De tapas por el Guadalquivir: Desde Sevilla hasta su desembocadura

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Es el río Guadalquivir para Sevilla su seña de identidad, un respiro de aire fresco y su salida al mar. Y al igual que la ciudad se ha configurado a lo largo de la historia en torno a este río, al que los árabes denominaron Gran Río y los romanos Betis, también gran parte de los sevillanos basan en él su día a día y sus momentos de ocio. Para ello, como no, está una de las características que definen a la capital de Andalucía: los bares y la reunión de su gente en torno a ellos.

Desde Sevilla, a la que el Guadalquivir llega habiendo mojado con sus aguas a ciudades como Andújar y Córdoba, el río continúa hasta Sanlúcar de Barrameda para llegar al Océano Atlántico.

Y es en ese recorrido transitable en barco, en ese trocito de Andalucía que convierte a Sevilla en una ciudad con un puerto con tránsito marítimo, donde tiene un importante hueco la gastronomía. Al fin y al cabo, es también el río y su valle una rica fuente de los productos gastronómicos que terminan en las mesas de los restaurantes.

Y, como la vida crece en torno a un río, en Gurmé señalamos los restaurantes que se afincan junto a las aguas del Guadalquivir desde Sevilla, sea su carta especializada en el mar o no, pero que configuran una ruta perfecta para acompañar al río más importante de Andalucía hacia el estuario donde termina.

La capital

Como no, la mayor aglomeración y variedad de restaurantes y bares se da en el inicio de esta ruta, en la capital. Es aquí donde en el puente de Triana, los restaurantes en la calle Betis y los de la Torre del Oro forman un triángulo cuya red atrapa a los turistas y donde los sevillanos acuden como el que busca la orilla del mar.

A los pies del puente de Isabel II no solo tenemos un restaurante que destacar sino el grupo entero de bares que conforman el Mercado Lonja del Barranco. Rodeado de cristaleras y con una amplia terraza donde degustar tapas de cualquiera de los puestos, este mercado gourmet está ligado con la dársena del Guadalquivir y uno de los puentes más míticos que lo atraviesan.

Salmorejos y croquetas que se salen de la norma, jamón 100% ibérico, pulpo en todas sus formas, el picante de la comida mexicana, lo exótico del japonesa o la pasta de la italiana, quesos de calidad, arroces, carnes vascas, verduras a la plancha, pescado fresco o huevos y patatas cocinados de mil formas, entre otras opciones. Todas estas tapas, además, se pueden acompañar por vinos exclusivos, Cruzcampo, combinados y cócteles o ponerle el broche con pastelería, smoothies y heladería de elaboración artesanal.

Del mercado cruzamos a la otra orilla para pasear por la calle Betis. Y antes de pisarla del todo descrubrimos coronando el puente a María Trifulca. Se trata de un nuevo restaurante en un lugar privilegiado que hace referencia con su nombre a una antigua playa muy popular en la década de los cuarenta situada donde ahora surge el Puente del Quinto Centenario.

El establecimiento está cargado de connotaciones al río y al mar. De hecho, el edificio donde se encuentra era la antigua estación marítima para el barco de vapor que zarpaba hasta Sanlúcar de Barrameda. La carta, además, está protagonizada por propuestas marineras que vienen de la tradición pero buscan innovar con mariscos, pescados de lonja y un gran surtido de guisos y arroces, entre los que destaca los de carabineros y langostinos.

Al bajarnos de este «barco» y continuar finalmente por la calle Betis nos encontramos con una gran variedad de opciones para sentarse a tapear. La aglomeración de turistas y autóctonos que pasean y se detienen por este punto las noches de buen tiempo (casi todas en Sevilla) no es fruto del éxito de un único bar. Recorremos la calle Betis hasta el final para cruzar el Puente de San Telmo y encontrarnos de nuevo en la otra orilla. Y sin traspasar la Puerta de Jerez, punto desde donde internarnos en la ciudad monumental, hacemos una parada el Restaurante Uno de Delicias, ya que aquí podemos contemplar sin prisas la Torre del Oro, puesto defensivo de la ciudad almohade.

En Uno de Delicias se pueden probar bocados tan clásicos como la tortilla de patatas, muy jugosa, o las papas bravas, con piel y doradísimas, para descubrir cómo hasta en lo más sencillo se distingue la calidad y el detalle. Sus propuestas gastronómicas se basan en la cocina meditarranéa aunque también incorporan algunos toques internacionales. Como internacional es su decoración, que más que en Sevilla, parece que estemos en pleno Soho de Nueva York.

Continuamos río abajo, dejando atrás el Puente de Los Remedios, y a la izquierda la frondosidad del Parque de María Luisa para internarnos en el nuevo lugar de ocio en expansión de Sevilla: el Muelle de las Delicias. A un paso del Acuario de Sevilla y en el punto donde desembarcan los grandes cruceros turísticos, se encuentra el restaurante Malaspina. Su conexión con el mar se observa en el edificio que lo acoge, con una estructura que lo rodea asemejando a la de un barco, y en sabores como los de los arroces, el atún rojo de Almadraba o los mariscos.

Corriente abajo

Tras visitar estos cinco establecimientos a la orilla de la dársena del Guadaquivir, abandonamos Sevilla cruzando Los Remedios y llegamos al río que fluye hacia el sur y cuya corriente nos dejará en Sanlúcar de Barrameda. E San Juan de Aznalfarache la primera localidad en hacer aparición con el Monumento al Sagrado Corazón coronando la cima.

Ciclistas, paseantes y corredores aprovechan el aire fluvial en el camino que transcurre paralelo al Guadalquivir.

La gastronomía de Coria del Río ha estado muy ligada siempre a los productos que le ofrecía el río como los albur, camarones, esturiones o sabogas. Y en la misma ribera del Guadalquivir pueden visitarse restaurantes de gran calidad con sus terrazas orientadas al río. Es el caso del restaurante Esturión, donde no solo funcionan como restaurante sino también atienden para grandes celebraciones como bodas o reuniones de empresa. El espacio donde se enclava, desde luego, da lugar para ello con unos amplios jardines donde contemplar el río.

Como apunta su nombre, el esturión es uno de los peces a los que hacen homenaje en su carta y que se puede tomar en dos de sus entrantes, el tartar de esturión con aguacate, cebolla encurtida y salsa ponzu, o la tosta de esturión ahumado sobre pisto dulce, sin olvidar los camarones corianos y el arroz con pato salvaje de las marismas.

Pero el Guadalquivir nos sigue arrastrando corriente abajo y hace que nos adentremos en su amplia marisma, de unos dos mil kilómetros cuadrados, y donde se puede disfrutar de los paisajes y de la fauna y la flora que aquí habita como flamencos, patos o cigüeñas. También de la gastronomía del lugar. Se pueden combinar ambas en la Reserva Natural de la Dehesa de Abajo, zona de contacto entre las tierras más meridionales de la comarca del Aljarafe y las marismas del Guadalquivir. Aquí, hay desde miradores para contemplar el lugar como algunos interesantes mesones y restaurantes donde parar si venimos de La Puebla del Río.

En este recorrido, la pequeña aldea de Colina alberga varios de estos restaurantes. Casa Paco es uno de ellos. Aquí sirven platos típicos de la marisma donde utilizan lo que esta le da: pato, perdiz y liebre. Además, llevan con orgullo el arroz con pato típico de la zona, ya que fueron de los primeros en servirlo.

También lo sirve El Tejao, en Isla Mayor, junto con camarones, cangrejos o albur y donde no se puede una marchar sin probar el arroz con colas de cangrejo. Este bar fue uno de los favoritos del equipo de rodaje de la película «Isla Mínima», que dio a conocer lo espectacular del paisaje en la marisma del Guadaquivir.

A la localidad de Isla Mayor la rodean el Guadalquivir y el brazo de la Torre, lo que le da sensación de isla, una isla repleta de arrozales. Sus terrenos son colindantes al Parque Nacional de Doñana, ya en Huelva, donde el río muere con toda su majestuosidad.

En Sanlúcar de Barrameda se aprecia como después de 670 kilómetros recorridos desde la Sierra de Cazorla, el Guadalquivir regala sus aguas al Oceáno Atlántico. El restaurante El Bigote es testigo de ello en Bajo de Guía y honra su carta al mar, ya que exclusivamente sirven pescados y mariscos. En todas sus variantes y culminado con unos apetitosos guisos marineros. Regado, eso sí y como no, con vino manzanilla de Sanlúcar.

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