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Restaurante Taberna Los BerenguelesLos Berengueles: Sonata de Primavera

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Dentro del casco antiguo de Córdoba, en determinadas zonas, parecen diferenciarse conjuntos históricos-artísticos, formados por entramados de calles concretas y monumentos, que adquieren por sí mismo una genuina identidad. Tal es el caso de la calle Conde de Torres Cabrera, en pleno centro de la ciudad, donde conviven, separados por escasa distancia, dos palacetes decimonónicos de importancia y presencia: el de los Marqueses de Valdeflores y el homónimo de la calle, que actualmente pertenece a la familia Cruz Conde.

En esta calle, frente a la casa donde nació Manolete, se encuentra el restaurante que hoy referenciamos: Los Berengueles. El establecimiento ocupa el espacio de una elegante y tradicional casa  que perteneció, en su día, a los Marqueses de Valdeloro.

El correspondiente zaguán nos da acceso al patio central de la casa que se configura como el primer comedor, con zócalos de magníficos azulejos. Aquí recibe, con comedida amabilidad y cortesía, el jefe de sala Miguel Doblas, gran profesional de dilatada experiencia y que oficia con apreciable maestría. El resto de las salas se reparten alrededor del patio tanto en la planta baja como en la alta. En los últimos tiempos ha sido un acierto la adaptación  de un patio lateral como comedor al aire libre, pero entoldado cuando lo requiere el sol aplastante de esta ciudad. El agua de su fuente, la frondosidad de sus plantas y los colores vivos y alegres de sus paredes lo convierten en un lugar privilegiado, sobre todo en primavera.

La chef y propietaria Rosario Guillén dispone de una carta muy extensa y variada donde casi todos los gustos tienen su acomodo. Se trata de una cocina familiar, fresca, sin tapujos. La base está compuesta por platos tradicionales cordobeses a la que se incorporan guiños a otros países del entorno. No se puede dejar de probar la lasaña donde la delicadeza de la pasta se funde con un jugoso relleno. Es muy buena la ensaladilla de gambas pero le falta algo más de chispa. Siempre hay que preguntar por los pescados que han entrado ese día del mercado, que se ponen a la plancha en su justo punto de cocción. Los boquerones al limón cuando llegan crujientes a la mesa son una delicia aunque no siempre mantienen la regularidad. El paté de la casa, por su parte, está bien estructurado y con personalidad propia. En definitiva una cocina tradicional donde se nota una sabiduría culinaria que unifica y da criterio, y no es fácil, a un conjunto de platos tan diverso como heterogéneo.

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