El Huracán fue en un principio la excusa de unos gallegos para traernos mejillones y “caldo fino”, Albariño. Cuando cayó en manos del actual propietario añadieron lo que ahora los caracteriza, el “pescaíto” frito y el pescado de roca. Una vitrina bien servida de pescado fresco recibe a quien llega. Pero se puede elegir en una carta aún más extensa, con buenas carnes, algo que se intuye con las cabezas de toros, ciervos y jabalíes colgados en el salón, y buenas chacinas. También se puede optar por comer en la terraza, tan grande que se aprovecha para cultivar papaya y mango.