Recomendado
imagen principal

El Caballo RojoEl Caballo Rojo: Uno de los pioneros

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La cocina cordobesa disfruta de un momento extraordinario; dos restaurantes con estrella Michelín y serias y fundadas aspiraciones de Paco Morales y su Noor de obtener una merecida segunda estrella; varios restaurantes pujantes y de calidad sobresaliente y de alto nivel y aperturas recientes, como ese bistró ubicado en la antigua casa de Manolete y su hermano mayor A flor de piel a cargo del mago del salmorejo, Juanjo Ruiz, muy ambiciosas y con serias pretensiones. Si hemos llegado a este punto es gracias a unos pocos y osados pioneros, que apostaron por su ciudad, por negocios que constituyeron un brutal salto cualitativo y por el trabajo bien hecho: entre ellos destaca junto con apenas dos o tres más intrépidos el desaparecido Pepe García, Pepe el del Caballo Rojo para la historia y para generaciones de cordobeses.

La historia del Caballo Rojo, embajador gastronómico de nuestra ciudad durante muchos años junto con, fundamentalmente, Bodegas Campos, El Churrasco y Casa Pepe de la Judería, es la historia de un enamorado de Córdoba, de un trabajador infatigable, de un empresario audaz y generoso y de un adelantado a su tiempo, que anticipó la necesidad de imponentes lugares para celebraciones multitudinarias y que durante muchos años fue la referencia indiscutible en ese campo. El Caballo rojo, en una versión bastante próxima a la que hoy conocemos, lo inicia nuestro protagonista a principios de la década de los setenta, después de muchos años de trabajo en la taberna familiar y en su casa de comidas del barrio de San Cayetano. Pepe estuvo al pie del cañón hasta su fallecimiento y hoy, con parecido éxito, sigue al frente del establecimiento una de sus hijas y una de sus nietas, cuidando al cliente y honrando al fundador.

Su extensa carta es un constante tributo a la cocina tradicional cordobesa, con evidente inspiración en la antigua cocina mozárabe; entre los platos que nadie debe dejar de probar allí encontramos los soberbios centros de alcauciles con habitas, un clásico de la casa, el rape mozárabe, el notable rabo de toro y las excepcionales alcachofas a la montillana, en su día merecedoras del premio nacional de gastronomía y que mantienen hoy plena vigencia. Además de estos imprescindibles, dispone de una amplia oferta de platos de pescado y carne, e interesantes platos cuchara como las habichuelas con perdiz.

Con una importante carta de vinos y un servicio de vieja escuela, el Caballo Rojo sigue siendo una apuesta segura —hoy más frecuentado por el turista que por el aficionado a la gastronomía autóctono—, donde las cosas siguen haciéndose con profesionalidad y calidad, y al que siempre es un placer volver.

Ver los comentarios