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Casa Palacio Bandolero RestauranteCasa Palacio Bandolero: Un valor seguro a la mesa

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El entorno de la Mezquita-Catedral es pródigo en tascas, tabernas y restaurantes, de mejor o peor condición, orientado al público local o al turista. Unos con precios altos y otros de derribo. En ese entorno encontramos locales de calidad más que discutible pero llenos casi a diario y otros esmerados y de alto nivel pero con dificultades para sobrevivir. El Restaurante Bandolero, uno de los locales emblemáticos de la zona junto con El Churrasco, El Caballo Rojo o Casa Pepe, conjuga una calidad indiscutible con un éxito constante.

Situada en una magnífica ubicación, en la antigua residencia de los Condes de Cabra, en una soberbia construcción situada en la calle Torrijos frente a la Mezquita, el restaurante Bandolero es un modelo de gestión empresarial, a cuyo frente desde los años 90 se encuentra uno de los más reputados profesionales de la hostelería de la ciudad, Federico Adarve, gestor sobresaliente y protagonista de la evolución hacia la excelencia del sector turístico cordobés.

El restaurante es muy confortable; dispone de amplios patios, salones de tamaños diversos para cualquier tipo de celebración o reunión y la sala es de dimensiones muy generosas. Entre estos salones destaca sin duda La Sacristía en la que conviene detenerse antes de comer a disfrutar de alguno de los vinos de la tierra que allí saben a gloria. La cocina, con indudable inspiración árabe, es un resumen de la mejor tradición cordobesa. Ofrece, como no podía ser de otro modo, un fabuloso salmorejo con huevos de codorniz y taquitos de jamón ibérico (que además sirve como base de las estupendas tostas de bacalao marinado o de las milhojas de bacalao), correctas bolitas de flamenquín y el tradicional y muy recomendable rabo de toro Puerta de los Califas, una de las estrellas de la carta.

Pero no sólo de salmorejo vive el hombre, y la carne y los arroces son una apuesta segura en esta casa. En una enorme parrilla situada en uno de los patios, y usando únicamente leña de encina, se preparan las mejores carnes ibéricas o de vaca gallega, y sus arroces han merecido el reconocimiento aquí y lejos de nuestras tierras en forma de diferentes premios: merece especialmente su fideuá de personal y los extraordinarios arroz a banda y del señorito.

Mención aparte merece el servicio. Es simplemente de primera, dispuesto, servicial, atento a cualquier deseo del comensal sin resultar invasivo, es un punto fuerte de un restaurante muy notable, cuyo único punto menos fuerte es una carta de vinos de calidad pero corta y que presta poca atención a denominaciones de origen emergentes, diferentes de las inevitables Rioja y Ribera del Duero.

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