Bar GomaMejor aquí que allí

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Desde que cerró la taberna de Pepe Yebra en la calle Boteros, ahora hace 1 año, quizás la única cantina de referencias mortuorias que nos queda en Sevilla sea el Goma. Pocos lugares tienen más referencias sentimentales para los sevillanos que este bar con aspecto de ventorrillo de carretera justo enfrente al cementerio de San Fernando. Allí se reciben y despiden muchos duelos, porque si hay algo peor que estar de cuerpo presente en el tanatorio de la SE-30, es comer en su cafetería…

Hace unos pocos días que su propietario, Paco Toyo, se despidió de su afligida clientela, familia y demás deudores para, cruzando la avenida, incorporarse a la morada que a todos nos espera sin prisa pero con certeza.

El Goma viene acompañado como muñidor por el negocio de Mármoles Herrera. A la esquila zumbona e incesante de la rotaflex del marmolista, siempre labrando el último documento de identidad que nos queda, se une el bullicio impaciente de sus desayunos con tostadas, que las penas con pan son menos. Y si es la hora, con una caña de Cruzcampo y un mollete de pringá, que ni les cuento. Por aquello del bollo, el finado y el hoyo; ya saben.

Y es que su “pringá” bien vale una misa aunque sea de corpore insepulto. Como su tortilla de patata con cebolla, su carne en salsa o su inmejorable menudo casero capaz de resucitar a un muerto. Todo esto comestible en la destartalada pérgola de su entrada o en la ventana de fuera.

Dentro tiene unos veladores, cómo no de mármol, a los que dan ganas de pasar la mano por debajo para ver si tienen un nombre y una fecha grabados como en la novela del malaje de Cela, La Colmena…

Pocas cosas son más inexorables que la muerte y la hora de cierre del Goma: a las 3 en punto de la tarde, como en el llanto lapidario de Federico a Ignacio Sánchez Mejías. A esa hora ya se está usted yendo con todos sus muertos que allí se echa la persiana sí o sí.

Mientras, además de los mentados desayunos, pueden ustedes llenar las tripas con el jamón, la melva con pimiento o el queso viejo con caña de lomo. Todos estos artículos descansan en pan de montadito.

Y es que, como rezaban antes los sobres de azúcar del Goma:”Aquí se está mejor que allí”.

Procuren ir, aunque solo sea de paso para La Rinconada. Con Dios.

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