Cervecería De La EncinaMenudo menudo

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Antiguamente existían unas figuritas con forma de monje o de virgen que cambiaban de color cuando el tiempo también lo hacía. Eran un barómetro casero y una mijita hortera pero tenía su eficacia, oiga. Ahora los tiempos han cambiado y el hombre del ídem ya no es tal sino una señora jamona y estupenda que nos da una predicción meteorológica que casi nunca se cumple ni falta que hace.

Otro indicio de cambio climático es la patrulla de señoras en leotardos y bambas marchando a paso legionario por la calle a la vez que cotillean con la misma cadencia. Pero la mejor de las pistas que seguimos los “baristas” para la predicción climática es el sudor bellotero. Cuando la colgante formación de perneras de guarro en un bar comienza a traspirar y al ejemplar yacente en el jamonero se le muta la blanca manteca en ámbar tocino cristalino, no falla: la primavera ya está aquí.

Paco Ramírez es un carnicero del mercado del Tardón que tiene un bar “atascado” en la calle Evangelista. Digo lo de atascado porque, pese estar muy costeado, no ha perdido el aire de tasca; quizás por una cierta “espesura”, apreciable a media mañana cuando la quitanieves de la escoba no ha retirado aún la capa de servilletas de papel del suelo por mor de los desayunos.

El bar lo rige Álvaro, su yerno, que es el que corta el jamón; porque en un bar bueno el jamón solo lo toca el dueño. Eso es así. Toda la leña aquí procede de Jabugo, de la casa Marquesito y es de gran categoría. Como dije más arriba son carniceros, y por encargo le pueden arreglar un corderito asado o un lechoncete. Tienen cocina y cocinero. Y esto es serio, señores; porque aquí se guisan a diario albóndigas de choco, revueltos o garbanzos con bacalao (por aquello de la observancia de la vigilia). No sea que venga luego el Papa Paco con las rebajas. Y los domingos, arrolito en paella.

Fríen muy bien los pescados, como las pijotas, los boquerones o el bacalao en pavía. También dominan la plancha sobre todo en carnes ibéricas. Muy rica está su ensaladilla de gambas con un toque de limón que no la desmerece. Pero la tapa que aquí me ha dejado hablando solo por la calle es el menudo de ternera. Por fin en su punto de melosidad y almíbar; dejando los labios pegados. Perfecto.

Además de una pantalla de plasma dando en bucle continuo el paso del caballo de San Gonzalo por el barrio, tienen un barrilero y botellero de la Cruz del Campo que garantizan el líquido elemento en perfecto estado. ¿Qué más quieres, Nicomedes?

Ea, señores, a disfrutar del cambio climático sevillano. Que esto ya está aquí y cualquiera sabe dónde vamos a estar mañana.

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