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Bar TaquillaArte fuera de la plaza

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Mi compadre y compañero de barra, Esteban, sostiene con guasa que este año con la tiesura del personal van a tener que poner en el paseo de caballos de la feria albóndigas de Ikea. Por aquello de la carne caballar… Y ya puesto, apuntaba a un concurso de enchufes en vez de uno de enganches.

Por ejemplo un enchufe de Centro de Estudios Andaluces enganchado en tándem, o una potencia de tres en fondo tirada por Diputación, un landó a la gran potencia en la Junta con la Consejera Aguayo al pescante…o una jardinera enchufada de talleres municipales para pasear a los niños. ¡Qué espectáculo en el coso maestrante!, que diría un rancio cursilón…

Y frente por frente del citado coso, tenemos un burladero para el morlaco de este tiempo que nos ha tocado vivir, el bar Taquilla.

Los hermanos Oliva, Juan, Manolito y Pepe, cuyo padre ya está jubilado, regentan en una terna fraternal y tabernaria este bar cofrade y taurino a la misma vez que diría el otro. Por lo tanto, de Domingo de Ramos a domingo de farolillos, aquello cuelga el cartel de no hay billetes.

La cocina es cosa de Juan que ha heredado la sapiencia de su madre. El cartel de tapas va variando dependiendo de lo que haya en el mercado, pero su gran solomillo al güisqui o sus chipirones a la plancha con alioli están abonados a la comanda siempre.

En esta casa la guasa se corta con un cuchillo y por eso su hamburguesa casera se llama mcTaquilla, su tostada matinal de zurrapa de hígado es denominada un Vitalínea y un toro que preside el local dicen sus malas lenguas que era el hermano mayor de una cofradía por los colores de las cintas de la divisa. Como pueden ver los capitalistas del Taquilla no tienen un pase por ningún pitón.

Son típicos de aquí los cachitos, que son unos recortes de presa y jamón, la ensaladilla rusa -de buen porte-, o el extraordinario aliño de asadura. La bodega es nada más que aseadita pero tiran tan fría y tan bien, despacio y bajando las manos, la Cruzcampo de barril, que a quién le importa eso… Y a 1,10 leuros.

Hay guisote entre semana para los laborables, para aquellos que necesitan cuchareo. Cocido, lentejas, etc. o un gran menudo de ternera, cuando lo tienen que no es siempre. Al hilo de las tablas de su barra y de su café espectacular, suelen verse toreros que entran o salen de la empresa Pagés, los mecánicos de los ganaderos y muchos agentes comerciales de asientos de sol y sombra. Perfecto, el taxista que desayuna allí a diario, algún fotógrafo cofrade con aspecto de picador antiguo, aficionados a los toros, al Baratillo y a la Carretería.

Quizás esto sea la clave del buen ambiente que se respira en casa de los Oliva.

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