Recomendado
imagen principal

Moriles Pata NegraBar Moriles Pata Negra: Mediterráneo en la mesa

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hace ya más de cincuenta años, allá por 1964, abrió en el popular barrio de Ciudad Jardín, en la bulliciosa Calle de Antonio Maura, un establecimiento llamado Bar Moriles que ha sido y sigue siendo una referencia en el comer bien a un precio moderado. Veinticinco años después, en 1989, abrió al público pegado al anterior este Moriles-Pata Negra, amplio y acogedor aunque muy ruidoso, decorado con ladrillo visto con estilo rústico y que mantiene el espíritu fundacional, con una amplia carta que rinde tributo a la cocina tradicional cordobesa y con precios más que razonables.

Es el Moriles Pata Negra un local versátil, idóneo para cualquier tipo de celebración familiar o laboral, para ir a comer en familia —su carta presta una especial atención a los más pequeños con sus platos combinados, sus pastas y los inevitables Nuggets y flamenquines— o tanto para esa comida rápida entre semana antes de afrontar una tarde de trabajo como para esa comida festiva, preludio de una tarde de copas en el cercano Mercado Victoria o en cualquiera de los numerosos locales de ocio existentes en Ciudad Jardín.

La carta es amplísima, y además de un pantagruélico menú que, por apenas doce euros, incluye bebida y chupito, ofrece toda clase de ensaladas, entrantes, tostas, verduras, revueltos e ibéricos y quesos y, por supuesto, carnes y pescados.

Entre las ensaladas son clásicos los cogollos al ajillo y la pimentada con ventresca y en los entrantes destacan sus patatas ali oli y una magnífica ensaladilla rusa, que podría competir sin miedo con las, con toda justicia, destacadas por nuestro querido amigo y crítico Vicente Sánchez en la magnífica crítica en la que glosó algunas de las mejores de la ciudad.

No puede dejar de pedirse cualquier plato de ibérico, elemento central de la oferta gastronómica del local. Si el apetito no es voraz, sugiero acudir a las recomendaciones de sus revueltos o platos de verdura; si hay hambre, sería imperdonable no pedir alguna de sus carnes de ibérico, en particular la presa o el lagarto, modestos pero muy sabrosos.

Para cerrar, los más golosos tienen un amplio abanico de postres, aunque lo más recomendable es pedir su surtido, con tarta de queso del Moriles con membrillo, bomba de chocolate y flan biscuit helado con piñones). No desmerece la oferta de vinos, en la que sobresalen los vinos de la tierra (magnífico el fino de la casa de la Bodega San Gabriel) y los consabidos Riojas y Riberas del Duero. Y, por supuesto, hay que alabar la profesionalidad de unos camareros siempre amables y atentos.

Ver los comentarios