Cierra Juan Peña, un clásico del mesón cordobés

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Resulta imposible hablar de cocina tradicional cordobesa y no pensar en el Mesón Juan Peña, un establecimiento que durante casi 40 años hizo las delicias de los paladares más exigentes. Su propietario, que dio nombre al local, fallecía a mediados del pasado mes de  mayo. Desde entonces, este mítico local cerraba sus puertas dejándonos para siempre sin sus decenas de salmorejos o sus originales flamenquines al calor de una copa de vino de la tierra.

Juan Peña Aguilar no fue siempre mesonero. Antes de ponerse detrás de una barra se dedicó al negocio de la platería. Sin embargo, a partir de 1979 se lanzó al mundo de la hostelería y su apuesta le salió bien porque su establecimiento se convirtió en un referente en el amplio espectro hostelero de cocina tradicional cordobesa.

Pero ¿qué llevó a Juan a cambiar de profesión? La ilusión por cocinar las recetas que hacía su madre. Todo con la inestimable ayuda y apoyo de su mujer, María del Carmen, artífice de una carta innovadora que no dejaba indiferente a nadie que cruzase el umbral de este templo gastronómico. Siempre contó con el favor y la fidelidad del público y hace dos años se convirtió en el primer «Tabernero de Honor» de la Cátedra de Gastronomía de Andalucía.

Ahora, quienes pasen por la puerta de Doctor Fleming, 1, comprobarán cómo un nutrido grupo de operarios trabaja contra reloj para dar forma al nuevo proyecto que ocupará el famosos establecimiento.finales del mes de octubre o comienzos de noviembre La Vianda de María (conocido hasta ahora por ser el restaurante de la Piscina de Santuario) abrirá sus puertas allí. El empresario hostelero Antonio Melendo ha apostado para su segundo establecimiento por la ubicación que durante más de 30 años ocupó la famosa Taberna Juan Peña. Antonio explica cómo tomó la decisión de apostar por este local tan conocido para cualquier amante de la cocina tradicional cordobesa: «Ha sido una obra del destino. En realidad mi mujer, María Arjona, y yo estábamos buscando un local vacío por el barrio de La Judería pero a mí me gusta mucho andar y pasé por aquí y vi que se alquilaba. Pensé, además, que no me sería fácil hacerme con él porque me comentaron que había muchos empresarios interesados pero finalmente fuimos nosotros los que lo conseguimos».  La idea es reproducir prácticamente la carta que actualmente tienen en La vianda de María original. «Aunque esperamos introducir con el tiempo cositas nuevas y por supuesto rescatar algunos de los platos fetiches de Juan Peña, rindiéndole así un merecido homenaje. Quizás reinterpretemos alguno de sus salmorejos o flamenquines. Ya iremos viendo», puntualiza Melendo. «Tambiénmantendremos la distribución del local que hizo Juan: habrá una zona que recuerde más a la típica taberna y un salón destinado a celebraciones, eventos y reuniones corporativas», subraya.

En esta nueva etapa, Antonio se hará cargo de la sala mientras que su esposa y José Roldán Gallardo ejercerán de cocineros.

La suya seguirá siendo una cocina tradicional y 100% casera y apostarán por platos como los asados, que tanta fama le han dado en el barrio de Santuario, donde prevén mantener abierta la otra sede: «¡Nos conformaríamos con que en esta nueva nos vaya tan bien como en la que ya tenemos! Bien es verdad que ésta se encuentra en un lugar más céntrico, con mayor visibilidad y por donde a diario pasa un volumen de público mucho mayor», afirma Antonio.

¿Cuáles son las especialidades de la casa?

Preparan ensaladas tan sugerentes como la de perdiz o ahumados. Disponen de raciones o medias raciones de clásicos como jamón, queso, ensaladilla de gambas o salmorejo. O si apetece comenzar con algo calentito, tienen mucho éxito las albóndigas de choco con almejas, alcachofas La Vianda o las berenjenas a la miel.

Desde que abrieron en la Piscina de Santuario, se ha hecho muy popular su parrillada a base de carnes variadas, morcilla y chorizo; el cochinillo asado, la presa a la piedra, cualquiera de las piezas de ternera gallega de Carbuga o de cordero lechal de Zamora.

Si hablamos de pescados, la oferta es bien variada. Va desde clásicos como la japuta en adobo, mero al limón, bacalao ( plancha, vizcaína y frito), pez espada en salsa de almendra y almejas a la tradicional merluza de pincho en salsa verde.

En un establecimiento de corte eminentemente familiar tampoco pueden faltar los arroces por encargo (mixto, negro, con bogavante…) ni guisos tradicionales como rabo de toro, callos y manitas rellenas de foie y jamón.

La guinda del pastel son sus postres 100% caseros: flan, pudin con caramelo, tocino de cielo, tiramisú, tarta de queso o de Oreo y arroz con leche.

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