Bar Rafa CorreaComiendo en la oficina

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Uno cree haber averiguado cual es la estrategia política del candidato socialista a la alcaldía de Sevilla, don Juan Espadas, en adelante “Juanespá”. Debe ser la escuela de arte dramático de la avenida de la Constitución. Me explico. Si ustedes observan a los caricatos y tirititeros que jalonan la gran vía sevillana, observarán que su actividad consiste en no hacer nada, en no mover un músculo. Uno hace de maceta impasible, otro de tenista impávido, aquel de baloncestista paralizado… todos sin mover una pestaña y con el platillo expuesto al óbolo como premio al pasmarote. Pues esa misma es la táctica política de Juanespá: quedarse muy quieto con una urna a los pies para que los viandantes vayan echándole el voto, sin dar un palo al agua.

No ni ná…

Al que no se le paran las moscas encima es a Rafa Correa. Después de una meritoria y exitosa etapa junto a su tío en Gs Tapas, Rafa vuela solo en uno de los locales de entrada al edificio de oficinas Sevilla- 2. Su casa entrega desayuno, tapeo y almuerzo. Si acaso, copeo, pero hasta las 20,00 en que pliega, como dicen los catalanes. La clientela son gentes de la mole de oficinas que tienen encima donde, además de señoras de buen ver, hay mucho campero : Asaja, Crop, etc… gente que cuando come identifica el género con la mata, el árbol o la res de donde procede.

A todos ellos Rafa sabe darle su sitio. Los conoce por su nombre y saben de qué pie cojea cada uno y cuál es su pitón bueno. Aquí reside gran parte del éxito de este bar. Correa conoce la exigencia de cada cliente y el tiempo de que dispone, algo imprescindible para ser tabernero de edificio de oficinas.

La otra parte de su éxito está en su carta de tapas, mérito compartido con su hermana en la cocina. Fogones tradicionales con guiños a lo moderno pero con la mirada puesta en lo clásico; en lo que uno echa de menos cuando come en el lugar de trabajo.

Abanico ibérico, solomillo al cabrales, cazuela de langostinos… pero yo les aconsejo las espinacas con garbanzos, el salmorejo o las lagrimitas de pollo. Todo con certificado casero. No obstante, si algo me ha gustado de esta casa son sus caballas en vinagre (apoteósicas y servidas con un chorreón de buen aceite de oliva virgen), una gran tapa olvidada: el caballito de jamón, con el pan frito empapado en vino de Jerez antes de pasarlo por freidora y su ensaladilla de gambas, pletórica de sabor y clasicismo.

Buena carta de vinos y mejor Cruzcampo glacial. Rafa siempre ofrece cosas fuera de carta como unas rebanadas de pan de bollo tostadas y untadas con morcilla patatera extremeña, realmente ricas. Si la cosa va de rasca, les aconsejo ponerle una vela al santo de las barras sevillanas: San Jacobo. Frito en su punto, con carne queso y jamón integrados bajo el rebozado.

Otra tapa curiosa son los garbanzos con menudo. En este orden, con mas garbanzos que menudo, muy espesos, casi sin salsa pero de un sabor logradísimo.

Para ir acabando, Rafa Correa es un sitio donde merece la pena comer más barato que en casa y con un trato que, pese a ser atento no es molesto ni indiscreto.

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