poster Vídeo

Cabo RocheMaximalismo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Un capote de paseo, cajas de tinto apiladas, botellas por todos los estantes y rincones, fotos, recortes de prensa en los que se adivina el amor que su propietario siente por lo gastronómico, cuadros de dudoso estilo, barcos marineros chicos, medianos y grandes, revistas…no sé si esto se llama en decoración antiminimalismo pero, desde luego, no queda un hueco por cubrir. La comida de Cabo Roche es igual, antiminimalista, o mejor dicho, maximalista. Buenos platos, buenas tapas, buenas raciones. Aquí se viene a comer en serio.

Comedor y barra se entrelazan solo separados por unos biombos desiguales. Oyes pero no ves. Y forzando las esquinas y los biombos hay hasta una suerte de reservado para largas sobremesas.

Hemos probado en la barra mientras nos sentábamos y una tapa de ensaladilla de primera, de las de patata muy machacada y gambas sabrosas con una copa de Tio Pepe a su temperatura justa (¡que no es tan difícil!) nos predisponen para lo que sigue.

Nos habían hablado mucho de las coquinas (12,00 euros). Y después de probarlas nos convertimos en apóstoles. Que tengan el tamaño es complicado, que no tengan arena una proeza, pero que las preparen como aquí lo hacen, con aceite de primera, es para resaltarlo y compartirlo. Son posiblemente las mejores que se pueden tomar en Sevilla.

Seguimos con unos salmonetitos fritos (8,00) en los que estaban mejor los salmonetes que la forma en que fueron presentados, algo aceitosos.

Como suele ocurrir en los buenos sitios de pescado tienen una oferta corta de carnes pero excelente (quizás porque cuanto más tarda en salir mejor está). El rabo de toro estaba excelentemente guisado y acompañado de unas patatas fritas que lo redondeaban pero lo que más sorprende aquí es el lomo de buey (17,00). Sorprende por generosidad, corte y sabor.

Y aunque estamos hablando de lomos, del de bacalao con tomate natural no vamos a hablar mucho. Ese tienen que probarlo. No sabríamos por donde empezar. Bueno quizás sí, por el tomate.

La honestidad y el trabajo duro es lo que mejor retrata la personalidad de su propietario, siempre al pie del cañón. Y el maximalismo de su generosa cocina también se traduce en la atención que dispensan sus camareros serios y recios. Y aunque no es de los establecimientos más confortables de nuestra ciudad sí es uno de los que mejor da de comer. Que según las ocasiones es lo verdaderamente importante.

Ver los comentarios