Juan Peña, «Tabernero de Honor» de la Universidad de Córdoba

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Resulta imposible hablar de cocina tradicional cordobesa y no pensar en el Mesón Juan Peña, un establecimiento que se ubica muy cerca de la Judería y a un paso del Alcázar, en Doctor Fleming, y que lleva cerca de 40 años haciendo las delicias de los paladares más exigentes. Su propietario, que da nombre al local, ha recibido, de mano de la Universidad de Córdoba (UCO) el título de «Tabernero de Honor» por su dilatada trayectoria.

Juan Peña Aguilar no ha sido siempre mesonero. Antes de ponerse detrás de una barra se dedicó al negocio de la platería. Sin embargo, a partir de 1979 se lanzó al mundo de la hostelería y su apuesta le salió bien porque su establecimiento se ha convertido en un referente entre los que configuran el amplio espectro hostelero de cocina tradicional cordobesa.

¿Y qué llevó a este hombre a cambiar de profesión? La ilusión por cocinar las recetas que hacía su madre. Todo con la inestimable ayuda y apoyo de su mujer, María del Carmen, artífice de una carta innovadora que no deja indiferente a nadie que cruce el umbral de este templo gastronómico. El propio Peña considera que uno de los secretos de su permanencia está en que «nuestros platos son de elaboración casera, es decir, no somos de escuela, sin despreciar a nadie».

Más de un centenar de platos

La lista de opciones gastronómicas de esta taberna es más que amplia. En torno a un centenar de posibilidades, entre las que figuran los clásicos embutidos (destacan la morcilla de arroz y calabaza); huevas de choco salteadas, mollejitas de cordero o sus filetes de atún blanco. Y, como no, las berenjenas fritas, al natural o con miel. Juan Peña es un enamorado de la cocina y domina entre muchos otros platos uno tan típico como el salmorejo, del que ha conseguido realizar 30 tipos distintos.

Según relata Manuel Cobos en su libro «Historia de la hostelería de Córdoba», el Mesón Juan Peña es un sitio «discreto, lleno de encanto. Pequeño, como deben ser los buenos mesones. En las paredes hay de todo, fotos de toreros, aperos de labranza, cabezas de astados y hasta una colección de bastones colocados con cierto orden. La barra, al fondo, aunque es un sitio para estar sentado».

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