Bar La Primera del PuenteGente de primera

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Primeros días del mes de Junio en Sevilla. 14:30 horas. 40 ºC a la sombra. Uno que entra en el Bar La Primera del Puente y cuando uno aún no ha reaccionado ni ha conseguido equilibrar la temperatura de dentro con la de fuera, se oye la pregunta de la barra: -«Está lloviendo ¿no?». Y es que desde siempre en este bar se ha preocupado de que el cliente que entre por la puerta se encuentre a gusto, como en su casa –según la casa de cada uno-. Hasta el punto de que la vida de uno va casi en paralelo a la de este establecimiento: –«¿y tu novia? ¿la de siempre no es la de ahora o la de ahora no es la de siempre?… ¡Qué barbaridad, cómo pasa el tiempo!».

Y te cuentan de noviazgos, rupturas, bodas y, cada vez más, de separaciones…

Son esas conversaciones que son como el tapeo que las envuelve: breves pero jugosas y en las que, a veces, utilizamos a nuestros compañeros de dentro de la barra más como confesores que como restauradores y si todo ello lo personalizamos en gente como Manolo, ya ni te cuento, porque acabas sin saber si has venido con él o estaba allí esperándote.

Repetidos azulejos de barcos veleros atracados en la orilla de Sevilla, otro del Señor de las Tres Caídas de Triana y algún que otro cartel alusivo a los colores futbolísticos de su dueño -que tiran hacia el nombre de la calle donde éste se ubica-, constituyen parte del decorado que se completa con dos salones: uno en la parte trasera, amplísimo, donde caben catorce mesas y otro, eterno, en la calle, bajo el cielo sevillano, a pie de río.

De tapeo

Y para disfrute el de la relación de tapas de esta primera del puente que, dirigido magistralmente por Pedro Pérez Ornedo, sigue la obra que comenzó su padre, Francisco Pérez Galán, hace casi sesenta años, haciendo bueno el binomio cantidad-calidad, ya que, tomando dos tapas se puede uno dar por comido o cenado dado lo abundante y exquisito de las mismas. Probemos duetos: ¿qué tal paella y de segundo pollo empanado? y ¿el bacalao con tomate -sabrosísimo- con estofado de ternera?¿Y las espinacas -de las caseras- con el estupendo pez de espada?

Y así hasta que terminen de visitar este lugar: menudo –extraordinario- con el popularísimo pepito de gambas; ensaladilla con mero empanado –de obligada prueba y tamaño especial- o el San Jacobo –de los caseros- con la pavía de pescada o de bacalao. Y aún quedan muchas más visitas: papas alioli, pollo con champiñones, pinchito de lomo, gambitas y el ramillete de tortillas -de camaron, campera o de bacalao-.

Lo dicho

Cruzando el puente pocos sitios vamos a encontrar en el que se combine tan bien la eficacia del profesional, la calidad y cantidad de sus tapas y ese forma de atraer a la clientela basada en comentarios atinados que, una vez salvada la timidez que genera el desconocimiento entre las personas, fluye paralelo al Río Grande. Y es que así es Sevilla… ¿o Triana?

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