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Restaurante Nazca y ChifaChifa: «Cocina de fusión en La Alameda»

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Los hermanos Fortuna, Juan Alberto y Víctor, hace siete años decidieron probar suerte en el mundo de la restauración abriendo un bar de tapas y pizzas en La Alameda, lo que ellos consideran el «comedor» de Sevilla. Es el Sidonia, que lo sacaron adelante con más problemas de lo previsto, pero su fortuna cambió cuando lo intentaron con otro local, unos metros mas allá, Dúo Tapas, que sí les supuso todo un éxito.

Años más tarde se adentraron en la cocina fusión peruana con el Restaurante Nazca en Sevilla, y con el éxito de la fórmula volvieron a La Alameda con el Chifa Tapas, donde nos recalamos una noche para, por una parte, testar si mejoraba lo que ya conocíamos de la calle Baños, y darle un poco de deleite al cuerpo.

Chifa, ¿qué tiene que engancha?

El local, que hace esquina entre la calle Barco y Joaquín Costa, tiene dos plantas, una decoración con elementos nórdicos (mesas de madera clara), mucha luz y agradable en líneas generales. A diferencia de sus otras iniciativas empresariales, los hermanos Fortuna han optado esta vez por el inicio de La Alameda, si consideramos como tal la parte más cercana a la calle Amor de Dios, y no por la calle Calatrava, al final de dicha Alameda donde se ubican el Duo Tapas, Sidonia y el recién abierto Las Terrazas.

La oferta gastronómica del Chifa, como ya hemos dicho, insiste en la cocina fusión peruana/japonesa que ya experimentaron con éxito en la calle Baños. La carta, por cierto bastante visual y muy diferente de las que vemos habitualmente, está fundamentalmente basada en makis, niguiris, ceviches, ensaladas, woks, y algunas especialidades de carnes y pescados.

Antes que nada la bedida: no hay cerveza Cruzcampo (si una variedad de cervezas artesanales), por lo que pasamos directamente a los vinos. Nos dejamos aconsejar y nuestra opción fue un vino tinto de Almería, que a pesar de nombre raro (La cabra y la bota), estaba rico al paladar, y otro blanco, Tuvi, de una bodega de prestigio como Sumarroca del Penedés, bastante agradable también.

Así es su comida

Había que pedir la comida y nuestra primera elección fueron unos niguiris muy bien hechos y rebozados en sésamo tostado que le daba un agradable toque crujiente. Todo ello acompañado por una salsa que ellos preparan y que invita (aunque quede feo) a mojar con pan. Nos dejamos llevar también por la recomendación del camarero (amable y atento siempre) que nos tentaba con unos makis de atún y coronado por una yema de huevo macerada en soja. Una combinación acertada y muy sabrosa.

Tocaba obviamente probar alguno de los ceviches que presentan de forma espectacular en una copa humeante. Optamos por la Leche de pez mantequilla, con la petición de ponerle poco cilantro ya que al que esto escribe no le suele agradar dicha hierba, por otra parte común y habitual en este tipo de cocina. El producto, en cualquier caso, estaba muy bueno y se notaba que la materia prima también lo era.

Para rematar la comanda dudamos sobre qué especialidad de las que ofrece la carta, alejadas de los ceviches, makis o niguiris, optar. Hay ventresca a la parrilla, un salmón glaseado, atún y tartar de salmón entre los pescados, pero preferimos la carne, y concretamente por un steak tartar. Correcto, pero al final pensamos que no fue la mejor opción. Aunque la materia prima era buena, estaba un poco pasado por la maceración a la que había sido sometido. Quizás hubiera sido mejor un aji de gallina, que tenía buena pinta, o el solomillo de buey con papa andina.

¿De postre?

Había coulant de chocolate y tartas pero sucumbimos ante los mochis de chocolate y queso. Mejor éstos últimos que los primeros. En definitiva, noche agradable en el Chifa para probar nuevos sabores de esta cocina de fusión tan de moda. Abstenerse los que busquen las tradicionales tapas de ensaladilla, la carne con tomate y fritos variados. Recomendado para quienes gusten de nuevas experiencias culinarias.

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