales, lo cierto es que cambian mucho dependiendo de su trabajo. Un ejemplo es Blanca Suárez a la que también hemos vestido muchas veces. Tienen momentos y dependen de lo que tengan que hacer, de la película que hayan hecho, del estilista…
Actualmente desfila en Madrid y en Sevilla cada año con colección de novias y de fiesta ¿Qué significa un desfile para usted?
Es show. Yo no voy a desfilar un traje de chaqueta, y es que mucha gente no concibe que el desfile tiene que ser un show. Tienes que interpretar un concepto. Hay que hacerlo porque ahí el creador pone todo lo que es capaz de dar, porque luego con la clienta hay que adaptarse y respetarla, aunque venga por tu estilo.
¿Por qué mantiene siempre los desfiles en Sevilla?
Porque le debo mucho a Sevilla y muchas de mis clientas quieren, pero no pueden ir a Madrid. Allí se hace porque llega a más gente y por el tipo de prensa que viene, te ven en toda España y yo necesito eso.
¿Dónde ha llevado también sus colecciones?
Hemos estado en París, en Praga, Granada, Marbella, Barcelona…
¿Por qué nunca se fue a trabajar en Madrid?
Desfilo, pero no estoy allí porque se puede hacer desde aquí. Mi hija va y viene, aún no hemos encontrado un sitio que nos guste para montar un showroom o un espacio, pero ella contacta con clientas, voy cuando hace falta…
Muchos piensan que tienen que irse para triunfar
Es importante tener un espacio en Madrid por tu empresa, es verdad, pero no tienes por qué vivir allí. Soy muy fiel a mis cosas, puede que lo haga mal, no sé, pero creo que no hace falta teniendo un punto de venta y luego con el tren llegas en dos horas y vas trabajando por el camino.
Del proceso de creación de un vestido o una colección, ¿qué parte es su preferida?
El patronaje me parece importantísimo en el diseño porque puede haber un boceto muy bonito de partida, pero si no está bien ejecutado en el patrón, no funciona. A veces diseño en el propio patrón el corte, los giros de la tela, las alturas…
Si pudiera tener una conversación tranquila con algún diseñador de moda. ¿Quién sería?
Balenciaga me parece que fue una persona muy interesante, también Chanel lo que hizo fue increíble. Y más cercano elegiría a Josep Font, director creativo de Del Pozo, porque es una persona muy creativa.
Hay algún autor, pintor o cineasta al que siempre vuelva?
Hay un libro de José Luis Sampedro que siempre dice que hay que tener los pies en el suelo. Una metáfora de que el universo es un fuego gigante y nosotros somos las chispas que saltan, que subes, brillas y vuelves a caer. Y así es la vida. Lo releo muchas veces. Me gusta mucho Dalí. Siempre intento ir a las exposiciones, me fijo mucho en la arquitectura, me encanta el cine… porque pienso que como diseñador todo te aporta.