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Barra y MesaBarra y Mesa: La Taberna Ilustrada

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Es poco probable que el bueno y sobrio de Fray Luís de Granada llegase alguna vez a imaginar, desde su convento de Escalaceli, que Córdoba le iba a dedicar una de sus calles y aún menos que ésta se iba a poblar de bares y restaurantes. Aunque si descubriese, en ese hormiguero de establecimientos, Barra y Mesa se sentiría muy reconfortado y no pondría objeción alguna. Porque en esta casa se come de maravilla. El local es angosto pero la decoración de Aída Ramos , donde predomina el blanco, agranda la sensación del espacio y los escasos objetos decorativos colaboran en un aire suave y relajante. Pero,cuidado, no es un centro zen, ni lo pretende; cuando se llena, resuenan las conversaciones cuyo murmullo en ningún momento llega a molestar en exceso: es un espacio vivo, comilón, bullicioso en ocasiones donde se ve disfrutar a los comensales dando honor al calificativo que le hemos dado de taberna refinada, ilustrada. Se puede tapear en la barra y en las mesas altas de la entrada o continuar y tomar asiento en su pequeño comedor que se desarrolla sin solución de continuidad, ideal para compartir raciones y de esta manera poder probar más cosas, porque la carta es muy sugerente.

Restaurante Barra y Mesa. FOTO: VALERIO MERINO.

El servicio es rápido pero no frenético, profesional, agradable pero comedido y lo que siempre se agradece y no siempre se encuentra: sonríe.

Rafael Bellido, chef y propietario, tiene unos conocimientos y formación de la cocina tradicional cordobesa muy sólidos en sus conceptos y preparaciones; todavía huele las salsas y guisos de su abuela. Con este bagaje se ha puesto al día con los tiempos que corren en lo culinario: puntos de cocción aminorados para no destrozar y anular el producto, salsas ligeras respetando el sabor de base y presentaciones cuidadas y con gracia, no exentas de cierta creatividad. Sobre una carta estable se ofrecen las recomendaciones del día a tenor de los productos frescos que el cocinero encuentra en el mercado.

Sus frituras (acedías, pijotas, salmonetes, boquerones) son una delicia, crujientes por fuera, a penas unas vetas de tueste por fuera, y jugosas por dentro. La técnica, la calidad del producto, la temperatura, el tiempo y el esfuerzo de cambiar el aceite antes de que se ensombrezca siempre da buenos resultados. También aparecen preparaciones más de moda, que no modernas, como el tartar, en este caso de hurta, pleno de textura y sabor. En otoño e invierno se sirven unos exquisitos y sabrosos guisos que van cambiando prácticamente a diario. Los golosos no deben perderse su clásica leche frita. Imbatible la relación calidad/precio.

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