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Restaurante ArbequinaRestaurante Arbequina: Los sonidos del silencio

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En 2007 la cadena Hospes inauguró en Córdoba el hotel Palacio del Bailío en consonancia los perfiles del hospedaje de lujo de la empresa. Desde un principio apostó por dotar a sus hoteles de restaurantes acordes con la categoría (cinco estrellas), modernizados y que fueran congruentes con el ambiente y decoración general. En un principio diseñó una marca única para todos sus establecimientos: Senzone, con cocineros jóvenes y con formación de vanguardia.

Por lo que a nosotros compete en Córdoba estuvo Perico Ortega, hoy en Recomiendo, y en Madrid Paco Morales, chef de Noor al que recientemente le han concedido una estrella Michelín. Posteriormente cada restaurante se fue personalizando y en Córdoba Senzone pasóa ser el restaurante Arbequina.

El local se encuentra dentro de la estructura general del hotel, un edificio noble y singular, que en sus orígenes perteneció a la familia Fernández de Córdoba. Se accede por una portada protobarroca que da acceso a un patio de carruajes.

El personal de recepción conduce a los clientes a la zona de restauración donde son acogidos por el servicio de sala que dirige Juan José Toral que presta una atención de alta escuela, como corresponde, a la vez que de suma cordialidad y simpatía. Una vez acomodados se recibe con una pequeña degustación de aceites entre los que nunca falta, es natural, la variedad arbequina.  Se acompaña de tres tipos de  pan: blanco, integral y de tomate, muy ricos y jugosos. La carta del chef Javier Moreno, que cambia por temporada, tiene todo el dinamismo y amplia oferta que exige la cosmopolita clientela de un hotel de cinco estrellas. Se aprecian, en general, dos tipos fundamentales de tendencias; una con platos más clásicos de la zona como las berenjenas califales o el cochinillo ibérico del Valle de los Pedroches, siempre con un concepto contemporáneo, y otros platos más creativos y actuales como el Chili King Crab o Gyozas de rabo de toro, kimchi de fresas y pack-choy. Están deliciosas las virutas de foie sobre una crema liviana de yogur de cafétintada con remolacha. Resultan delicados los raviolis de setas con espuma de queso parmesano. También conviene probar el cevichede vieras en leche de tigre que está bien concebido  y de delicado sabor, a pesar del riesgo de usar cebolleta fresca, cuya frescura y cambio de textura enriquece la preparación. Lástima el cordero glaseado, de muy buena calidad y correctamente acompañado, pero que llega a la mesa algo pasado de punto de cocción.

Llama la atención la prolijidad de productos o aderezos exóticos que proliferan en la descripción de los platos que al leerlos dan una sensación de abigarramiento, complejidad y fortaleza cuando en realidad son todo lo contario: preparaciones equilibradas, ligeras, actuales y elegantes con una gracia indiscutible. Si a todo esto se le une un diseño muy cuidado y glamuroso, donde sólo se oye el silencio de nuestros ancestros, el tono de bienestar está garantizado.

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