Nicol's, un tren directo a la cocina entrañable

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Pocos lugares pueden presumir de hacer del crisol de clientes su punta de lanza. Uno de ellos es el restaurante Nicol’s, en plena vía verde de la Subbética y al pie de la N-432.

Hace unos 30 años que Nicolás, Antonio y Miguel, los hermanos Molina de Luque, adquirían el viejo y desvencijado edificio de la estación de Luque. Según relatan Antonio Molina, hijo de Antonio, y Javier Molina, hijo de Nicolás, ambos camareros en el restaurante, empezaron «poniendo café, tostadas y zumo de naranja y ahora somos capaces de ofrecer desde catas y degustaciones de los mejores aceites de oliva virgen extra, productos típicos como los higos, las almendras, visitas al museo y, por supuesto, ser un restaurante donde degustar cocina tradicional de la comarca».

En el restaurante Nicol’s el viajero con prisas tiene un lugar para un reconfortante desayuno o el café de sobremesa. Pero el viajero pausado tendrá el placer de saborear la cocina de toda la vida de la comarca bien en su espléndida terraza, anexa a la Vía Verde, bien en su restaurante, un antiguo molino de almazara, o en sus dos vetustos vagones de tren estacionados en el centenario andén. Ambos «han sido habilitados como restaurante, están forrados de madera y climatizados», explica Antonio Molina.

Además del encanto del lugar, el restaurante Nicol’s atrae por su cocina, variada y suculenta. Para todos los públicos y paladares, nacionales e internacionales. De lunes a viernes cuenta con un menú con una quincena de primeros platos y otros tantos segundos. Los fines de semana «tenemos carta» y «nuestro cliente cambia», comenta Javier. Pasa de trabajadores a familias con niños, senderistas y ciclistas. Tanto en el menú como en la carta son fijos platos como el salmorejo o el rabo de toro, el flamenquín y las carnes a la brasa que «ya preparamos durante toda la semana», apuntan.

La fama del restaurante de la estación de Luque ha traspasado fronteras. El chino, el japonés, inglés, francés, alemán, coreano y hasta malayo son algunos de los idiomas de muchos de sus clientes, tan frecuentes que el personal ya se defiende en casi todas estas lenguas y también con su cocina. Antonio explica que preparan «cocina malaya» pues «desde hace dos años trabajamos con público malayo que nos demandan menús a base de arroz y pescado». Clientes fieles son también los alemanes que «siempre piden paella y ver cómo la preparamos». Otros que disfrutan aquí son los «mexicanos que son unos apasionados de los flamenquines o «flamenquitos», como ellos los llaman.

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