La Azotea: «En lo más alto de la calidad»La Azotea: «En lo más alto de la calidad»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Desde fuera no te atrae. Sería uno de los muchos bares que están abiertos en los alrededores de la calle Zaragoza y Reyes Católicos. Pero su marca, La Azotea, lo hace todo y efectivamente cuando entras te quedas, y te dan ganas de no irte.

El de la calle Zaragoza es uno de los cuatro establecimiento tipo gastrobar que Juan Antonio Gómez y su equipo han abierto en Sevilla y que, desde el primero de ellos, en la calle Jesús del Gran Poder, dieron muestras de buen hacer tanto en las prácticas culinarias como en la atención al cliente.

La carta es similar y diferente en cada uno de ellos. Me explico: comparten muchas de las tapas en los cuatro establecimientos y se diferencian en lo que sería la oferta «fuera de carta», que en este caso se muestra en un documento aparte y que básicamente se componen de pescados y mariscos, y unas costillas ibéricas lacadas, amén del consabido fuera de carta de viva voz.

El establecimiento no es muy grande y tiene una barra donde acomodarse en caso de lleno total, lo cual es bastante frecuente. La decoración, de estilo marinero, es distinta a la del barrio de San Lorenzo o a la de Mateos Gago.

Pero entrando en materia, empezamos con una Cruzcampo fresquita para acompañar a una ensaladilla de ahumados más que correcta y que la coloca muy arriba en el ranking sevillano ensaladillero. Magnífico también el foie, que ya habíamos probado en San Lorenzo, y el tartar de salmón.

Probamos asimismo el revuelto de ortiguillas, un plato difícil por el sabor tan acentuado de esta anémona de mar, pero que integraba perfectamente el sabor del huevo con ese bocado de mar, y cubierto con unas patatas pajas que nos evocaba el revuelto de bacalao portugués.

Pero le ponemos calificativo de excelente, o lo siguiente, para el pulpo a feria en una parmentier magnífica, y con el punto justo de cocción. También a la ración de carrillada ibérica  al vino tinto con gratén de queso que cerró nuestro festín en La Azotea. Bien presentado y perfectamente ejecutada la carne.

Nos quedamos con ganas de probar el pescado del día, que sirven frito, o los bocartes, es decir boquerones, aunque en vez de frito estaban en vinagre, que están pidiendo otras visitas cuando nos repongamos -que todo hay que decirlo- de lo maltrecho que nos dejó el presupuesto para las catas gastronómicas. Por si alguien piensa que soy un tacaño, pongo precio y que cada uno evalúe: carrillada (media ración), 10.50 euros; revuelto de origuillas, 12.00; y media ración de pulpo a feria, 15.00. Ya se sabe, la calidad y el buen hacer hay que pagarlo.

Casi de sobresaliente la visita a este establecimiento de la Azotea en la calle Zaragoza. La pega (además del coste) es lo justo que es el espacio y que casi ineludiblemente requiere de reserva previa.

Ver los comentarios