Mesón AnyferMesón Anyfer: Ana y Fernando 1982

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La barriada de la Magdalena fue una de las catorce parroquias o collaciones que erigió Fernando III, en el siglo XIII, tras la conquista de Córdoba. Su plaza principal ha sido tradicionalmente conocida tanto por su coqueta iglesia como por el puesto de caracoles allí ubicado en temporada, uno de los más antiguos y afamados de la ciudad. Al final del lateral izquierdo de la iglesia, según se mira a Puerta Nueva, discurre la calle Francisco de Borja y López, farmacéutico y cronista del siglo XIX; junto a la desvencijada casa en la que nació se encuentra el Mesón Anyfer.

Se trata de un pequeño local con una barra a la derecha, atestada de buenos productos, y no más de cinco o seis mesas.

Un sitio informal, tipo taberna ilustrada, pero donde los pequeños detalles empiezan a marcar la diferencia desde el primer momento: mesas de mármol de un blanco impoluto, cubiertos protegidos por la servilleta y una vajilla moderna de forma rectangular que, además de elegante, es muy funcional para su tipo de mesa. La carta es muy amplia y variada, y donde la mayoría de las referencias se ofrecen no sólo en raciones y medias raciones sino también en pequeños bocados al estilo de nuestras tradicionales tapas.

En primer lugar destaca una amplia variedad de embutidos y conservas de pescado de alta gama. Continúa con tapas tradicionales cordobesas: croquetas, flamenquín, pinchitos morunos…y casquería diversa sobre todo en invierno. La carta tiene un rinconcito dedicado a tres o cuatro pescados frescos según la oferta del día y que, para no engañar a nadie, se tarifan conforme al precio en que entran en el mercado (s.m.).

En este apartado es delicioso el calamar a la plancha, enorme, dorado por fuera y jugoso y tierno por dentro, que se presenta en forma de corona cortada en rodajas, listo para compartir. Son clamorosos los tomates de la Vega del Guadalquivir que se exhiben orgullosos en la barra y que se aliñan con maestría y sencillez. La ensaladilla rusa es buena pero no llega a entusiasmar; todo lo contrario que el salmorejo, delicado y sabroso, posiblemente el más rico de Córdoba.

Y para terminar no deje de probar las pijotas, muy frescas, cuscurritas por fuera y suaves por dentro; en estos momentos, aquí, el freír se hace arte. Sería de agradecer que el cliente pudiera disponer de un carta de vinos con, al menos, una información básica.

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