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El EquilibristaEl Equilibrista: Del centro a la Ribera

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Antonio Cruz es uno de los clásicos del ocio y la hostelería cordobesa de los últimos treinta años. A finales de los ochenta del siglo pasado era ya responsable de locales tan emblemáticos en la noche como El Punto o Plató, donde se divirtieron varias generaciones. En el año 1999 abre la añorada La Antigua de la Avenida Gran Capitán, que durante varios años fue junto al desaparecido Gaudí lugar de reunión imprescindible en la zona centro. Era aquella Antigua un lugar especialmente agradable en el que en la última época Antonio se atrevió con un restaurante en su planta alta, de calidad pero de vida efímera por su marcha a Marbella. Tras unos años en la Costa del Sol, abre un exitoso restaurante también llamado La Antigua, en la calle Reyes Católicos, desde el que se traslada al local de Gaudí en Gran Capitán en el que ha permanecido hasta esta nueva apertura en la Ribera.

En Ronda de Isasa, junto a alguno de sus restaurantes más relevantes como Regadera o Amaltea, este Equilibrista constituye un indudable salto de calidad respecto a sus anteriores locales y una apuesta ganadora, por su ubicación, su calidad y creatividad de la oferta y, por supuesto, por la siempre atenta y profesional atención, característica permanente en todos los locales regentados por Antonio. Es un restaurante con un local acogedor en el que se adivina la mano del gran Paco Domínguez, de Zum Creativos, autor de la decoración de las tres antiguas.

Su cocina se caracteriza por un adecuado equilibrio entre la cocina tradicional cordobesa y la cocina francesa, inevitable dada la nacionalidad del responsable de los fogones, Gregory Lalande, que lidera las cocinas de los restaurantes de Antonio Cruz desde el año 2002. Las especialidades más destacan giran alrededor del foie —el carpaccio de gambas con foie es fabuloso— y el pato, y son sobresalientes sus arroces, aunque se echa de menos, además de codillo que constituía el plato estrella de las viejas Antiguas, el soberbio arroz con boletus por el merecía la pena una peregrinación en busca de Gregory. Prometen, eso sí, rescatar ambos platos después del verano. De los entrantes son muy recomendables la tosta de sardina ahumada, la ensaladilla de carabineros y el bacalao frito con salsa tártara. Hay también la posibilidad de un razonable menú del día por apenas doce euros, con excelente relación entre calidad y precio.

Con apenas un mes de funcionamiento, la sala funciona con ritmo sin que nada nos haga suponer su hasta ahora breve vida, salvo una corta carta de vino que, seguro, irá completándose.

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