Bar Zurito, historia viva para catar y degustar Moriles

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Pocos establecimientos de hostelería podrán decir en España que son tan antiguos como la localidad en la que se sitúan. Sin embargo esta afirmación sí que puede hacerla el restaurante Bar Zurito de Moriles.

Y es que se fundó como taberna en el año 1912, el mismo en el que el municipio morilense se independizó de la cercana Aguilar de la Frontera a la que perteneció como una pedanía hasta esa fecha como aldea de Zapateros. Ocupaba los salones del que había sido el casino viejo de una localidad que, como todo el mundo sabe, está vinculada de manera extrema a la viña y al vino. A partir de entonces ha contado con hasta tres familias distintas al frente del negocio.

En la actualidad la familia Romera Gámez se encarga de deleitar los paladares de todos sus visitantes desde que en el año 1973 Juan José Romera se hizo cargo del establecimiento situado en pleno centro del municipio, en la avenida de Andalucía. La gerente es la matriarca de la familia, Pilar Gámez, que saca adelante el negocio junto a sus hijos Juan y Francisco además de contar con la ayuda de algún que otro familiar.

Entre los platos que salen de los fogones de este restaurante destacan sobre manera los pescados. Así lo reconoce Juan Romera quien afirma que, aunque estemos en plena campiña cordobesa, tiene fama el pescaíto frito que se prepara en el Zurito. Boquerones, puntillitas o bacalao hacen las delicias de los comensales.

No se pueden dejar de lado las carnes como el solomillo, entrecot de ternera o el flamenquín cordobés. Al flamenquín se le une en Bar Zurito la flamenca compuesta de lomo, jamón y gambas. Hay que destacar que esta flamenca nació en este bar morilense en etapas anteriores a los actuales propietarios y siempre se ha mantenido en la carta conservando su carácter original.

Para los postres, siguen haciendo patria. Exquisiteces realizadas por la empresa local Castillo de Moriles componen una amplia carta de postres y dulces. También tiene fama por su peculiar servicio de desayunos en el que cuentan con el mollete de Moriles como principal reclamo. Y, por supuesto, los guisos tradicionales que se pueden saborear cada día del año en su menú del día.

Estando en Moriles no se puede olvidar el vino. Sería un auténtico pecado. Tanto Juan como Francisco Romera se refieren con orgullo a la bodega con la que contó el establecimiento en sus orígenes y al cuidado exquisito con el que han abordado siempre todo lo que tiene que ver con el vino.

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