Recomendado

La DomaLa Doma: «Tradición a raudales»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Es bueno pararse. Echar la vista atrás. Por eso fui a La Doma, uno de esos locales que te transportan a otro lugar. Quizá Jerez. Quizá Sanlúcar. No hay mesas, sino barriles. Y son las chacinas, carnes y verduras los productos que conforman sus alimentos principales.

Aunque el negocio comenzó hace más de 25 años en Viapol, hoy se ha extendido por la avenida Eduardo Dato, Dos Hermanas y Los Bermejales, nuestro sitio en cuestión. Aquí la accesibilidad es bastante buena, pues es fácil encontrar aparcamiento cerca. Cuidado. Que no se juegue ningún partido de fútbol en el Benito Villamarín.

Así es la carta de La Doma

Esta pequeña taberna está ambientada en el mundo del campo y el caballo. Su carta no es extensa.

Aunque cumple con aquello que anuncia en las paredes: tradición a raudales. A veces cae en los tópicos. Y así le dimos varias pasadas a un disco de El Barrio que sonaba de fondo. La experiencia, en su conjunto, fue buena. Pero entremos en materia, ¿qué tomamos para empezar el almuerzo?

Al principio pensamos en abrir boca con alguna chacina acompañada de un vino generoso. La oferta en este sentido es amplia y económica. Pero, como se dice en los jereles, antes regamos la plaza con un par de cervezas frías. Lo primero: una tosta de salmorejo y bacalao.

La Doma tiene una holgada variedad de panes. Fueron varios los que se nos antojaron, y justo el que elegimos no nos terminó de enamorar. Tal vez resultó algo salado. Pero sin duda volveré y probaré el de queso de cabra que sirvieron en el barril de al lado.

Seguíamos dándole vueltas al disco que rugía desde unas barricas apiladas. Y nos fuimos directos hacia el clásico de este rinconcito. Porque el foie de pato a la plancha es el bocado mayor de La Doma. Si ponemos en relación la calidad, cantidad y el precio, resulta una de las piezas más recomendables de la ciudad. Aparece sobre un mendrugo de pan con aceite y rociado con un resquicio de sal gorda. Pídanlo. Les va a merecer la pena.

La tapa no es un concepto que se trabaje demasiado en sus cocinas. Por eso es mejor ir varios comensales, así podrán probar más platos. Otras veces nos habíamos decantado por las carnes o los huevos de corral. Pero en esta ocasión tocó el revuelto de ajetes con champiñones y jamón. Tengo en la boca el campo. Los matices de un otoño que empieza a humedecer.

¿Y de postre?

¿Y qué hay de postres? Pues nada. Ni café ni copas en sus estanterías. Ni dulces caseros ni de fábrica. Cosa extraña. Pues no creo que incluirlos en la carta sea ardua tarea. Aunque todo se resolvió con un buen queso de oveja bajo la recomendación del camarero junto a una copa de Rioja, esta demasiado gruesa para captar sus virtudes. La combinación, perfecta para culminar.

Como decía, la experiencia fue buena en general. La Doma de los Bermejalesno guarda ningún toque canalla. No hay riesgo. Pero tampoco lo busca. Todo se resuelve en los fogones viejos. Los de siempre. Los que no buscan sorprender, sino gustar.

Ver los comentarios