Recomendado
imagen principal

La Cuchara de San LorenzoLa Cuchara de San Lorenzo: A la altura del rosetón

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En la barriada de San Lorenzo dos polos, en apariencia muy diversos, se contrapuntean para potenciar su identidad: la iglesia fernandina y el restaurante La Cuchara de San Lorenzo. El primero dando fe de una solvencia imperturbable con el paso de los siglos, el segundo imprimiendo a su cocina un redoble más para seguir creciendo sin pausa en el transcurso de los años.

La adquisición de un nuevo edificio contiguo al anterior les ha permitido a los hermanos López (Paco y Narciso) plantear un espacio más amplio, moderno y actual, tanto en la estructura (ahora con dos plantas) como en la decoración. La cocina, a la vista, ha adquirido una dimensión mayor obteniendo una categoría acorde con su servicio.

El horno de carbón que han incorporado ha hecho posible el desarrollo de una nueva línea de asados, con una exquisita picanha (corte brasileño) a la cabeza.

Todo el conjunto ha sido rehabilitado con la misma unidad de diseño; elegante y desenfadado a la vez, con colores suaves para un interiorismo contemporáneo bastante comedido que da una sensación general muy placentera. Nos envuelve un ambiente gastronómico chispeante pero sin estridencias. El comedor superior, donde se han mantenido los esplendidos ventanales de la casa primitiva, se ve cortado por unas livianas cortinas que se utilizan para dar intimidad a un par de mesas que funcionan como translúcidos reservados: un magnífico acierto.

La cocina de Paco López es como las personas afables, educadas y atractivas; sus platos se presentan frescos, incluso simples, tan alejados de la afectación como de la rudeza. Son sugerencias eclécticas pero con un hilo conductor de técnica y profesionalidad que le aporta equilibrio y solvencia.

La carta está llena de propuestas atractivas y variadas donde casi todos los gustos tienen acomodo. Para abrir boca, puede ser una buena opción, la tosta de sardina sobre un lecho de escalibada, muy fresca y jugosa.El gazpachuelo es básicamente un guiso de caldo de pescado con patatas y mahonesa, antaño propio de los pescadores malagueños. En esta casa lo retoman dándole finura, sabor y armonía; se sirve con taquitos de rape, gambas y un caldo perfectamente emulsionado que hará las delicias de quienquiera que lo pruebe.

Se mantienen, de la carta anterior, las pequeñas y cremosas patatas bravas que con el picante justo se convierten en unos bocaditos deliciosos y delicados. Hacer unas buenas gambas al ajillo es relativamente fácil pero que salgan exquisitas, como pasa en esta casa, sólo está en manos de los maestros.

Si la famosa guía francesa no fuese tan restrictiva y pacata con los restaurantes españoles estaríamos, en poco tiempo, ante una nueva estrella para Córdoba.

Ver los comentarios