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La Cazuela de la EsparteríaLa Cazuela de la Espartería: Esencia y calidad

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Bajando por la calle Rodríguez Marín hacia la plaza de la Corredera desde Capitulares se encuentra uno de esos lugares con intensa personalidad y encanto que tan necesarios son en cualquier ciudad en este tiempo de homogeneización y franquicias, que hacen que la mayor parte de los centros de las ciudades pierdan parte de su alma y sean no sólo parecidos sino casi intercambiables. La Cazuela de la Espartería, abierta hace ya más de veinte años, en 1998, es una acertada mezcla de taberna tradicional cordobesa y restaurante, un verdadero atractivo tanto para la vista como para los demás sentidos.

Hay que agradecer a Pepe Salamanca, su impulsor, propietario y gerente, que disfrutemos de un lugar así. Ello sólo es posible combinando su vertiente de pura hostelería cuyo objetivo es obtener una cierta rentabilidad de su negocio con la de evidente enamorado de la tertulia, la gastronomía, el buen vino y, en general, la buena vida, que pretende en todo momento proporcionar un buen momento a sus clientes y amigos.

Sólo poniendo ambas a un mismo nivel, y él no hay duda de que lo hace —incluso cabría afirmar que prevalece la segunda— puede obtenerse buen resultado.

El local, muy amplio, es extraordinario. Su parte de abajo, a nivel de la calle, mantiene la estética de la taberna cordobesa de toda la vida, con algunas mesas altas a la entrada o numerosas mesas bajas en las que poder disfrutar de cualquiera de los vinos de la tierra y de un tapeo muy notable. Particularmente recomendable es pedir el que tienen en una bota propia, sencillamente soberbio. La planta superior esconde un restaurante con diversos reservados de distintos tamaños, muy acogedor y confortable, decorado con mucho gusto.

La cocina de la Cazuela combina inevitables e imprescindibles salmorejo y flamenquín con otras creaciones basadas en la mejor tradición de la cocina cordobesa; de ellas hay que destacar la cazuela de pescado, los soberbios boletus al oloroso y, por encima de todos, las alcachofas con rabo de toro, extraordinarias. A todo ello hay que añadir una muy cuidada carta de vinos que comprende, lo que siempre es de agradecer viendo algunas cartas que no van más allá de dos o tres referencias de Rioja y Ribera del Duero, más de una veintena de denominaciones de origen y un precio más que contenido. Buen gusto, buena gastronomía y, sobre todo, un perfecto lugar para el disfrute.

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